Feliz Aniversario (Nathan)

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Encendí la última vela y me dispuse a esperar sentado en el suelo de la habitación.

Por nuestro aniversario, le había preparado a Marcus una especie de picnic dentro de la habitación. Una manta blanca reposaba en el suelo con pétalos de rosas repartidos en su superficie. Había comprado una vajilla elegante de color blanco para que todo se viera lo más bonito posible. Una cesta marrón se hallaba en el centro de la manta, junto a una tabla de quesos con uvas y jamones. Las velas estaban asentadas en lugares estratégicos de la habitación como muebles y mesas de noche, evitando que todo estuviera sumido en la oscuridad.

—¿Nathan? —Escuché la voz de Marcus del otro lado de la puerta.

—Aquí. —grité.

La puerta de la habitación se abrió y Marcus, mi novio, apareció con su elegante presencia. Llevaba puesto un traje negro que le daba cierto porte y seriedad, dos aspectos necesarios en la vida de un abogado de prestigio como él. Sus cabellos negros, casi grises estaban revueltos, cosa rara en él, pero tuvo sentido cuando vi unas ojeras enormes sobre sus pómulos.

—¡Feliz aniversario! —grité entusiasmado.

Logré sacarle una sonrisa. Me paré y me acerqué para abrazarlo. Mi torso desnudo sintió el calor de su traje mientras mis brazos rodeaban su cuello.

—Mira lo que te preparé. —Señalé todo lo que había en el suelo.

—Yo igual te traje algo. —Y mentiría si dijera que no estaba sorprendido. Honestamente, creí que lo olvidaría.

Sacó de su saco una pequeña caja que abrió para revelar una cadena plateada con un dije al final. Éste era una representación miniatura de una rosa.

—Me encanta.

—Gírate.

Hice caso y sentí sus brazos rodearme mientras me acomoda el collar, y luego su tacto en mi nuca erizó cada vello de mi cuerpo.

—Me voy a bañar.

Dejé que lo hiciera mientras yo planchaba la manta con las manos por quinta vez en dos horas. Sentí el collar como algo nuevo y extraño. Antes tenía una cadena de oro que me había regalado cuando nos hicimos novios, pero la había dejado de usar en algún punto.

Marcus no tardó en salir del baño con un conjunto de ropa muy parecido al que yo tenía puesto, es decir, un short deportivo y nada más. La piel de sus marcados pectorales brillaba por las gotas de agua que no se había alcanzado a secar, al igual que su espalda con pecas.

Sin pensar, se sentó sobre la manta, arrugando un poco aquello que había planchado tantas veces, pero no importaba, lo había hecho para él.

—¿Qué comeremos? —Abrió la cesta y trató de mirar, peor la cerré y le di un manotazo— ¡Hey!

—Sé paciente. Primero quiero hablar contigo.

—De acuerdo. —Se le veía harto.

—Quiero cerrar la relación —dije sin titubear—. Aunque igual es tu decisión... claro.

Abrió la boca para responder, pero la cerró de nuevo. Sus ojos grises transmitían tristeza.

—Estoy de acuerdo —dijo.

—¿Seguro? ¿No extrañarás estar con otros? —Su aceptación parecía demasiado buena para ser cierta.

—Si te soy sincero, he estado tan ocupado que no me ha dado tiempo de estar con muchos hombres. —Rió.

¿Estaría diciendo la verdad?

—¿Ni siquiera cuando te vas a Mediterránea?

Rió nervioso.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora