Caída (Tyler)

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Los últimos días habían sido un tanto difíciles, esa era la verdad. Entre la incomodidad de vivir con Tyson después de habernos besado, las nulas llamadas del trabajo y la ausencia de Tristan, las cosas no eran como uno esperaría. Nuevamente estaba recluido en mi habitación, dejando que el silencio me consumiera y la vergüenza de ser quien soy me llenara hasta tener ganas de vomitar todo ese dolor que se acumulaba en mi pecho día con día.

¿Cómo había podido besar a Tyson? Había actuado mal, muy mal. Lo hice por curiosidad, o tal vez por lujuria. Me dejé llevar por aquella parte de mí que vivía reprimida y se sintió bien, muy bien. Aunque las cosas no se quedaron así. Al día siguiente me llené de culpa y arrepentimiento, y nada había cambiado. Todo seguía siendo igual. Seguía siendo el mismo cobarde que no se atrevía a vivir su verdad. Seguía siendo el mismo estúpido que se conformaba con vivir en las sombras.

Dos golpes consecutivos cayeron sobre mi puerta, interrumpiendo mis pensamientos.

—Pasa.

Tyson abrió la puerta.

—¿Quieres ir a cenar?

—¿Hoy? No sé...

Tyler me miró decepcionado. Llevaba preguntándome lo mismo cada día de la semana, y mi respuesta no había cambiado. Se giró para desaparecer por el mismo lugar por donde entró, pero se volteó de nuevo.

—¿Sabes qué? No debiste besarme si las cosas iban a ser tan incómodas para ti.

Dio un portazo tras él. Genial. Había arruinado la única amistad que me quedaba. Y todo había sido por nada. Nada bueno había salido de ese beso. Por primera vez en días me había sentido mínimamente bien y decidí dejar salir ese sentimiento sin saber que me explotaría todo en la cara. Si creí que algún día saldría de este hoyo entonces estaba muy equivocado, y lo curioso era que parecía que me había hundido cuando conocí a Ray, pero la verdad es que no. Llevaba toda mi vida cayendo y cada centímetro extra que me hundía se sentía diferente. Al inicio, cuando era niño, era simple curiosidad "¿Qué es esto que siento?", el Tyler adolescente convirtió la curiosidad en juicio "Esto que siento está mal", de joven se volvió vergüenza "Siento esto por mi culpa", y de adulto conocí la obsesión "Puedo controlar lo que siento". ¿Cómo más iba a sobrevivir sino?

La vida me había llevado por un camino de dolor y decadencia que yo había autorizado porque sabía que era mejor que la alternativa. Preferí mentirme y engañarme sobre quién soy que aceptarlo porque sé que las cosas hubieran terminado peor. Hice todo lo que hice para sobrevivir sin darme cuenta de que lo único que estaba haciendo era aplazar mi muerte. Me condené a una vida de dolor previa a la soga en el cuello o la sobredosis de medicamentos. Soy tan autodestructivo que elegí sufrir antes de enfrentar el destino que me esperaba, siguiera el camino que siguiera.

¿Quién hubiera pensado que la vergüenza era el precio de vivir siendo uno mismo y la culpa el de sobrevivir después de haber renunciado a ser uno mismo? Pero yo sentía ambos, pues sentía todo. Tal vez así sería siempre, y por eso era mejor que "siempre" durara menos...

—Oye. —Tyson apareció en la puerta de nuevo—. Perdón por lo que dije hace un momento, no tomé en cuenta que la estás pasando mal...

—No te preocupes. —Intenté sonreír, pero mis pensamientos ya habían llenado mis ojos de lágrimas.

—¿Pasa algo?

Tyson se acercó y se sentó en el borde de la cama.

—Nada más que lo mismo de siempre. —Esta vez sí pude sonreír.

—Tyler. No puedes seguir así —susurró mientras acercaba su mano a mi cara para limpiarme las lágrimas.

Me aparté sutilmente. No quería ser grosero, pero nunca dejaría de llorar si me tocaba.

—Ya me lo has dicho mil veces...

—Es que ése es el problema. Que yo puedo decírtelo mil veces, pero solo tú puedes decidir. Podemos conseguirte ayuda. De verdad.

—¿Para qué? ¿Para que me enseñen a aceptarme a mí mismo? ¿Para que detengan este sufrimiento? No soy ningún animal herido.

Tyson se apartó como si le hubiera gritado, aunque mi tono había sido neutral.

—Ayuda para que puedas resolver lo que sea que te tenga en el lugar en el que estás.

—No lo sé. No creo que las cosas estén tan mal... —mentí.

—Tyler, escucha lo que dices. —Tyson se acercó de nuevo y posó su mano en mi mejilla mientras su suave tono de voz acariciaba mis oídos—. No estás bien.

Y tenía razón. Tyson tenía razón. Estaba muy lejos de estar bien. Extremadamente lejos de estar bien.

—Vete. —Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón se partió en dos al ver la expresión en los ojos de mi amigo, pero esas palabras eran lo único que importaba ahora—. Tyson, vete. No quiero hablar más del tema.

Creí que me obedecería. Creí que se iría y me dejaría pensando en lo mal que había actuado mientras mil escenarios imaginarios de mí pidiendo perdón se reproducían en mi cabeza.

—No. —Su tono fue tranquilo pero firme—. No voy a dejar de hablar del tema cada vez que te sientas incómodo.

—Tyson...

—¡No me interesa si te incomoda! Estoy viendo a mi mejor amigo morirse cada día más porque no puede vivir consigo mismo. ¿Sabes cómo se siente?

Dolió. Dolió mucho.

—Ya... —Ahora era yo quien mantenía un tono tranquilo.

—¿"Ya"? ¿Ya... me callo? ¿Ya... te dejo en paz? No. Quiero que estés bien y no lo vas a lograr encerrándote aquí.

Su cara tostada ahora brillaba con un tono rojizo. Estaba furioso. Las gotas de saliva brotaban de su boca cuando hablaba.

—Aquí adentro me siento bien...

—¡Te sientes bien porque es el único lugar donde no tienes que fingir ser alguien que no eres! ¿Eso es lo que quieres? ¿Estar solo el resto de tu vida para no tener que admitirle a nadie quién eres? ¿Crees que eso es vida?

—Creo que es lo que necesito ahora... —Miré al suelo.

—No. Es lo que crees que necesitas porque tienes demasiado miedo para hacer lo que de verdad necesitas.

Y entonces lo dejé salir. Las lágrimas antiguas rodaron por mis mejillas mientras las nuevas se formaban en mis ojos para seguir el mismo camino que sus predecesoras. Tyson, como era obvio que haría, me abrazó sin dudarlo. Me sostuvo con fuerza y susurró a mi oído:

—Vas a estar bien, vas a estar bien. —Su voz se quebraba.

—¿Lo juras?

Y por un momento volví a ser el niño temeroso de ser diferente, aquel pequeño que necesitó que alguien le dijera que no había nada malo en él.

—Lo juro. —Y esta vez no se le quebró la voz.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora