Recuerdos (Marcus)

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El sueño iba y venía mientras los doctores y enfermeras pasaban a verme a mi habitación. No intentaba hablar ni moverme porque un dolor amortiguado por las medicinas amenazaba con dejar de ser tan discreto.

En uno de mis sueño, una figura alta y con los cabellos revueltos se posaba sobre mí y me llamaba por mi nombre, y no fue hasta que desperté que me di cuenta de que no era un sueño. Grayson estaba parado junto a la cama repitiendo "Marcus" una y otra vez para despertarme.

—Perdón, pero tenía que despertarte. ¿Estás bien?

Gruñí.

—¿Tú que piensas?

—Pues si puedes ser sarcástico en momentos como éste, supongo que no estás tan mal.

Sonreí y suspiré porque reír haría que mi cuerpo me diera punzadas de dolor en toda su extensión.

—¿Por qué estás aquí?

—Me mandaste mensaje.

—Pero no te pedí que vinieras —respondí cortante y tal vez sonó más grosero de lo que debía.

—¿Crees que iba a poder estar tranquilo si no te veía? ¿Te estás escuchando?

—Grayson...

—No digas nada, Marcus. Descansa.

Y como por arte de magia, me quedé dormido de nuevo. Esta vez soñé que estaba en una habitación que lo único que tenía era una lámpara que brillaba con mucha intensidad. Tres puertas se posaban ante mí. Dudé en abrirlas, pero era lo lógico por hacer. No me tomé mucho tiempo reflexionando sobre cuál abrir primero así que opté por la del centro. Pude ver a Connor llorando junto a un cuerpo. Mi cuerpo. Mi ligue de una noche estaba sentado en medio de la calle con un Marcus destruido y sangrante que no reaccionaba ante los gritos del otro hombre, quien repetía "Marcus" como un mantra.

La puerta se cerró sola y decidí abrir la siguiente. La tercera. Ahora veía a Nathan desnudo y acostado en una cama. Un hombre, cuya cara no podía ver, se acercaba a la cama mientras que mi ex no le quitaba los ojos de encima. El sujeto se subía sobre Nathan y lo besaba apasionadamente, luego se sentaba sobre su miembro y lo cabalgaba con tanta pasión que sentí celos y envidia. Nathan gemía y repetía un nombre irreconocible. La puerta se cerró.

Abrí la única que faltaba y en ella estaba Grayson preparando huevos y tocino en la cocina de su departamento en Mediterránea. Un hombre desnudo salía de lo que sería la puerta de su habitación y se sentaba en el sofá de la sala. Grayson servía el desayuno en un plato y se lo llevaba. Pude ver la cara del hombre. Era la mía. La puerta se cerró y desperté.

Grayson estaba dormido en la silla que estaba acomodada junto a mi cama. Me quedé observándolo. Llevaba el uniforme quirúrgico que tenía puesto la última vez que lo vi, hace ya más de un mes, pero tenía una chamarra de mezclilla encima, como si hubiera agarrado lo primero que encontró para venir a verme. Sus ojos felinos estaban cerrados, pero era notorio un movimiento detrás de los párpados. ¿Estaría soñando con prepararme huevos con tocino? De vez en cuando arrugaba la nariz, cosa que nunca me había fijado que hacía mientras dormía. Recordé la primera vez que estuvimos juntos.

El viaje a esquiar de noviembre de 2021 había sido más que caótico. En primer lugar, yo no quería ir. Odio y siempre he odiado el frío, pero Nathan había insistido y no me había quedado de otra. Después de unos cuantos días de nieve, frío y esquís, me había negado a abandonar la cabaña mientras que Nicole, Nathan y Grayson salían a divertirse. Recuerdo haber puesto la calefacción al máximo y estar disfrutando de mi soledad cuando escuché la puerta abrirse.

—¿Nathan? ¿Ya llegaron? —grité desde la cocina.

—Solo yo. —Grayson estaba ataviado con todo su equipo para la nieve—. ¿No tienes calor? Es un horno aquí dentro.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora