Yo siempre he sabido que Tyler no es heterosexual. Nunca lo he dicho en voz alta, ni a él ni a nadie, pero siempre lo he sabido. La manera en la que se ponía incómodo cada vez que pasaban hombres guapos cerca de nosotros al caminar en la calle, o cómo se negaba a asistir a los bares LGBT a los que lo invitaba siempre, cómo nunca opinaba cuando se trataba de temas de sexualidad, y si lo hacía, era en forma de chistes y bromas.
Me bajé del taxi y la mansión se elevó grande frente a mí. No tardé en estar abriendo la cerradura con mi llave, que por una vez no olvidé. Al entrar solo pude notar el silencio terrorífico del lugar. Tyler habría salido o estaría encerrado en su habitación, lo cual no me sorprendería. Llevaba casi tres días sin salir más que para comer. Desde la fiesta se había portado muy raro. Mi teoría era simple. Al haberme visto cogiendo con ese hombre, se habría excitado y la culpa no habría tardado en llegarle. Tal vez lleva tres días golpeándose el pecho y odiándose en silencio.
Subí las escaleras mientras pensaba en la última vez que Tyler se había puesto así. Había sido en octubre del año anterior. Ambos habían ido a una fiesta en APOLO'S y algo había sucedido ahí. Para ser sincero, no tenía la menor idea de qué había puesto tan mal a mi amigo, pero no se necesitaba mucha imaginación para asumirlo. Tal vez se había besado con alguien, o peor. Recuerdo que se había encerrado una semana en su habitación y había puesto una excusa sobre alergias o un virus muy contagioso, no recuerdo con exactitud. Mi amigo podía parecer un hombre rudo, pero con lo relativo a su sexualidad, era tan inseguro y sensible que activaba un instinto de protección en mí, aunque había aprendido a aceptarlo y aguantarme las ganas de ayudar, pues la mejor manera de ayudar era hacerle creer a Tyler que todo iba de acuerdo a su plan, y nada en esta vida era más valioso para mí que Tyler, así que haría lo que fuera porque no se alejara.
Abrí la puerta de mi habitación y me encontré con la cama perfectamente tendida. Recordé que Tyler suele arreglar y ordenar cuando está estresado. Al parecer ya había abandonado su habitación, o al menos había expandido su horizonte hasta la mía, aunque no se le veía por ninguna parte. Me deshice de mi playera y me acosté en la cama perfectamente hecha en lo que recuperaba energía para poner a correr el agua hirviendo de la tina. Unos minutos después me decidís hacerlo y me levanté, caminé hacia el baño y abrí la puerta. Las luces estaban encendidas y la tina ya estaba llena, con agua y con una persona: Tyler.
Mi mejor amigo se volteó al escuchar el ruido de la puerta y me dedicó una sonrisa apenada.
—Necesitaba un baño relajante...
—No te preocupes —interrumpí. En su baño no había tina.
La espuma cubría la superficie del agua y la totalidad de su cuerpo, dejándome ver únicamente sus hombros desnudos y mojados.
—No quería decir nada, pero...
Pude ver sus hombros tensarse.
—¿Qué pasó? —Se volteó de nuevo hacia mí. Estaba esperando una respuesta.
—¿Pasó algo en la fiesta? Te he notado raro.
Tyler no respondió. Vi su piel colorearse de rojo y sus labios abrirse para decir algo, aunque esas palabras nunca salieron.
Asentí, tratando de hacerle ver que no pasaba nada si no podía contestarme.
—Lo entiendo. ¿Pasó algo sobre el tema del que no hablas?
Sus ojos se pusieron llorosos y su boca se retorció en confusión, pero en unos pocos segundos su mirada cambió a la de una persona que se ha rendido y asintió.
—No puedo seguir ignorándolo —dijo con pesar y con un tono tan bajo que apenas le escuché.
—Nadie te pide que lo ignores. No hay nada malo en admitir tu verdad.
—Mi familia me desheredaría.
—Tu familia me apoyó cuando salí del clóset a los dieciséis, incluso cuando la mía me dio la espalda.
—Porque no eres su hijo. No eres el único hijo hombre que tiene que encargarse de la preservación del apellido.
—No seas dramático, no vivimos en el siglo XVII. —Reí—. Aparte, es homofóbico de tu parte asumir que los gays no podemos tener hijos. Y tampoco creas que alguno de mis horribles hermanos tiene posibilidades de tener hijos pronto. —Mi chiste no le hizo gracia.
Se acomodó en la tina y se hicieron ondas en el agua, moviendo la espuma.
—Ni siquiera estoy seguro de ser gay. —Me sorprendió su forma tan fluida de decirlo, tan practicada—. Me gusta el sexo con mujeres.
—Vivimos en la misma casa. Sé perfectamente cuánto te gusta. Lo he escuchado. —Esta vez sí se rió de mi chiste y sentí un rayo de esperanza, pero no duró mucho porque unos segundos después apretó los dientes y profirió un sonido de dolor—. ¿Estás bien? —agregué.
—Sí, sí. Es solo que en que he estado acostado por tres días, tengo adolorido el cuerpo.
—Sé como ayudarte.
Me acerqué a la tina y me quité los pants del gimnasio para que no se mojaran.
—¿Qué haces? —Tyler me miraba confundido mientras me quedaba solo en bóxers ajustados.
—Confía.
Me senté en el borde de la tina y, ante su negativa, metí mis pies y pantorrillas al agua. Mis dos piernas rodeaban sus hombros y su cabeza estaba a centímetros de mi entrepierna. El agua me llegaba casi hasta las rodillas.
—Tyson...
—No es nada malo. Confía.
Le comencé a acariciar la cabeza y sus cortos cabellos, masajeando todo su cuero cabelludo. No tardó en relajarse hasta el punto en el que echó la cabeza para atrás sin pudor, asentándola sobre el bulto que se marcaba en mi ropa interior. Sentía la presión de su cabeza sobre mi sexo y cada vez que se movía, una chispa recorría mi cuerpo, pero traté de disimular lo mejor que pude, pues si Tyler se enteraba de que lo veía como algo más que un amigo, todo estaría perdido.
—¿Te gusta?
Asintió para responder y sentí su nuca hacer presión en mi sexo. Bajé las manos a sus hombros y comencé a hacer un trabajo más pesado. Sus músculos resbalaban y se tensaban bajo mis dedos mojados y juguetones. Su cuello había perdido fuerza y ahora su cabeza estaba totalmente apoyada en mi regazo, tenía los ojos cerrados y se veía en paz, como si durmiera. Su cuello estaba descubierto y observé con detalle las líneas de los músculos. El resto de su cuerpo estaba escondido bajo la espuma, al igual que mis piernas que se entrelazaban con sus brazos y tocaban su torso desnudo. Por extraño que pareciera, Tyler y yo estábamos acostumbrados a la desnudez del otro. En los muchos años que llevábamos siendo amigos nos habíamos visto sin ropa en innumerables ocasiones, y no era nada raro para nosotros. Lo mismo pasaba con el contacto. Éramos una amistad que podía ser descrita como romántica, pues sin importar los prejuicios y miedos que Tyler pudiera tener sobre su sexualidad, eso nunca evitó un abrazo, un roce o una muestra de cariño entre ambos.
Mis manos siguieron masajeando sus hombros y el peso muerto de su cabeza había desaparecido de mi regazo, no porque se hubiera movido, sino porque no lo había hecho. Un sonido chillón penetró en mis oídos y despertó a Tyler, quien ya estaba casi dormido. Levantó su cabeza rápido, rozando mi miembro y generándome una punzada de excitación que decidí ignorar.
—Es mi celular —dije—. Debe ser Tristan.
Me levanté chorreando agua a mis alrededores y saqué mis piernas de la tina para dirigirme a la puerta del baño.
—Gracias por tratar de consolarme. —Me volteé hacia Tyler, quien me miraba fijamente—. Sé que intentabas hacerme sentir mejor.
—No —respondí—. Hablo en serio. Las cosas van a mejorar. Tienes una comunidad que te sostendrá si las cosas salen mal con tu familia.
—Una comunidad no es una familia —argumentó.
—Pero puede serlo.
Vi algo en sus ojos. Una pequeña chispa de esperanza. Abrió la boca, pero no dijo nada y, ante la falta de respuesta, salí del baño.
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ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)
SonstigesAdvertencia: Novela homoerótica (contenido +18 ocasional) Griffin consigue trabajo como fotógrafo de "Asmodeus", una revista gay extremadamente famosa, donde conocerá a un grupo de atractivos y lujuriosos modelos que le abrirán la puerta a una vida...