Tres hombres: Parte 1 (Griffin)

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—¡Ya te había dicho que no me gustaba este lugar! —grité para que Tristan me escuchara por sobre la música.

—¡No te escucho! —Claro que me escuchaba, pero no quería enfrentarme.

Tristan, Lucas y yo acabábamos de entrar a APOLO'S, el antro gay donde había conocido a Tyson, si podía decirse así.

Caminamos por el lugar hasta la barra y tengo que admitir que busqué a Connor, mi medio hermano, pero no había señal de él. Me relajé un poco, pero seguía, un poco tenso.

—Ten. —Lucas me ofrecía un shot—. Parece que necesitas relajarte un poco.

Le acepté el vaso y no dudé en tomarme su contenido. Mi garganta resintió el ardor, pero mi cuerpo estaba agradecido con lo que sabía que llegaría pronto si seguía tomando. Cosa que hice sin ninguna culpa. Las horas pasaron y la noción del tiempo comenzó a desvanecerse de mi realidad. Los tres bailábamos muy juntos y sin alejarnos el uno del otro. A veces Tristan se acercaba más de la cuenta, pero no tardaba en alejarse con la misma rapidez. Parecía que ambos se me insinuaban, pero no sabían muy bien qué hacer con el otro.

Noté que varios hombres se acercaron a ambos, pero ninguno quiso irse de nuestro pequeño círculo. Entre la confusión del alcohol y la calentura, me puse a pensar en la posibilidad de estar con uno o el otro, analizándolos y tratando de imaginarme con cuál tenía más química. La verdad es que no quería disgustar a ninguno así que trataba de no seguirles mucho el juego, cosa que parecieron notar porque dejaron de ser tan obvios en su cercanía a mí. No contaba con que nacería algo entre ellos dos y me sorprendía a sobremanera cuando los vi bailar pegados, ignorándome por completo.

Traté de acercarme, pero justo en ese momento, Lucas tomó a Tristan de la mandíbula y lo besó. Fue decidido y premeditado, intencional y apasionado. El otro no se negó, de hecho, le siguió el juego con muchas ganas.

—Tengo que ir al baño —murmuré antes de desaparecer entre la multitud, muy seguro de que no me habían escuchado, pero tampoco lo notarían.

Caminé de un punto a otro, incapaz de pensar en nada que no fuera ese beso. Tan rápido había perdido mi oportunidad con ambos. Era desastroso.

—Hey. —Alguien me tomó por la muñeca y volteé, asombrado.

—Ethan... —Mi alcoholismo jugó en mi contra al hacerme olvidar por un segundo toda la pelea de esa mañana.

—Griffin. Yo... quería hablar contigo.

Los recuerdos me golpearon después de una milésima de segundo y arranqué mi mano de entre las suyas.

—¿Qué haces aquí? ¿Me seguiste?

—No, no. Es casualidad, lo juro. De hecho, estoy con...

Entonces alguien le tocó el hombro y le ofreció un vaso, la persona salió de entre la multitud para revelar a Derek, mi ex.

—Griffin —dijo con recelo—. Veo que conociste a Ethan... es modelo.

—Sí, nos conocemos. —Ethan miraba a Derek y luego a mí—. ¿Ustedes...?

—Igual nos conocemos —dijo Derek con un tono seco y cortante, sin despegar la mirada de mí.

—¿Quieres hablar conmigo, pero ya sales con alguien más?

—¿Salir? No. Nos acabamos de conocer...

Derek casi suelta su vaso cuando insinué que eran algo. Luego me miró con esos ojos putrefactos e hizo su mueca de asco que tanto lo distinguía.

—Pues tal vez deberían salir. Serían perfectos juntos —dije antes de voltearme.

—Griffin...

—Ethan, no. Por favor ya no me busques. Si me ves en algún lado, ignórame. No existe nada entre nosotros, ni hay posibilidad de que suceda. Olvídalo.

—Pero yo...

Una mano me jaló. Era Tristan.

—Tienes muy mala suerte. Tus exes unidos para molestarte.

—¿Esos son los exes? —Lucas los barrió con la mirada—. Puedes conseguirte algo mucho mejor.

Los dos me arrastraron hasta la salida.

—Conozco otro lugar... —Tristan buscaba la ubicación en su celular—. Llamen al primer taxi que vean.

—Ya no tengo dinero... —Lucas le decía a Tristan.

—Caminaremos, entonces.

Los tres emprendimos el camino sin ser muy conscientes de lo lejos que estábamos de adónde sea que nos estuviéramos dirigiendo, pero la noche era larga.

—Necesito agua —dije cuando habíamos estado caminando por media hora.

—Ahí. —Lucas señaló una tienda que estaba a una calle.

—¿Alguien quiere algo?

Caminé hasta la puerta con paso tambaleante y tomé una botella de agua.

—¿Sería todo? —La mujer de la caja me miraba esperando una respuesta.

Asentí, y algo llamó mi atención a través del cristal. Lucas tomó la mano de Tristan al otro lado de la calle y lo arrastró hacia un callejón cercano. Salí de la tienda tan rápido como pude y casi olvidé mi botella. Me dirigí al callejón donde los vi desaparecer y no fue muy difícil encontrarlos. Lucas estaba con la espalda pegada a la pared y Tristan al frente. Ambos se besaban con locura y pasión sin ser conscientes de mi presencia. No me gustaba nada. Las manos de Tristan acariciaban a Lucas como debían acariciarme a mí, y el cuerpo de Lucas reaccionaba al de Tristan como debía hacerlo conmigo.

Me iba a alejar cuando Lucas abrió los ojos y fijó su mirada en mí. En un principio creí que se detendría, pero no fue así. Siguió besando a Tristan mientras me miraba. Luego se despegó de él y me dedicó una sonrisa coqueta. El otro pareció darse cuenta porque volteó y me vio. Al inicio se veía un tanto cohibido, como avergonzado, pero Lucas le susurró algo al oído y entonces los dos rieron. Tristan extendió una mano hacia mí.

—Ven —susurró, aunque se escuchó como un grito en el silencio del callejón.

Lo pensé por unos segundos y tomé su mano fría. Me jaló hacia él con cierta fuerza y cuando estaba muy pegado a él, sentí su mano posarse en mi espalda baja, casi abrazándome. Luego acercó su cara a la mía y el alcohol me hizo sentir que todo daba vueltas hasta que sus labios chocaron con los míos por segunda vez. Fue un beso suave, rápido y casi imperceptible, como si me estuviera pidiendo permiso. Al abrir los ojos, noté que Tristan no me miraba. Sus ojos estaban clavados en Lucas que nos miraba asombrado a solo unos centímetros de distancia. Entonces Tristan asintió y Lucas me sonrió. Se acercó a mí y un segundo beso impactó mis labios. De la misma manera, fue despacio y tranquilo. Los tres estábamos muy juntos, pero nos las arreglamos para separarnos lo suficiente para ver los gestos de los otros dos. La barrera de la privacidad estaba rota y era muy obvio que el sentimiento de vergüenza y asombro era algo comunitario, pero debajo de esa sensación, había una calentura que iba más allá de lo físico: Un hambre voraz por probar algo nuevo.

—¿Y si mejor vamos al departamento? —propuso Lucas, y tanto Tristan como yo asentimos.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora