🧪Albedo #6 𝓒𝓪𝓻𝓽𝓪𝓼

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Narración: Segunda Persona

Situación: ¿Has leído esas cartas de Albedo?

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E

stabas en tu casa, limpiando con calma después de ya 3 semanas en Espina Dragón. Desde que Albedo y tu eran una pareja oficial, te pedía directamente quedarte todo el tiempo con él en su campamento, aunque siempre decías que debías volver para encargarte de tus cosas también.

Aún le debías enseñar a tu novio inexperto que debes tener tu espacio, al igual que él claro. Ya que cuando estabas con él, se distraía bastante de sus propios experimentos, ya que solo al verte prefería darte besos por él rostro, mimos, abrazos justificando el frío de la montaña, te dibujaba pidiendo que posaras para él, y solo eso, aun no llegaban a más, obvio querías ir lento después de todo.

Al final, hoy pudiste regresar siendo acompañada por Sacarosa, la pobre que tuvo varias disculpas de Albedo por sus amenazas hacia ella y claro un merecido aumento que tu sugeriste, se lo merecía la pobre chica.

Aunque ella pareció emocionarse cuando le contaste de tu relación con el chico, se veía feliz por ambos y repetía lo lindos que se veían siempre. Y no hablar de la pequeña Klee que de inmediato te abrazo diciendo que ya eras su hermana mayor oficial.

-Termine la cocina.-suspiraste. Tu casa era pequeña pero se ensuciaba fácil ya que dejabas entrar a esos pequeños gatitos de la taberna de al lado.

Seguiste con la sala de estar, no había gran cosa, solo la mesita de café llena de las cartas que te mando Albedo cuando estabas molesta con él.

-¿y que hago con esto?-te susurraste mientras te arrodillabas en un cojín para tomar las cartas. Eran bastantes.-quizas...podría guardarlas. Si no las tire antes, menos ahora.-podrías guardarlas en una cajita.

Aun que...no las habías leído. Estabas tan molesta que solo las dejabas en la mesa regadas, pero tampoco las habías tirado.

Acariciaste uno de esos sobres

-b-bueno...puedo leerlas mientras las guardo ¿no? Son mías después de todo...-te decías a ti misma. Si alguien te oía pensaría que estabas hablando con alguien.

Te levantaste un momento, yendo a tu habitación para tomar una cajita que habías traído de Inazuma. Era algo de tu familia, según tu madre dado por la Acorte Electro a tu familia hacia años, no sabías si era cierto pero si que le tenias cariño. Dentro solo había un collar y un par de anillos de boda, igual cosas de tu familia. Los sacaste con cuidado, y tomaste la primer carta.

-bien...veamos.

Abriste el sobre, leyendo la corta frase en una bella caligrafía

"Describir con palabras la perfecta armonía que existe entre tu ser y tu inaudita belleza, es caer en la mayor contradicción con aquello que es indescriptible."


Apenas una carta, con una corta frase y ya te había hecho poner roja.

-¿estas son unas disculpas o un poema?

Guardaste la carta, tomándote un minuto para tomar la segunda.

"No entendía porque aquellos que estudian astronomía estaban enamorados de las estrellas, hasta que vi tus ojos y lo entendí de inmediato."

-Albedo...-estabas sonrojada y penas estabas leyendo

Tomaste una tercera, y un gran suspiro

"Tu sonrisa es una de esas que describen los poetas el día que se enamoran del mundo y de las letras."

Guardaste la carta, suspirando sonrojada. Albedo de verdad te podía sorprender.

Tomaste la cuarta carta

"Aveces pienso que eres la perfecta proyección de un poema que se escribió en Celestia cuando se creó el mundo."

-si hubiera leído esto antes, seguro corría a verlo.-te susurraste sonrojada.

Guardando la carta, tomando la quinta.

"La belleza es algo casi inexplicable, pero contigo de ejemplo no cuesta mucho ver razones para creer que está existe"

Te levantaste ahora para tomar agua, era demasiado para ti. Y aún quedaban cartas. Bebiste agua y después volviste para tomar la sexta carta

"Eres como ese grandioso atardecer, muchos lo pueden ver, pero solo uno sabe como descifrar esa belleza oculta que muchos quisiéramos tener."

Albedo de verdad te quería volver loca, y solo con unas cartas.

Ya no ibas a detenerte, solo te faltaban un par de estas.

Tomaste la séptima carta, y un trago de agua

"Mi único deseo en este momento, es dormir toda una vida. Porque solo en mis sueños puedo tenerte cerca."

No podías. ¿Como es que era tan bueno con las palabras?

-me vas a matar...

Una más, la octava carta ahora.

"Dicen que de amor no se muere, pero de que sirve seguir vivo si la ausencia de tu perfume me carcome mis alegrías y alimenta mis anhelos"

No ibas a negarlo, querías abrazar al chico, aunque penas te despedirte de él hace pocas horas.

Una más, la novena carta.

"Desde que te fuiste, estoy en el mismo abismo del que sin darte cuenta me sacaste"

¿Si llegabas de la nada a su campamento, lo confundirias después de explicarle lo de tener cada quien su tiempo?

Otra más, la décima y última carta al parecer.

"Un millón de palabras no te traerán de vuelta, lo sé porque las pronuncie. Un millón de lágrimas no te traerán de regreso, lo sé porque las he llorado"

Y con eso te rompió, guardaste con cuidado cada carta en la caja, cabían a la perfección y habían juego con los tesoros familiares.

Suspiraste al cerrarla, queriendo llorar de tanta emoción que te dio solo con diez cartas. Y aún así te faltaron unas más pero ya no podías leerlas o terminarias corriendo a ver al chico.

-Albedo...cielos.-cerraste tus ojos, limpiando las lágrimas.

Aunque un golpe en tu puerta te sorprendió.

Te levantaste y caminaste a esta, al abrirla te sorprendió el chico del que apenas habías mencionado segundos antes

-a-ah...perdona t/n, solo quería ver que hayas llegado bien. Se que debí quedarme y quizás mandarte una carta pero__-pero antes de que terminara de hablar, ya lo estabas abrazando.

Él no se negó a tu abrazo, rodeándote con sus brazos y acariciando tu cabeza.

-en serio...eres demasiado dulce para mi aveces.-susurraste, escondiendo tu rostro entre su cuello y hombro.

-¿hice algo? ¿Estas molesta porque vine?

-no estoy molesta...-susurraste pero al ver su cuello blanco, te acercaste a besar esa zona suavemente.

-A-Ah~ ¿y-y eso? Es nuevo...-se sorprendió al sentir tu beso.

-te voy a comer si me vuelves a dar esas cartas tuyas.-dijiste sonriendo traviesa, dejando al alquimista sonrojado

Reíste y le diste un beso más en el cuello, dándole esta vez una mordidita que hizo al chico brincar y jadear.

-Vete a tu casa ahora. Yo estoy ocupada.

-¿que?? T/n espera.-se quedó con la palabra en labios, porque cerraste la puerta.

Lo hubieras dejado entrar, pero era una venganza ligera por hacerte llorar con sus cartas.

Genshin Impact| Reader One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora