Capítulo 1

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Mi despertador suena como cada día a las siete de la mañana. Me levanto sin fuerzas ya que estas últimas semanas han sido agotadoras. Por fin he acabado mi etapa en el instituto y ahora, solo pienso en descansar. Tras haber dedicado una infinidad de horas a los libros, lo único que me apetece es disfrutar del verano. Me desperezo poco a poco mientras escucho música con mis ipods. Diez minutos más tarde, voy al baño y me lavo la cara y los dientes. Me miro en el espejo y casi que me entran ganas de llorar. Mi aspecto es horrible; tengo el pelo enredado e indomable, unas ojeras enormes, los párpados caídos y como siempre, los labios secos. Decido hacerme un simple recogido en lo alto de mi cabeza y me aplico crema hidratante en el rostro. Cinco minutos más tarde, me encuentro delante de mi armario. Elegir mi atuendo es algo que me encanta y me pone extremadamente feliz. Opto por una camiseta roja con cuello en forma de v, unos pantalones cortos negros y unas zapatillas blancas. La imagen que me devuelve el espejo es incomparable con la de hace apenas veinte minutos.
Decido bajar a desayunar. Mientras bajo las escaleras y llego a la cocina mi madre dice:
-Melisa, me voy a trabajar. Hay café en la encimera y carrot cake en el horno por si te apetece.
-Perfecto mamá. Que te vaya bien en la oficina.
-Gracias cariño.
Me dirijo hacia la encimera y me sirvo más leche que café. La verdad es que mi cuerpo no tolera muy bien la cafeína. Me muero de hambre y no me puedo resistir al magnífico olor a dulce. ¡Soy una golosa, lo admito! Sin pensarlo abro el horno y agarro la bandeja para sacar la tarta. Inmediatamente, comienzo a chillar como una posesa porque me he quemado los dedos. Voy en busca del botiquín y como chica independiente y futura médica, me las apaño yo solita para curar la herida. Vuelvo a la cocina y contemplo el bizcocho tirado en el suelo. Me pregunto para mis adentros por qué tengo tan mala suerte.
Recojo todo el desastre que he liado y finalmente, mi desayuno se reduce a la taza de leche y a unas galletas Oreo empaquetadas.
Mientras reviso los mensajes y contesto, suena el timbre. Voy hacia la puerta y abro. Un hombre de mediana edad murmura:
-¿Melisa Suárez?
Asiento y me entrega un sobre.
-Firme aquí, por favor.
Hago lo que me indica, le doy las gracias y se marcha.
Miro el sobre embelesada porque la verdad es que no estoy a la espera de ninguna carta ni cita médica.
Le doy la vuelta al sobre y leo el remitente: Universidad Heidelberg. ¡No me lo puedo creer! Es la universidad más prestigiosa de toda Alemania y uno de los mejores lugares para estudiar Medicina. Me llevo la mano a la boca porque estoy impactada. Decido abrir el sobre, despliego los papeles y leo:

Señorita Suárez,
El departamento de Medicina ha creado un proyecto para que jóvenes con excelentes resultados y con gran potencial como usted puedan estudiar la carrera de Medicina en nuestra universidad. Como podrá comprobar en el resto de papeles que le envío, se ha llevado a cabo un estudio y usted está entre las elegidas porque sin duda sus notas son extraordinarias.
Espero su respuesta a nuestra oferta. Si tiene cualquier duda contacte con nosotros.
Dr. Bernhard Eitel

¡MA-DRE-MÍA!
Jamás se me había pasado por la cabeza irme a estudiar al extranjero. Nunca me había imaginado separarme de mi familia y amigos.
Jamás pensé que me ofrecerían algo así.
Siempre he sido consciente de mis buenas notas porque trabajo duro y me esfuerzo muchísimo pero este no era en absoluto mi propósito. Estoy completamente atónita y me quedo perpleja.
Paso el resto del día buscando información sobre este proyecto y estoy realmente fascinada. Es una oferta que no puedo rechazar.
Las horas pasan volando y sin darme cuenta ya son las nueve y está anocheciendo.
Mis padres entran junto a Natalia, mi hermana, en casa. Juntos preparamos la cena y cuando estamos sentados a la mesa ya no aguanto más y digo:
-Tengo que comentaros un asunto sobre mis estudios y...
Mi padre me interrumpe:
-Hija, no nos preocupes por favor. ¿Es algo malo?
Ahora, mi madre señala:
-Melisa, ¿es que ya no quieres estudiar medicina?
-Mamá, papá; por favor, dejadme hablar y no digáis tonterías. Por supueso que quiero estudiar Medicina, es mi sueño desde que tengo uso de razón.
Me levanto de la mesa y cojo el sobre. Se lo entrego a mis padres y me miran estupefactos. Durante unos minutos que se me hacen eternos, leen con esmero y en voz alta la carta. Cuando acaban no añaden nada más.
-Por favor, decidme algo.
Mi padre comienza a hablar:
-Hija, es una propuesta excelente pero no es lo que tu madre y yo teníamos en mente.
-Papá, te aseguro que yo tampoco esperaba esto. Pero creo que sería genial para mi futuro.
Mi madre interviene en la conversación:
-Mel, es una decisión que debes tomar tú. Tu padre y yo te vamos a apoyar siempre y si es lo que quieres, despliega tus alas y vuela, cielo.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas. Estoy emociada. Debo admitir que la reacción de mis padres me daba un poco de miedo.
Ambos se levantan y me abrazan.
-Os quiero taaaantoo.

La pequeñaja que vive ajena a lo que está pasando nos indica que tiene hambre a su manera, es decir, golpeando los cubiertos en la mesa. ¡Mi hermanita es una monada!

El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora