Capítulo 54

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Las palabras de Odei me han llegado al corazón. Sin embargo, no me veo preparada para volver con él. Siendo sincera, no creo en las segundas oportunidades. Puede sonar demasiado tajante pero es la verdad.

-Odei, necesito tiempo para asimilar todo esto. Te he visto después de casi seis años y no estoy preparada. No puedo afrontar otro cambio más en mi vida. Llevo viviendo aquí casi una semana y aún me estoy adaptando. He empezado un nuevo trabajo. He conocido a gente nueva... Todo es nuevo para mí- le explico.
-Te entiendo perfectamente. Yo he pasado por lo mismo. Tuve que vender mi casa en Alemania para mudarme aquí. Te daré el tiempo que necesites- me informa.
Asiento con la cabeza medio aturdida y él murmura:
-¿Dónde vives?
-A dos calles de la sede sel FBI.
-Te llevo a casa- añade.
-No es necesario. Puedo llamar a un taxi- aseguro.
-Vamos, Melisa. Tengo el coche aparcado en esa esquina- dice señalando con el dedo.
-Está bien- accedo.

Es una noche fría de invierno. La luna llena reina en el firmamento plagado de estrellas que titilan. La calle está inquietantemente solitaria y los coches aparcados brillan blanquecinos por la escarcha. Subimos, pone la calefacción y conduce con cuidado, como siempre.
-¿Por qué no has dicho que nos conociamos?- inquiere Odei.
-No quería interferir en tu trabajo- digo haciendo hincapié en la palabra "tu".
-No me molesta en absoluto- responde con sinceridad.
-Además, ahora somos compañeros de trabajo- afirma.
-¿Trabajaremos juntos?- pregunto dubitativa.
-¿Tú qué crees?
-Mmm... no sé. Yo creía que no tenía nada que ver con los agentes del FBI. Os doy el resultado de la autopsia y ya está, ¿no?
-¿En serio crees que tu trabajo se reduce a hacer autopsias?- pregunta mirándome fijamente a los ojos.
-Eso es lo que ponía en el contrato que firmé. ¿Qué más tengo que hacer?
-Para empezar tienes que acudir a la escena del crimen.
-¿¡Cómo!?
-Pero vamos a ver, Melisa. Trabajas para el FBI, tendrás que ayudarnos durante todo el proceso. ¿Qué pensabas?
-Eso no me lo han dicho- asevero.
-Es que se sobreentiende.
-Pues yo no lo he "sobreentendido".
Si tengo que hacer eso, renuncio.
-¿Cómo que renuncias?
-Que dejo el trabajo. Yo nunca he acudido a la escena de un crimen. No estoy preparada para eso. Soy incapaz.
-¿Te estás escuchando? Eres médica forense. Claro que puedes hacerlo.
-Odei, empecé a trabajar hace tan solo seis meses. Solo he aprendido a realizar autopsias y exámenes externos. Me he centrado en solicitar pruebas de laboratario y revisar los resultados. Poco más. No tengo mucha experiencia- digo con nerviosismo.
-Tranquila, yo te enseñaré.
-¿Tú?
-Pues claro. ¿Quién mejor que yo? Estaré a tu lado en todo momento. No te voy a dejar sola.
-¡Dios mío! Espero que no ocurra nada porque yo no me veo capacitada.
-No es para tanto- me calma Odei.

El resto del trayecto transcurre en pleno silencio. Cuando detiene el coche frente a mi casa, murmura:
-Buenas noches, Melisa.
Abro la puerta y salgo al exterior.
-Buenas noches, Odei. Que descanses- digo con voz adormilada.
Cruzo el paso de peatones y abro la puerta del edificio.

Me bajo de los tacones y recupero mi estatura. Me pongo el pijama y me desmaquillo. Vuelvo a ser yo y me voy a dormir. ¡Estoy reventada!

Un ruido ensordecedor provoca que me desvele. ¿Qué está pasando? ¡Joder! Es domingo...
Me levanto de la cama atontada y me doy cuenta de que alguien está llamando al timbre. Descuelgo el telefonillo y contesto molesta:
-¿Qué?
-Buenos días, pequeña.
¡Mierda! ¡Es Odei! ¿Qué hace aquí? No me puede ver con estas pintas.
-¿No me abres?
-Voy- digo.
Corro como una bala por toda la estancia con la intención de ordenar un poco pero antes de que me dé cuenta, ya está llamando a la puerta. Abro y dice:
-¿Te he despertado?
-Sí- digo con voz somnolienta y cierro la puerta.
-¡Perdón! Pensaba que a estas horas ya estarías en pie.
-¿Qué hora es?-pregunto.
-Las doce y media de la mañana- responde mirando el reloj de muñeca que yo le regalé.
-¿Te gusta?
-¿El qué?
-El reloj- aclaro.
-Sí, no me lo he quitado desde el día que lo vi tirado en el suelo- afirma.
-Perdona el desorden... y mis pintas.
-Estás preciosa- murmura.
-No digas tonterías, estoy hecha un desastre. Parezco un oso panda.
Reprime una carcajada y me mira con el ceño fruncido.
-¿Qué?
-Nada.
-Dímelo- ordeno.
-Me encanta tu pijama- dice señalando el dibujo del osito.
-A mí lo que me gusta es lo calentito que es. Mira que tejido, es franela- digo sin pensar.
Se acerca a mi lado y posa sus manos sobre mis hombros.
-Muy suave- murmura deslizando sus dedos por mis brazos.
Me estremezco y cambio de tema.
-Voy a prepararme una infusión, ¿te apetece?
Asiente con la cabeza y nos vamos a la cocina. Saco dos tacitas, las lleno con agua caliente y añado la bolsita de manzanilla.
Le tiendo su taza y murmuro:
-Voy a cambiarme.

Me lavo la cara y me cepillo el pelo. Me pongo unos pantalones vaqueros y un jersey buganvilla. Me miro en el espejo y salgo de mi habitación.

Veo a Odei sentado en un taburete junto a la barra bebiendo su té. Me acerco hasta él y bebo un sorbo de mi taza.
-¿Salimos a dar un paseo?- me pregunta.

El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora