Capítulo 56

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Después de pasar media hora en el sofá hablando, el teléfono de Odei suena. Segundos más tarde lo hace el mío. Me comunican que se ha cometido un crimen y tengo que acudir para certificar la defunción y levantar el cadáver. Cuelgo y miro a Odei. Adivina lo que está circulando por mi cabeza. Miedo. Incertidumbre. No es la muerte lo que me sobrecoge sino las circunstancias que la rodean. Mi trabajo por primera vez puede esclarecer detalles que supondrán graves consecuencias. Siempre que he revelado la causa de la muerte de un fallecido me he sentido aliviada. El duelo de los familiares se hace más ameno tras saber el motivo por el que su familiar ha dejado esta vida. Sin embargo, esta vez hay asesinos y víctimas detrás.

Odei me coge la cara entre sus manos y me tranquiliza diciéndome que estará a mi lado y que soy capaz de esto y mucho más.

A las ocho llegamos a la escena del crimen. Por el camino nos informado de que se trate de un ajuste de cuentas. Un magnate ruso ha acabado con la vida de la mujer de un empresario multimillonario. Su nombre era Josephine Beckan y era reputada periodista estadounidense. Estaba corriendo por el bosque cuando al parecer, recibió varias puñaladas por la espalda.

Antes de bajar del coche, Odei me coge la mano y me susurra:
-No dudes de ti misma. Sal ahí fuera y demuestra tus capacidades. Has estudiado mucho para llegar hasta donde estás y nadie puede custionar tu profesionalidad.
-Gracias por confiar en mí.
-Tú fuiste la primera que confiaste aquel día cuando curé tus heridas.
-Vamos, nos están esperando.
Bajamos del coche y nos acercamos a la zona delimitada por un cordón policial. Enseñamos nuestra respectiva documentación y el comisario nos deja pasar. Atrás quedan miles de periodistas y reporteros que buscan declaraciones. A pesar de ello, cuando el FBI está implicado, la información que trasciende es mínima.

Caminamos varios metros y nos posicionamos delante del cádaver que está boca abajo. Están clavando varias picas naranjas con el fin de delimitar el perímetro. Además, un hombre pelirrojo de mediana edad está introduciendo en una bolsa de plástico una riñonera gris.
El cuerpo sin vida se encuentra boca abajo con la cabeza ligeramente girada hacia la derecha.
De repente aparece un agente con uniforme y saluda a Odei. Le indico que soy la médica forense encargada del caso y le informo de que debo empezar a realizar el informe.
Saco de mi mochila los documentos y empiezo a anotar.
En primer lugar, relleno los datos personales: nombre completo y edad.
A continuación, pregunto al agente el número que ha sido asignado para este caso.

Una vez completada la información básica, debo comenzar con mi labor.
Observo a la víctima detenidamente. Se encuentra en posición decúbito prono con las extremidades extendidas a ambos lados del cuerpo. Su pelo castaño se encuentra disperso, mojado y con barro alrededor de su cuello.
Su ropa está manchada de sangre, concretamente, en la zona de la espalda. Al parecer, le han asestado dos puñaladas en la región lumbar.
Tanto Odei como yo nos ponemos unos guantes de plástico y procedemos a investigar las heridas. Nos agachamos y observamos los cortes provocados por lo que parece ser un arma blanca. Odei me informa de que se trata de un cuchillo Santoku. Un cuchillo de origen japonés muy ligero cuya cuchilla mide 12 cm. No puedo evitar sorprenderme. Sin embargo, las apuñaladas no son excesivamente profundas. Sin dudarlo, aseguro que estas no han sido las causantes de la muerte.
Todos me miran esperando más detalles.
-Las hemorragias producidas por el apuñalamiento son reducidas. Alrededor, tan solo hay un pequeño charco de sangre. Y hay tres incisiones. Si el asesino quería acabar con su vida mediante esta táctica, sus puñaladas hubiesen sido más profundas y como consecuencia, habría más sangre.
Los agentes toman fotos desde múltiples posiciones. Mi deducción les convence.

Yo reafirmo mi teoría tras apartar su cabello con un bolígrafo y descubrir que tiene marcas alrededor del cuello.
-Definitivamente, nos encontramos ante un caso de SPB, sofocación por bolsa. Una bolsa de plástico fue ajustada a su cuello provocando una insuficiencia celular que impide recibir y utilizar el oxígeno. Aún así, la autopsia revelará la existencia o no de otros factores acelerantes o coadyuvantes del proceso de muerte como podrían ser determinados gases. Incluso podrían haberse dado compresiones cervicales a la vez.
Todos me miran y tras indicar que el informe está listo, doy inicio al proceso para levantar el cadáver y trasladarlo al hospital donde se realizará la autopsia que revelará la hora exacta de la muerte y más detalles.

Nos alejamos del área acordonada y nos detenemos junto a un árbol.
-Buen trabajo, señorita Suárez- murmura Odei estrechando su mano con la mía.
-Gracias. Usted también es muy eficaz- digo siguiendo su juego.
Los demás agentes nos observan con incredulidad y nosotros nos miramos de forma cómplice.

-Mi trabajo aquí ha terminado, señor Hoffmann- le informo y comienzo a caminar.
-¿Adónde vas?- pregunta a mis espaldas.
-Me voy a casa.
-No tienes coche. Has venido conmigo- afirma.
-No te preocupes. Llamaré a un taxi.
-De eso nada. Nos vamos juntos- asegura.
-¿No tienes que trabajar? Se trata de un caso bastante difícil de resolver...

-Le diré a Oliver Maxwell que me cambie el turno. Me debe una y ya va siendo hora de que haga algo por mí- dice sacando el móvil del bolsillo.
Me quedo perpleja. Hace unos años, Odei no hubiese sido capaz de renunciar a su trabajo... por mí.

-El caso más difícil de resolver eres tú- dice para sus adentros y no logro entenderlo. Me coge de la mano y caminamos hasta su coche.



El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora