Capítulo 8

38 10 2
                                    

Cuando llegamos a recepción, se abren las puertas del ascensor y salimos.
El botones saca el equipaje y se retira. Odei me dice:
-Tengo que ir a recepción para dejar la tarjeta de la habitación y pagar. Espérame, ¿vale?
-Sí.
Me quedo de pie junto a las maletas mientras él va al mostrador. Su silueta es perfecta. Su manera de andar cautivadora. Su pelo rubio alborotado es una tentación. La forma en la que gesticula y mueve sus carnosos labios me vuelve loca. Sus manos.... ¿¡Pero qué estoy diciendo!?
Unos minutos más tarde, Odei regresa a mi lado y me dice:
-¡Listo! Es hora de irse.
Yo asiento y cojo parte del equipaje. Odei se encarga del resto. Ambos caminamos hasta la puerta principal. Él se adelanta y sujeta la puerta para que yo pueda salir. ¡Qué caballero! Caminamos hasta llegar a su Audi. Él mete todo el equipaje en el maletero mientras yo me subo al coche. Cuando acaba, rodea el coche y se monta. Me pregunta dónde vivo. Le doy la dirección de mi casa y se pone en marcha. Estamos callados y el silencio me acelera el corazón.
Decido hablar para hacer el viaje más ameno:
-Odei, ¿por qué has venido a España?
-Porque he tenido que asistir a una conferencia. Cada tres meses suelo venir a España. Mi equipo es el encargado de investigar diferentes casos alrededor del mundo y yo soy el responsable de este país.
-Ah. ¿Desde cuándo hablas español?
-Desde niño, tengo familia aquí y mis padres me apuntaron a clases para aprender.
-La verdad es que hablas bastante bien aunque desde que te vi supe que eras alemán.
Él frunce el ceño y murmura:
-¿Por qué?
-Bueno, el acento te delata y eres rubio. Alemania y los rubios, toda una historia. ¿No crees?
Él se ríe y yo también. A continuación, añade:
-Me dijiste que quieres ser médica. ¿Dónde vas a estudiar la carrera?
-Aún no lo tengo claro. Soy bastante indecisa- murmuro. La verdad es que no tengo ganas de contarle la oferta que he recibido. Somos dos personas que se conocen de hace apenas unas horas.
-Aún tienes tiempo para decidir. Cuando yo estudié cambié tres veces de idea. Primero quería estudiar ingeniería naútica. Luego, opté por arquitectura. Y, ya ves cómo he acabado: agente del FBI.
De nuevo nos quedamos callados. Lo único que se oye es el ruido del motor y los pájaros cantando. Para romper el silencio, le pido que ponga la radio.
Comienza a sonar una canción de Adele.
-¡Mi cantante favorita!- grito con emoción.
Odei me mira y esboza una sonrisa que me permite ver sus relucientes dientes.
Conduce durante cinco minutos más hasta que detiene el coche justo delante de mi casa. Me desato el cinturón de seguridad, cojo mi cartera, abro la puerta y salgo del Audi.
-Gracias por todo, Odei- digo.
-Ha sido un verdadero placer, Melisa. Te aseguro que ha sido de los mejores días de mi vida. Han pasado tantas cosas... ¡Qué locura!
-Ni que lo digas- murmuro.
Cierro la puerta del coche y me dirijo hacia mi casa. Saco las llaves de la cartera y abro la puerta del porche. Me giro para cerrarla y tras las rejas veo que el coche sigue parado. Odei me mira y dice:
-Que le vaya bien, señorita Suárez.
-Lo mismo digo, señor Hoffmann.
Sus ojos encuentran en la distancia a los míos. Permanecemos así durante unos segundos y finalmente, pone el coche en marcha y se va.
Un sentimiento de pena invade todo mi cuerpo. Me giro y subo las escaleras de mi casa. Abro la puerta y entro. Mis padres habrán salido con mi hermana al parque porque no oigo nada.
Miro el reloj que hay en la entrada y me indica que son las diez. Me voy a mi dormitorio. Me quito las cuñas, la ropa, los pendientes y los vendajes. Me doy una ducha reconfortante y me lavo el pelo. Cuando salgo, me lío una toalla alrededor del cuerpo y me dirijo a mi armario. Saco unas mallas de deporte negras, un sujetador deportivo, una camiseta de tirantes y unas chanclas. Me visto y regreso al baño. Me seco el pelo y me hago una coleta alta. Aplico crema hidratante en mi cara, me pinto los labios y me echo colonia. Recuerdo el aroma del perfume de Odei y de forma involuntaria, acerco la muñeca a mi nariz. ¡Mm! La fragancia aún sigue impregnada en mi piel.
Recojo la habitación y bajo a la cocina. Tengo hambre y me tomo un batido de vainilla. Cuando termino y friego el vaso, me voy al salón. Veo la tele un rato hasta que llegan mis padres.
Mi hermana Natalia se abalanza sobre mí y yo la recibo entre mis brazos. ¡Cómo quiero a esta pequeñaja! Saludo a mis padres que van a dejar las compras en la encimera de la cocina. Me levanto del sofá y les ayudo a preparar el almuerzo. Como todos los domingos toca paella. Pongo el mantel en la mesa y coloco los cubiertos. Cuando el arroz hierve, mi madre sirve tres platos y comenzamos a comer.
Tras beber un poco de agua, murmuro:
-He decidido aceptar la propuesta de estudiar en Alemania.
Mis padres me miran boquiabiertos.
Yo prosigo:
-Como ya os comenté esta oferta me brinda una oportunidad que no puedo dejar pasar. Mañana me pondré en contacto con el rector de la universidad.
Mi padre murmura:
-Cielo, si es lo que quieres, por supuesto que te vamos a apoyar. Aún quedan unos meses para que empiece el curso y podemos prepararlo todo.
-Gracias, papá. Me voy a descansar un poco a mi cuarto.

El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora