Capítulo 31

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-¿Qué te ha dicho la enfermera?
-Me ha dado el alta.
-Me alegro mucho. Ya mismo en casita.
-Me ha gustado que me llames amor.
-¿Amor, te ha dado tu hermana el regalo? 🥰
-¿Qué regalo? No me ha dado nada.
-Se le habrá olvidado. No pasa nada. Ya te lo dará.
-Lo quiero YA.
-Yo no puedo hacer nada. Pídeselo a ella.
-Ha ido a tomarse un café.
-Pues espera a que vuelva.
-¡Joder! Odio esperar.
-Uy uy que se enfada 👿
-Melisaa
-¿Qué?
-Te la estás ganando...
-¿Qué me vas a hacer si estás en la otra punta del mundo?😏
-Cuando vuelva.
-No me da miedo, señor Hoffmann.
-Pues debería.
-Jajaja. Me voy a dar una ducha y a dormir que sufro un jet lag impresionante. Para el dineral que me costó el vuelo lo he pasado bastante mal y ni siquiera he visto la ciudad.
-¡Hostia, es verdad! ¿De dónde has sacado el dinero?
-No te preocupes, al fin y al cabo ha merecido la pena. Solo me he gastado todo el dinero que me dio mi familia en la fiesta de mi dieciocho cumpleaños. 🤣
-Te lo devolveré.
-Ni se te ocurra porque no los voy a aceptar.
-Eso ya lo veremos.
-No hay nada que hablar. El tema está zanjado. 🤝
-Está bien. Guardaré el dinero y en futuro viajaremos juntos.
-✈ Suena muy bien.
-Voy a descansar. Un beso pequeña.
-Vale. Escríbeme mañana en cuanto llegues. Me muero por verte. Ily to the 🌑 and back.
-¿Ily?
-I Love You. 🥰

A la mañana siguiente me despierto a las seis y media y me doy una ducha. Me visto con unos pantalones vaqueros rotos, un top negro y una sobrecamisa verde. Además, me pongo unos botines negros que me compré el año pasado. Desayuno un vaso de leche y una tostada con mantequilla. ¡Mm!
Cojo mi maletín y me voy a la universidad. Charlo con Eda antes de entrar y me invita a una fiesta que celebran el viernes.
-No sé si podré ir.
-¿Tienes mejor plan?
-Aún no lo sé. Creo que voy a pasar el fin de semana con mi novio.
-¿Tienes novio?- pregunta incrédula.
-Sí, se llama Odei.
-Ya me contarás cuando salgamos de clase- dice mientras me agarra del brazo y nos adentramos en el pasillo.
Las horas se hacen eternas porque tenemos clase de bioestadística y el profesor Zimmerman no sabe explicar. No me entero de nada porque se desvía del tema cada dos por tres. Es imposible pillar el hilo de la conversación.
Cuando termina la jornada Eda y sus amigas deciden comer fuera. Me apunto a su plan y vamos a un restaurante en el que sirven comida mexicana. Pillamos una mesa para seis y pedimos. Yo elijo una quesadilla de pollo y una Coca-Cola.
Veinte minutos más tarde nos sirven la comida.
-Melisa, háblanos sobre Odei- dice Eda.
-¿Qué queréis que os diga? Preguntadme vosotras y yo os contesto.
-¿A qué se dedica?- pregunta Aubrey.
-Es agente del FBI.
-Menudo partidazo- dice Emma.
Me río y ellas siguen con sus preguntas:
-¿Es alemán?- inquiere Adelina.
-Sí pero sabe español.
-¿Cómo os conocisteis?- pregunta Agatha.
-Nos conocimos por primera vez en España. Me fui de fiesta con mis amigas y me echaron algo en la bebida que provocó que me encontrase mal. Decidí salir a tomar el aire y me desmayé en la puerta. Él me cogió en brazos y me llevó hasta un banco. Al principio pensé que era un chulo porque se presentó como Odei Hoffmann. ¿Qué chico de nuestra edad dice su apellido?
Todas me miran atónitas y yo prosigo:
-Me quiso llevar al hospital pero me negué porque estaba muy cansada. Finalmente accedí a que me llevase a su casa que resultó ser un hotel con tal de que mis padres no me viesen en ese estado. Curó el esguince de mi tobillo y pasé la noche con él.
-¿¡Os liásteis!?- murmura Eda.
-Noo, dormí en su cama mientras él trabajaba.
-¿¡Qué!?-dice Aubrey.
-No pasó absolutamente nada por la noche. Desayunamos juntos y me llevó a casa. Me despedí de él pensando que no volveríamos a vernos nunca. Pasó el verano y acepté la propuesta de estudiar aquí. Nos encontramos de nuevo en el aeropuerto y hemos estado juntos hasta hoy.
-Parece de película- dice Agatha.
-Tienes que presentárnoslo- murmura Emma.
-Claro, en cuanto se recupere os lo presentaré.
-¿Qué le ha pasado?- inquieren al unísono.
Le cuento lo sucedido y todas se quedan impactadas.

Más tarde, mi móvil comienza a sonar. Miro la pantalla y digo entusiasmada:
-¡Es Odei!
-Contesta- murmuran al unísono.
Hago lo que me piden y oigo su voz:
-Melisa, ya estoy en casa.
-¡Qué bien! Iré a verte en cuanto pueda.
-¿Dónde estás?
-Estoy en un mexicano con mis amigas.
-Genial. Traéme pastel de tres leches por favor. ¿Lo has probado?
-No.
-Pues compra dos trozos.
-Vale. Luego nos vemos.
-Un beso canija.
-Adiós grandullón.
Cuelgo la llamada y mis amigas me miran de forma inquisitiva.
-¿Qué pasa?-pregunto dubitativa.
-¿Que qué pasa? Que estás enamorada hasta las trancas. No te imaginas cómo te brillan los ojos- dice Aubrey.
-Anda vete con él- murmura la francesa.
-Puede esperar- digo.
-No te hagas la dura. Te mueres por verlo.
-Está bien. Lleváis razón- admito.
Les doy un beso a cada una y me dirijo al mostrador. Pido dos trozos de pastel y pago.

Después, cojo un taxi y me voy a casa de Odei. Cuando llego, me monto en el ascensor y le aviso de que estoy subiendo para que desbloquee la puerta. Angelika me está esperando en el recibidor.
-Bienvenida- dice mientras me da un abrazo.
-Gracias guapa.
-Yo me voy a dar una vuelta y así os dejo solos. Cuando te vayas me avisas, ¿vale?
-Claro.
Camino hasta el salón, dejo la caja con el pastel en la mesa y veo a mi chico tumbado en el sofá junto a Sirio. ¿Pero por qué deja que el perro se suba al sofá? Tiene tela...
-Hooolaa- digo dándole un beso en los labios.
-Hoolaa- murmura imitando mi tono de voz.
Esbozo una sonrisa y murmuro:
-¿Hay sitio para mí en el sofá? Veo que estáis aquí los dos muy cómodos y no necesitáis a nadie más- refunfuño.
-Claro que sí. Dile a Sirio que se aparte.
-Pero si a mí este perro no me quiere ni ver... ¿tú te crees que me va a hacer caso?
-Ya verás.
Me acerco hasta el perro y digo mientras acaricio su lomo:
-Sirio, ¿puedes moverte un poco para que me siente?
El perro ni se inmuta. Vuelvo junto a Odei y digo indignada:
-No funciona.
-Mujer, si se lo dices así es normal que no te haga caso.
-¿Y cómo quieres que se lo diga?
-Tiene que ser una orden no una súplica.
Regreso junto al perro y digo con voz firme:
-Sirio, apártate.
El perro salta del sillón y corre por el pasillo. ¡Increíble!
-Bien hecho- murmura Odei.
Me siento a su lado y entrelazo mis dedos con los suyos.





El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora