Capítulo 60

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Horas más tarde, noto que Odei se remueve entre las sábanas. Se levanta de la cama y estira los brazos. Me fijo en su pelo rubio alborotado, en sus abdominales, en sus fuertes brazos... Está guapísimo aun recién levantado.
-¿Dónde vas?- pregunto adormilada.
-Al trabajo.
-¿En serio? No sabía que hoy te tocaba currar.
-¿Tú no trabajas hoy?
-Me toca el turno de tarde- le informo.
-Bueno, no pasa nada. Puedes quedarte aquí durmiendo.
-Anda ya. ¿Cómo me voy a quedar aquí sola?
-Confío en ti. Ya eres mayorcita y no creo que vayas a pegar fuego o inundar la casa- anuncia en tono burlón.
-Como siempre tan chistoso.

Sale del vestidor con el uniforme puesto. ¡Cóooomo me pooone!
Me quedo embobada hasta que me lanza un cojín, sacándome de mi ensoñación.
-¡Aaayy!- me quejo.
Él esboza una carcajada y mira su reloj.
-¡Mierda! Voy a llegar tarde.
-Me declaro culpable de tu retraso- murmuro.
-Ya me las pagarás, guapa. No vas a salir impune- dice poniéndose el abrigo.
-¡Qué tentador!- exhalo.
-Descansa, canija.
-No lo dudes. Tengo la cama entera para mí...
Me dejo caer de nuevo en el colchón de forma dramática y él viene hacia mí con una gran sonrisa de oreja a oreja. Me arropa con la colcha y me besa en los dos mofletes. Extiendo mis brazos y enredo mis dedos en su pelo para peinarlo. Él sigue besándome y poso mis manos en sus hombros.
-Vas a llegar tarde- afirmo.
-No creo que me despidan por llegar tarde un día- anuncia.
-No tiente a la suerte, señor Hoffmann. El trabajo es lo más importante para ti.
-Lo era- rectifica.
-¿Y ahora qué es lo más importante en tu vida?
-Una médica que se llama... ¿cómo era su nombre? No lo recuerdo... ¿Marisa? ¿Elisa? ¿Nerissa? Algo así. Espera que piense detenidamente. Esto... Melisa.
-Deja de hacer el tonto, anda. Vete a trabajar ya- murmuro.
-¿Me estás echando?- pregunta en tono burlón.
-Sí, y lo mejor de todo es que te estoy echando de tu propia casa- afirmo.
Se abalanza sobre mí y me hace cosquillas en los costados.
-¡Para! ¡Odei! ¡Noo! ¡Por favor! ¡Aayyy!
Él ni se inmuta de mis ruegos y yo me remuevo inquieta bajo su pesado cuerpo.

Cuando se detiene, giramos y soy yo la que queda encima de él. Me siento a horcajadas y pongo mis manos sobre su pecho. Él aprovecha esta posición para acariciar mis muslos.
-Para-ordeno.
-Ahora te toca sufrir a ti- digo guiñándole un ojo.
-¿Sufrir?- pregunta frunciendo el ceño.
-Ahora lo verás.
Me inclino hacia él y susurro directamente en el oído:
-Juguemos a un juego. Dime una cosa que sea cierto sobre ti y otra que sea mentira. Si adivino cuál es verdad, gano un premio. ¿Te animas?
-Por supuesto. ¡Que comience el juego! Con una condición, si pierdes elijo plan para el finde.
-Me parece bien- digo estrechando mi mano con la suya.
-Como chocolate todos los días y odio jugar al pádel.
-¡Qué fácil! ¡Eso no vale! Está claro que lo primero es mentira.
-Cierto. Ahora tú.
Lo pienso detenidamente y pronuncio:
-Soy Leo y mi libro favorito es Orgullo y Prejuicio.
-Puff. No tengo ni idea- dice rascándose la cabeza.
-Adivínalo. Se supone que eres bueno detectando mentiras...
-El error es que eres Leo- dice tras unos segundos.
-Fallo. ¡Melisa 1- Odei 0!- exclamo.
-Me toca de nuevo.
Asiento con la cabeza y murmura:
-Adopté a Sirio hace ocho años y fui modelo fitness para Nike.
-¿Modelo? ¡Menudo disparate!- comento.
-Te equivocas. Sí que lo hice. Has perdido- dice levantando una ceja.
-Ahh... ¿por eso tienes tantos seguidores en Instagram?
-¿Me has stalkeado?- pregunta con una sonrisilla.
¡Mierda!¡Me he delatado yo solita!
-Bueno... ya estamos empatados- anuncio cambiando de tema drásticamente.
-Te toca otra vez- murmura.
-Sí, esta es la ronda definitiva. Si aciertas, eliges plan.
-Dispara- musita con voz ronca.
-Mi escritora favorita es Mercedes Ron y me gusta pintarme las uñas de color blanco.
-Lo tengo claro. Te gusta el blanco pero nunca te has pintado las uñas de ese color... así que debe ser cierto que te encantan los libros de esa autora.
Me conoce mejor de lo que pensaba...
-¿Me equivoco?- inquiere.
-Para nada. Esta vez he perdido yo- digo levantando las manos como gesto de derrota.
-Perfecto. No hagas planes para este finde...
-¿Tienes algo en mente?- pregunto al ver su cara de entusiasmo.
-Sí, te va a encantar.
-Dímelo.
-Es sorpresa- comenta.
-Puff... no voy a ser capaz de esperar hasta el viernes. Aún quedan varios días. Es muuucho tiempoo. ¡Joo!- refunfuño como si fuese una niña pequeña.
-No seas impaciente- me reprende.

Hago pucheritos y él reprime una sonora carcajada. Me inclino y pego mi boca a la suya. Nuestras lenguas se entrelazan con desenfreno y Odei gira un poco la cabeza para profundizar el beso. Cierro mis ojos y me entrego por completo. Mis cabellos le hacen cosquillas en las mejillas. Nuestra respiración se vuelve irregular. Nuestros cuerpos piden más. Muuucho más...

Me dispongo a quitarle la chaqueta a Odei cuando el móvil suena en la mesita de noche.
Estiro mi brazo, agarro el teléfono y se lo tiendo a Odei.
-¡Mierda! Me están llamando del trabajo- espeta.
-¡Joder!- jadeo.
-No hagas ruido. Voy a contestar- ordena.
Asiento con la cabeza en modo afirmativo y esbozo una sonrisa.
Toma aire y contesta:
-Dígame, señor Atkins.
-¿Por qué no has venido a trabajar?- oigo que pregunta alguien al otro lado del teléfono.
-Estoy enfermo- miente Odei y me mira de forma cómplice.
Me llevo la mano a la boca de forma dramática. ¿En serio va a renunciar al trabajo por mí? Ni en mis mejores sueños lo hubiese imaginado.
Habla durante unos minutos más y cuelga.

-¿Crees que es normal que cada vez que hacemos el amor tengamos algún incidente?- pregunta entre risas.
-Muy normal no es pero así creamos más tensión...- murmuro.
-Tan optimista como siempre.
-Hay que ver el lado positivo de las cosas, señor Hoffmann-digo arrastrando las palaras.
-Hagamos que la espera merezca la pena...







El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora