Capítulo 22

29 8 0
                                    

Caminamos hasta el salón y me quedo de pie frente al gran ventanal. Odei posa sus manos en mi cintura y me inclino dejando mi cabeza apoyada en su pecho. Aunque llevo tacones altos sigo siendo pequeña a su lado. Me da un tierno beso en la mandíbula y murmura:
-Voy a darme una ducha-dice alejándose de mí
-Vale. Te espero aquí.
-Intentaré darme prisa.
Me giro y vuelvo a contemplar la ciudad a mis pies. ¡Es precioso! Me quedo embelesada pero un ruido capta mi atención. Desvío mi mirada y veo a Sirio. El pánico se apodera de mi cuerpo y permanezco quieta. No soy capaz de moverme. El perro camina hacia mí y estoy muerta de miedo. ¡De esta no salgo viva!
Sin embargo, me sorprendo al ver que se sienta en el suelo a una distancia prudente de mí.
Me relajo y me acerco a él despacio. Me agacho con la intención de tocarle y justo cuando acaricio su lomo se pone de pie. ¡Qué susto! Corre hacia el pasillo y minutos después aparece junto a Odei. ¡Qué conexión!
Me quedo inmóvil al ver a Odei vestido con unos pantalones ajustados grises y una camisa negra. ¡Está guapísimo!
Él se acerca a mí y me ayuda a levantarme del suelo.
-¿Nos quedamos en casa o prefieres salir fuera?-me pregunta.
-Me da igual. Si estás cansado del viaje nos quedamos aquí.
-Mejor.
Le cojo la mano y vamos hasta la cocina. Odei saca una botella de vino de la nevera y dos copas del mueble. ¡No me gusta el vino! Vierte la bebida de color rojo rubí en sendas copas y me tiende una. Le doy un pequeño sorbo y me asombro al ver que está delicioso.
-¿Qué tipo de vino es?- le pregunto mientras corta queso en una tabla.
-Lambrusco Sant'Orsola.
-¿Italiano?
-Sí. Es uno de los mejores vinos para combinar con pasta, carne de cerdo o queso.
-A mí no me gusta el vino pero admito que este está exquisito.
-No todos los vinos son iguales. Hay que saber elegir- dice guiñándome un ojo.
Deja la tabla de quesos en la barra y se sienta a mi lado.
Coge su copa y bebe un buen trago. Más tarde me ofrece un trozo de queso y al ver mi cara, me indica de qué tipo es cada uno: parmesano, gouda, holandés,
mozzarella, panela, mascarpone, cambert, feta... ¿Hay algo de lo que no sepa este chico?
Pruebo todos los quesos y cada vez el vino sabe mejor. ¿Qué magia es esta?
Odei me mira y murmura:
-Hay un estudio que afirma que comer queso mejora el sabor del vino.
-Lo corroboro.
Seguimos degustando los quesos hasta que ya no tenemos más hambre.
Más tarde, nos vamos al salón, me tumbo en su regazo y vemos el capítulo 7 de nuestra serie favorita: Stalker. Hay una pelea y me acuerdo de que hoy íbamos a boxear.
-¿Te has arrepentido de echar un combate conmigo?- le digo.
-Claro que no. Lo que pasa es que nuestra vestimenta no es la más adecuada para pelear.
-Sí... eso será.
-Además, tengo mejores planes para ti.
Me quedo desconcertada y sin previo aviso, Odei me aparta de su regazo y se abalanza sobre mí para hacerme cosquillas.
-Para- digo riéndome.
Él no se detiene y yo le suplico de nuevo:
-Odei, por favor.
Estoy indefensa bajo su pesado cuerpo. Intento apartarlo pero es tarea imposible así que me rindo. Sigue haciéndome cosquillas durante unos minutos más provocando que mi vestido se arrugue en mi cintura y que mis piernas queden al descubierto. Después se detiene y me acaricia con delicadeza el cuello. ¡Qué sensación! Se inclina y me besa en la clavícula. Sus dedos se deslizan por mis brazos y más tarde llegan a mi cintura. ¡Madre mía! Me agarra con fuerza y me coge en brazos.
-Mira que te gusta cogerme en brazos- digo con ironía mientras cruzo mis brazos alrededor de su cuello.
-Me encanta pequeña.
Camina hasta llegar al pasillo y abre una puerta sin soltarme. Cuando entramos me quedo impresionada. ¡Menuda habitación! Las paredes están pintadas de color negro.
En el lado izquierdo hay un enorme ventanal con cortinas negras. En la pared de en frente está la cama. En el techo hay luces que iluminan el cabecero gris alcolchado. A ambos lados de la cama hay dos mesitas de tres cajones. La cama es bastante grande y me sorprendo al ver que no hay sábanas puestas. A los pies de la cama hay dos puffs grises que combinan a la perfección. En el lado derecho hay dos puertas que supongo que serán el vestidor y el baño.
-¡Mierda!- grita Odei.
Me giro y lo veo tapándose la cara.
-¿Qué ocurre?-digo preocupada.
-Quité las sábanas y la colcha antes de irme a Texas para lavarlas y se me ha olvidado hacer la cama.
-No pasa nada. Podemos poner las sábanas juntos.
-Vale.
Se dirige a un armario y saca un juego de sábanas negras. No puedo evitar decir:
-¿Tu color favorito es el negro?
Me mira atónito y le aclaro:
-Las cortinas, las sábanas, las paredes, tu camisa, tu uniforme, tu coche...
-Nunca lo había pensado pero es cierto que me gusta el negro.
-No hace falta que me lo jures. Todo lo que veo es negro.
-¿Y tú?
-¿Yo qué?
-¿Cuál es tu color favorito?
Lo pienso detenidamente y digo:
-El blanco.
-Como tu precioso vestido- dice guiñandome un ojo.
-Sí. Vamos a hacer la cama anda.
Primero ponemos la sábana bajera y después la sábana encimera. Por último nos queda la funda de la almohada.
Odei introduce parte de la almohada en la funda y me pide ayuda. Cada uno tiramos de un lado.
-¡Trabajo en equipo!-digo guiñándole el ojo.
Odei suelta la almohada sin avisarme, se me rompe el tacón y me caigo para atrás.
-¡Melisa!-grita.
-Tranquilo, sigo consciente.
-Uff. ¿Pero cómo te has caído?
-Has soltado la almohada sin avisarme y yo seguía tirando de ella. Además se me ha roto el tacón.
-Perdón.
-¡Madre mía! Las cosas que me pasan contigo son surrealistas- digo quitándome los zapatos y levantándome.
-Pues sí-dice riéndose.
-A mí no me hace gracia. Me he quedado sin mis zapatos de tacón favoritos.
-Lo siento.
Se acerca a mí, me pongo de puntillas y le doy un beso. Él me agarra de la cintura, me coge y me lleva hasta la cama.



El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora