Capítulo 53

10 5 4
                                    

Nuestros ojos se encuentran en la distancia. Caminamos el uno hacia el otro y nos detenemos a un paso. Él me mira a mí. Yo lo miro a él. Observo cómo sus facciones han cambiado. Diviso su incipiente barba, la pequeña arruga que surca su frente y su nuez mucho más marcada. A pesar de estos pequeños cambios, está igual de guapo. Incluso más.

Permanecemos en silencio durante lo que pudieron haber sido segundos. Minutos. Horas... Finalmente, él mueve sus labios con la intención de murmurar algo. Algo que nunca supe porque una chica guapísima de piernas kilométricas se interpuso entre nosotros.
-Hola, ¿eres la nueva?- pregunta.
¿Cómo qué la nueva? ¿Quién se cree esta que es?
-Soy Melisa Suárez, médica forense- me presento de manera formal.
Noto que Odei se tensa a mi lado y esboza una sonrisa de orgullo.
-Encantada. Yo soy Ashley Johnson, trabajo mano a mano con Odei.
¡Ashley! Recuerdo que él habló con ella por teléfono cuando aún estábamos juntos.

De repente, aparece Jayden Davis a mis espaldas.
-Señorita Suárez, gracias por acudir aunque le hayamos avisado con tan poca antelación. Está usted espectacular- me halaga.
No puedo evitar ruborizarme y me tiembla la voz al responder:
-Gracias. Para mí es un honor formar parte de este equipo.
-El honor es nuestro teniendo a la mejor en Medicina Legal de la promoción. Por cierto, te presento a Odei Hoffmann, mi mano derecha y el mejor en su trabajo.

Estoy a punto de decir que ya nos conocemos cuando una vocecita en mi fuero más interno me dice que me calle y no meta la pata. Cierro la boca y le tiendo la mano a Odei con formalidad.
Me mira asombrado y tras unos segundos, estrecha su mano con la mía. Me estremezco ante su contacto e intento calmarme.
-Melisa, acompáñeme. Quiero presentarle al resto del equipo- dice Jayden.
Odei me fulmina con la mirada y yo me encojo de hombros. ¿Qué quiere que haga? Si él antepuso su trabajo, yo haré lo mismo.

La velada pasa sin ningún incidente y no vuelvo a ver a Odei durante la cena. A las tres de la mañana, decido marcharme porque los tacones me están matando. Me despido de mis compañeros y camino hasta el ascensor.
Pulso el botón y espero a que llegue.
Las puertas se abren y me encuentro con él en el ascensor. A pesar de que estoy dispuesta a tener una conversación con él, considero que este no es el momento oportuno. Por ello, giro sobre mis pies con la intención de bajar por las escaleras. Sin embargo, aferra su mano alrededor de mi muñeca y me impide dar un paso.
Suspiro desesperada y soy consciente de que no tengo escapatoria. Si quiere hablar, hablemos.
Me zafo de su agarre y entro en el ascensor. Pulsa el botón para llegar a la planta 0 y sin previo aviso, me empuja y mi espalda choca contra la pared. ¡Madre mía! Coloca su puño a la altura de mi cabeza, me sujeta la nuca y estampa sus labios contra los míos. Me besa con pasión y todo se revuelve dentro de mí.
No puedo permitir que esto suceda así que intento alejarlo de mi cuerpo ejerciendo fuerza con mi brazo.
A regañadientes, se separa de mí y murmura:
-Perdóname.
-¿Por qué? ¿Por haberme besado hoy? ¿Por dejarme de aquella horrible manera? ¿Por no haberte preocupado por mí? ¿Por haberme roto el corazón? O, mejor dicho... ¿por haberte comportado como un auténtico gilipollas?-espeto con enfado.
-Por todos los errores que he cometido. Melisa, dame una segunda oportunidad. Empecemos de cero.
-Yo también quiero empezar de cero. Solo tenía que hacer una cosa: perdonarte.
-¿Tú a mí?-pregunta confuso.
-Sí, yo a ti. Tengo que perdonarte por lo que me hicistes para seguir adelante. Para volver a empezar. Sin ti.
-Mel, yo quiero empezar de cero pero a tu lado- dice con la voz quebrada.
-Lo siento. No dudes que te quise con locura, lo aposté todo por ti, fuiste mi primer amor y fue bonito mientras duró. Por eso quiero perdonarte, por todo lo que fuimos y lo que pudimos haber sido.
-Podemos serlo.
-Ya es tarde, Odei. No te culpo-digo con lágrimas en los ojos.
Salimos del ascensor y seguimos nuestra conversación en el jardín.

-Me equivoqué. Fui un idiota por dejarte ir. Por alejarte de mi lado cuando más te necesitaba. No fui yo quién habló aquel día. Fue mi ego. La ira. La furia. El dolor que sentí cuando recibí aquel correo.
-¿Qué correo?-inquiero apesasumbrada.
-Melisa, me dijeron que no volvería a trabajar. Que nunca recuperaría mi forma física. Que no podría ejercer como agente del FBI nunca más- dice desconsolado.

Ahora lo entiendo todo. Ese fue el motivo por el que se puso a hacer deporte sin parar. Como un loco.

Me abalanzo sobre él y lo abrazo.
-¿Por qué no me lo dijiste aquel día? Te podría haber ayudado. Lo hubiésemos superado juntos.
-No te lo dije porque ni siquiera yo lo asimilé. Pasé tres años trabajando solo en la oficina. No te haces una idea de cuánto he entrenado para volver aquí- añade tocándome el pelo.
-Lo importante es que lo has conseguido y vuelves a ser tú.
-No soy el mismo. No soy la misma persona sin ti. Nunca he dejado de amarte y mi corazón sigue latiendo por ti, canija- afirma con voz apenas audible.





El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora