Capítulo 40

16 5 2
                                    

Cinco semanas después...
Suelto el bolígrafo junto al examen más difícil que he hecho en mi vida sobre la mesa. ¡Por fin! ¡Estoy de vacaciones!
Han sido unos días muy complicados. He tenido que entregar muchos trabajos y proyectos y me he pasado horas y horas estudiando frente a la pantalla del ordenador.
No he visto a Odei desde hace dos semanas. Solo hemos hablado por teléfono de noche. Me ha comentado que se está recuperando muy bien y que los médicos le han dado la enhorabuena por su gran esfuerzo. Está muy ilusionado porque quiere volver a trabajar.
Me reúno con mis amigas en el pasillo y nos vamos a comer fuera. Decidimos ir a una pizzería.
-¿Cuándo nos vas a presentar a Odei?- pregunta Aubrey.
-¿Por qué tenéis tanto interés?- inquiero.
-¡Tía! No te das cuenta de que estamos locas por conocerlo- añade Emma.
Todas nos reímos al unísono y cogemos un trozo de la pizza.
Mi móvil suena en el bolso y miro la pantalla: Odei. Llamada entrante.
Deslizo el botón verde y contesto con la boca medio llana:
-Dime
-¡Hola! ¿Cómo te ha ido el examen de bioestadística?
-Mejor no preguntes. Ya está hecho- digo.
-Seguro que te ha salido genial, pequeña mentirosa.
-Ojalá. Ya te enseñeré las notas.
-Espero que sean extraordinarias porque si no el profesor se va a enfadar- dice con humor.
-Deja de decir tonterías. ¿Por qué me has llamado?
-Me muero por verte. ¿Dónde estás?
-Comiendo pizza con mis amigas.
-Para ellas sí tienes tiempo- dice enfurruñado.
-No seas bobo. ¿Voy a tu casa?- Mis amigas niegan con la cabeza y hacen señas como diciendo que venga aquí, por favor.
-Mejor ven tú- rectifico.
-Mándame la ubicación. Estaré allí en media hora- afirma y cuelga.
Todas me miran ilusionadas. Y murmuran a la vez:
-¡Oooleee! ¡Lo hemos conseguido!
Y hacen un gesto de triunfo. ¡Están chifladas!
Charlamos sobre los planes que tenemos para Navidad hasta que oímos que la puerta se abre. Todas desviamos la mirada y vemos a una mujer embarazada entrando en el bar.
-¡Vaya mierda!- espeta Eda.
-Chicas, ¿podéis calmaros?- digo.
Nos reímos y bebemos Coca-Cola mientras esperamos.
-La espera desespera- exhala Agatha.

Adelina nos habla sobre su familia y nos cuenta que va a irse a Países Bajos a pasar la época navideña. Estamos tan inmersas en la conversación que no nos inmutamos de que alguien ha entrado hasta que noto que unas manos se posan en mis hombros.
-Hola, chicas- saluda Odei.
-Hola- responden mis amigas atónitas.
-¿Nos vamos?- pregunta Odei a mis espaldas.
-Claro- afirmo. Cojo mi bolso y saco la cartera para pagar.
-Hoy invito yo- dice Eda guiñándome un ojo.
-Como quieras.
Me cuelgo el bolso y le doy la mano a Odei. Salimos del establecimiento y nos adentramos en las aborratadas calles de la ciudad. Todas las fachadas están decoradas con adornos navideños creando un ambiente mágico.
-¿Te gusta la Navidad?- pregunto.
-Bueno... no me hace especial ilusión.
-A mí me encanta. ¿Qué vas a hacer este año?
-No sé. No he preparado nada especial. ¿Y tú?
-Me voy a España con mi familia una semana- digo.
-No me lo habías dicho.
-Lo siento. Yo pensé que tú ibas a irte con tu familia- digo arrepentida.
-No pasa nada. Cuando vuelvas, hacemos algún plan navideño.
De repente, se me ocurre una idea. No sé cómo va a reaccionar él. Pero quien no arriesga, no gana. Cojo aire y suelto:
-Vente conmigo a España.
Se detiene en mitad de la calle y la gente nos adelanta, dejándonos atrás.
Odei se aparta los mechones de pelo que caen sobre su frente. Puedo ver su nariz, sus labios, sus pecas... todo su rostro. Menos lo más importante: sus pensamientos.
Se me acelera el pulso y murmuro:
-Di algo, por favor.
Odei me mira con amor y sin previo aviso, me coge en brazos. Me da vueltas y susurra:
-Claro que sí, amor.
Amor. Una palabra. Dos sílabas. Tan solo cuatro letras que implican mucho más.
Caminamos hasta una callejuela y sus labios buscan los míos. Nos besamos con pasión hasta que no podemos respirar.
Se separa unos centímetros de mí y murmura:
-Estoy seguro de que esta va a ser la mejor Navidad de mi vida.
-Vas a conocer a mis padres y a mi hermana- digo ilusionada.
-¿Cómo se llaman tus padres?
-Gabriela y Fran
-¿En qué trabajan?
-Mi madre es secretaria en una empresa y mi padre es ingeniero.
-Espero que no se me olvide- dice nervioso.
-No te preocupes. Mi familia es encantadora. Estoy deseando que conozcas a mi hermana Natalia. ¡Es una monada!
-Yo también quiero conocerla. Hablas mucho de ella y se ve que es especial.
-Sí
-Bueno, ¿adónde quieres ir?
-A comprar regalos navideños- digo levantando una ceja.

Él gruñe pero finalmente, accede.
-¿Vamos al centro comercial?
Niego con la cabeza y murmuro:
-Podemos comprar regalos en tiendecitas locales.
-Me parece bien.

Recorrer las calles de su mano es sin duda uno de los mejores placeres que la vida me puede ofrecer. Compro varios detalles para mis padres y una muñeca Nenuco para Nat.
-Odei, ¿qué le gusta a tu hermana?
Me mira perplejo y aclaro:
-Vamos a comprarle un regalo.
-Ni idea. Supongo que algo relacionado con la moda.
¿¡Cómo puede ser tan pasota!?
-¿Un bolso?
Asiente con la cabeza y compro un bolso Federica Beige que cuesta 59 euros.
-Ahora me dices la cuenta y te doy los dineros.
-De eso nada. En todo caso, lo pagamos a medias. No voy a consentir que lo pagues tú todo.
-Vale. No merece la pena discutir contigo.
-Exacto- digo dándole un beso.



El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora