El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤

Capítulo 10

Semanas más tarde...
Hoy, 23 de agosto, es mi cumpleaños. Por fin soy mayor de edad. Mis padres me han preparado una fiesta en el chalet de mis abuelos para celebrarlo. Además, voy a aprovechar la ocasión para despedirme de toda mi familia y amigos. La semana que viene me voy a Alemania.
Estoy en mi habitación eligiendo mi atuendo. Me decanto por unos pantalones de talle alto verdes, un top asimétrico blanco y unos tacones dorados con plataforma. Además, me pongo unos pendientes con forma de estrella, un anillo y una pulsera de plata.
Me he maquillado usando una paleta de sombras de tonalidad verde. He dibujado una raya verde oscura alrededor de mis ojos y he usado rímel para alargar mis pestañas. También, he aplicado un poco de colorete en mis mejillas.
Me pinto los labios de color mate, cojo mi cartera dorada y bajo al comedor.
Hace unos días me saqué el carnet de conducir por lo que mis padres me dan las llaves de nuestro coche para ir al chalet.
El chalet de mis abuelos está a las afueras de Salamanca. Tardamos tres cuartos de hora en llegar. Mientras entro en la parcela, mis amigos lanzan confeti. Me quedo sorprendida al ver toda la decoración. ¡Todo está precioso!
Han puesto globos y guirnaldas de colores por todas partes. Me emociono al ver a mis abuelos y me lanzo a sus brazos. ¡Los quiero con locura!
Mi tita Luisa ha preparado una tarta de chocolate y nata. Soplo las 18 velas y todos me felicitan y me entregan sus regalos. Las lágrimas caen rodando por mis mejillas porque tengo sentimientos encontrados. Estoy ansiosa por irme a estudiar pero por otro lado sé que aquí dejo una parte de mí. Mis amigas me abrazan para animarme y me doy cuenta de cuánto las quiero. No soy una chica que exprese sus sentimientos de forma directa pero soy consciente de que me van a hacer mucha falta.
Pasamos una tarde fantástica y disfruto como una niña pequeña. Cuando llega la noche, hacemos una barbacoa. Mi padre es el encargado de cocinar los filetes. ¡Están de rechupete!
Mientras todos devoramos nuestros platos, Fran se acerca a mí y me dice al oído:
-Melisa, no sabes cuánto te voy a echar de menos.
Sé perfectamente que Fran quiere más que una simple amistad conmigo. Sin embargo, yo no siento nada más por él.
Yo me siento incómoda y tan solo digo:
-Yo también te voy a extrañar.
Me da un casto beso en la comisura de mis labios y me mira. Él y yo nos hemos acostado un par de veces pero la verdad es que nunca ha sido por amor.
Guille llega a nuestro lado y se lleva a Fran para tomar una cerveza. ¡Menos mal! Me ha quitado un gran peso de encima.
Charlo con las chicas durante un rato y les comento que me voy a alojar en la residencia de la uni y que solo tengo que pagar los gastos del curso y los créditos. Todas me miran con cierto recelo y sé que me tienen un poco de envidia. No sé por qué se comportan así. ¿Qué pretendían que rechazara la oferta?
A las dos de la mañana volvemos a casa. La despedida ha sido desoladora y ahora me siento triste. Me voy a la cama a descansar.

El resto de la semana me dedico a preparar el equipaje. Ya sabía yo que con lo indecisa que soy me iba a costar la misma vida. En una maleta grande guardo toda la ropa que puedo: pantalones vaqueros, camisetas, blusas, vestidos, chaquetas, abrigos... La lleno al máximo, incluso para cerrarla tengo que sentarme encima. En otra maleta más pequeña meto el neceser de baño, el secador, la plancha, los peines, la crema hidratante, mi set de maquillaje, las brochas, los pintauñas... Además, guardo mi tablet, mis auriculares, mi portátil entre otras cosas en mi bolso de mano.
Acabo reventada y decido tumbarme en la cama y ver la tele. De forma aleatoria pongo un canal en el que están emitiendo un capítulo de la serie Stalker. Resulta que es un thriller psicológico sobre una unidad élite de detectives de la policía de Los Ángeles, que se encargan de resolver casos de ciberacoso, fijación romántica obsesiva, amenazas... Me engancho a la serie y decido ver el primer capítulo. Sin darme cuenta, me veo tres capítulos del tirón. ¡Madre mía! ¡Pero si a ti no te gusta ver la tele!- murmura mi subconsciente. Para mis adentros y con tal de defenderme pienso que la serie cuenta con un casting ejemplar, que la trama es excelente ya que hay giros inesperados...
-Sí, sí.... ¿No será que te recuerda a Odei Hoffmann?- me reprende de nuevo una vocecita en mi interior.
Y es que muchas veces nosotros somos nuestro peor enemigo. Pues sí, lo admito. La serie me gusta principalmente porque hay agentes del FBI.
Mi madre entra en mi cuarto para decirme que la cena está lista. Una sensación de pena invade mi cuerpo al recordar que esta será la última vez que coma junto a mis padres y mi hermanita Nat antes de irme.
Reprimo mis ganas de llorar y bajo con mi madre a la cocina. Ha preparado mi comida favorita: fajitas mexicanas. ¿Cómo no voy a llorar? Hago un esfuerzo enorme y esbozo una sonrisa. Mi hermana me duelve la sonrisa ajena a todos los cambios que se están produciendo en mi vida. Ella no entiende nada y ni siquiera sabe la pobre que mañana me voy. ¡Ayy, cuánto la voy a echar de menos!
Degustamos la cena mientras mis padres me dan sabios consejos.
Mi madre me ha dado un libro de recetas para que aprenda a cocinar, me ha enseñado a poner la lavadora y a planchar... De mi padre he aprendido a cambiar tuberías, a arreglar cerraduras... Parece mentira pero para él es algo imprescindible en la vida.
Cuando acabamos de cenar, recogemos la mesa y me voy a mi cuarto. Me doy una ducha y me pongo mi pijama.
Áun es pronto y no puedo pegar ojo. Decido ir en busca de mi hermana para jugar un ratito. Cuando entro en su habitación, me siento en la alfombra rosa y vemos una película de Hello Kitty. Luego, la llevo a la cama, le leo un cuento de hadas y se duerme entre mis brazos. Lloro desconsoladamente a su ladito y le doy un abrazo.
Me paso la noche en vela viendo como duerme. ¡Es tan bonitaa!
Quiero que el reloj se detenga y que el tiempo no pase. Pero cuando menos lo espero ya es de día. ¡Oh no!