Capítulo 66

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Me doy una ducha y me preparo para la cena. Escojo mi atuendo de la maleta de Angelika. Me decanto por un vestido de estilo bohemio de color azul menta con estampado tropical. Tiene una abertura en la espalda y un escote Halter. Es elegante y muy cómodo, perfecto para la ocasión. De calzado, opto por unas sandalias blancas con plataforma.
Me recojo el pelo en una coleta alta ya que no merece la pena alisármelo. La brisa del mar provoca que mi pelo se vuelva aún más indomable...

Estoy aplicándome rímel en las pestañas cuando Odei entra por la puerta.
-Estás preciosa- murmura y recorre todo mi cuerpo con la mirada.
-Gracias, cariño- contesto mirándome en el espejo para pintarme los labios.
-Voy a darme una ducha- comenta.
-Perfecto. ¿Dónde sirven la cena?- pregunto.
-En la cubierta inferior- responde Odei.
-Vale, te espero allí.

Bajo a la cubierta inferior y accedo al comedor. El ambiente es hogareño y aunque ya está anocheciendo, los últimos rayos de sol se cuelan por los grandes ventanas. Una enorme mesa de estilo rústico para diez personas preside la estancia. Tomo asiento y me fijo en la decoración. Hay un gran ramo de margaritas en el centro de la mesa. La vajilla, en tonos azules, está perfectamente colocada y hay fuentes repletas de entrantes. ¿Quién ha preparado todo esto?
Veo aparecer a una mujer mayor sosteniendo una bandeja. Se acerca a mí y murmura:
-Perdone la tardanza, señora.
-Esto... eh... no se preocupe. No tengo prisa, tranquila. Estoy esperando a Odei y a Angelika aún. ¿Necesita ayuda?- me ofrezco.
-No, señora. Ya está todo listo solo hay que terminar de emplatar para poder servirlo.
-Puedo echarte una mano, en serio. No tengo nada que hacer y estoy aburrida- digo poniéndome de pie.
-Como desee, señora.
-Por favor, no me llame señora. Aún soy joven.
-Perdona, señorita.
-Mejor llámeme Melisa- pido.
-Está bien, Melisa. Ven conmigo a la cocina.

Odei y Angelika llegan al comedor. Él lleva puesto un polo blanco y unos pantalones grises. Angelika viste un elegante mono rojo. Parecen modelos de pasarela..

Salgo de la cocina con una bandejita de atún y se quedan pasmados.
-La cena ya está lista- anuncio quitándome el delantal.
-Todo huele de maravilla- afirma Odei.
-Todo el mérito es de Kate- comento.
-Le daré las gracias más tarde. Vamos a cenar que se enfría la comida.

Los tres tomamos asiento en la enorme mesa y quedan siete huecos vacíos.
-¿Cenamos solos?- pregunto.
-Sí- responde Odei.
-¿Por qué no viene la tripulación a cenar?- propongo.
-La verdad es que aquí hay comida para cien personas- dice Angelika.
-Me parece buena idea. Voy a avisarlos- responde y se levanta de la silla.

Seis personas más se unen a nosotros y entablamos conversación mientras cenamos.
-Está todo buenísimo, Kate- comento.
-Me alegro de que le guste, señorita.
-¿Desde cuándo trabajas aquí?- me intereso.
-Desde que contrataron a mi hijo Mike hace unos dos años más o menos- me informa.
-¿Mike es tu hijo? No lo sabía- murmuro.
-Sí. Nuestra familia está a cargo de la embarcación. Gus y Patrick son mis sobrinos y forman parte de la tripulación junto con Mike. Mi marido Carlos y yo somos los chefs- murmura.
-Genial. ¿Quién es el dueño?- pregunto.
-Kemal Soydere- me responde Odei.
Asiento con la cabeza y él continúa:
-El señor Kemal es íntimo amigo de mis padres y me ha prestado su yate este finde.
-Ah, ya veo...
El resto de la cena transcurre en silencio. Noto que hay cierta tensión en el ambiente sobre todo entre Angelika y Mike que no paran de fulminarse con la mirada. ¿Qué les habrá pasado a estos dos? Tengo que hablar seriamente con ella. No pueden seguir así...

Después de cenar, Odei y yo nos vamos a nuestra habitación. Ha sido un largo día y estamos cansados.
Nos cambiamos de ropa para ponernos más cómodos y nos acostamos en la cama.
-Cuéntame algo- digo con voz adormilada.
-¿De qué?
-De lo que quieras. De tus sueños, de tus miedos, de tus gustos... Cualquier cosa.
-Quiero viajar a Bali- suelta de repente.
-¡Qué guay! Debe ser muy bonito- digo acariciendo su torso.
-¿Qué destino elegirías tú?- pregunta.
-Turquía.
-¿Por?
-Me gustaría dar un paseo en barco por el Bósforo, disfrutar del relax de un baño turco, volar en globo por Capadocia, deleitarme con la gastronomía turca y por supuesto, visitar Pamukkale.
-¿Qué es Pamukkale?-pregunta extrañado.
-¿No sabes lo que es?- digo y giro la cabeza para mirarlo fijamente.
Niega con la cabeza y no puedi evitar soltar:
-¡No me lo puedo creer!
Apoyo la cabeza en su pecho y comienzo a hablar mientras él enreda sus dedos en mi pelo.
-Pamukkale está en la zona sudoeste de Turquía, en el valle del río Menderes. Lo más llamativo de la zona son los travertinos y otras formaciones pétreas.
También hay piscinas naturales debido a la acumulación de agua que se conocen como Pamukkale, castillos de algodón.
-Todo suena genial. Iremos juntos algún día, amor.
-Ojalá- digo con voz somnolienta.
Le cuento la leyenda de que la mítica reina egipcia se bañó en la piscina de Cleopatra y que por eso, cuando te sumerges en esas aguas termales puedes conectar directamente con la Antigüedad Clásica.
Cuando acabo, me doy cuenta de que Odei ya se ha dormido. Me quedo embelesada mirando su rostro de ángel hasta que mis ojos se cierran.

A la mañana siguiente, me despierto temprano. Me pongo un bañador blanco y un sombrero enorme y me voy a tomar el sol.
Estoy leyendo un libro cuando veo a mi chico tirarse al mar. ¿Se ha vuelto loco?
Suelto el libro y me pongo en pie. Lo veo nadando en la inmesidad del mar y el corazón me da un vuelco.
-¡Odei!-chillo con todas mis fuerzas.
Se gira y esboza una sonrisa al verme.
-No sabía que estabas ahí. Tírate- dice tan tranquilo.
-Ni loca. ¿Qué quieres que me ahogue en mitad del mar?-digo con incredulidad.
-No te va a pasar nada, muñeca.
-Lo que tú digas- espeto furiosa.
-Hazme caso, Melisa. Lánzate a la aventura-reitera.
Debo admitir que soy un poco miedica. Nunca me han gustado los parques de atracciones. Jamás en la vida me he montado en la caída libre o en una montaña rusa. Me entra el pánico de tan solo pensarlo...

Pero hay que dejar atrás los miedos porque si no lo pruebas nunca sabrás si te gusta o no. Así que sin pensarlo y con la adrenalina invadiendo mi cuerpo, me lanzo al mar. ¡Al agua pato!

Salgo flotando a la superficio y noto las manos de Odei sujetándome por la cintura.
-¿Qué te ha parecido?- me pregunta.
-La mayor locura que he hecho en mi vida- afirmo y suelto una carcajada.
Nuestras risas se mezclan con el vaivén de las olas y crean una melodía celestial.






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