Capítulo 33

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Paso el resto de la semana acompañando a Odei a citas médicas por petición de Angelika, que odia los hospitales.
Le han hecho dos radiografías, un ultrasonido y una tomografía computarizada para mostrar el daño que han sufrido las estructuras de la pierna. Además, se ha sometido a un examen neurovascular para averiguar cualquier problema con la circulación y los nervios y le han suministrado líquidos por vía intravenosa para incrementar el flujo de sangre a los órganos más importantes.
Hoy nos dan los resultados de las pruebas y ambos estamos preocupados porque Odei se queja mucho del dolor.
A pesar de que se está tomando el tratamiento, tiene muchas molestias y se pasa todo el día tumbado en su cama. Sólo se mueve para ducharse e ir al baño con mucha dificultad.
Me da pena verlo así tan indefenso cuando él estaba en plena forma. Lo está pasando fatal porque no puede hacer deporte y sé que es algo que le apasiona. La vida es taaan injusta.

Estoy guardando las llaves en el bolso cuando vibra el móvil. Lo miro y es Angelika.
-Melisa, estoy abajo esperándote.
Ella se ha encaprichado en venir a recogerme siempre que vamos al médico a pesar de que le he dicho mil veces que no es necesario.
-Ya voy- respondo.
Bajo al aparcamiento y diviso el coche. Me monto en el asiento del copiloto ya que Odei ocupa la parte trasera porque lleva la pierna estirada.
-Hola- digo mientras Angelika se pone en marcha.
-Hola canija- murmura Odei con cariño.
Giro mi cuello para poder verlo y le dedico una sonrisa.
Lleva puestos una sudadera azul y unos pantalones de chándal negros. ¡Está guapísimo!
La tensión se palpa en el ambiente: Angelika no para de mover los dedos alrededor del volante, mi corazón late con fuerza, Odei se remueve en su asiento... y el silencio es perpetuo.
Decido poner la radio para evadirnos de la angustia. Suena la canción England Skies de Shake Shake Go.
¡Qué bonito!

You're used to grey England Skies
Cloudy days, colder nights
And your heart's not right
Thought you'd be quite happy there
In that warm NewYork air
But your heart's not right


-¿Conocéis esta canción?- pregunto.
Ambos niegan con la cabeza y me sorprendo.
-Si algún día me caso, esta será la canción que suene cuando camine hacia el altar- digo sin pensar.
Los dos me miran atónitos y me siento avergonzada. ¡No me callo ni debajo del agua!
Tras unos segundos, Odei añade:
-Es muy bonita. Seguro que tú irás preciosa vestida de blanco.
-¿Te quieres casar?- pregunta Angelika.
-No ahora pero sí dentro de unos años- respondo.
-No soy capaz de imaginarme a mi hermano vestido de novio- dice entre risas.
-Angelika, cállate- le reprende Odei. Pero en el fondo sé que él opina lo mismo. Nunca hemos hablado del tema pero por que lo veo no le hace especial ilusión dar el sí quiero.

Se detiene cerca de la entrada al hospital y ayudo a Odei para bajarse del coche. Ella se va a aparcar mientras nosotros vamos a consulta.
El doctor Sebastian Kayser nos saluda con amabilidad. Tomamos asiento y murmura:
-Señor Hoffmann, me temo que su evolución no es la que esperábamos.
Odei me mira a mí y yo lo miro a él. Veo desilusión en sus ojos azules. Permanece callado y yo pregunto:
-¿A qué se refiere?
-Ya han trasncurrido casi dos semanas de la operación que le practicaron en Ohio. Era necesario extraer el cuerpo. Sin embargo, el hecho de haber extraído la bala durante la cirugía no implica recuperar la función. La lesión que produce el proyectil y el calor de su trayecto daña tejidos, y en su caso, ha sido el tejido nervioso. Varios nervios se han visto dañados y pueden llegar a impedir el movimiento total de la articulación y además, la sangre no circula de forma fluida.
-¿Qué se puede hacer?- pregunta Odei inquieto.
-No creo que una cirujía mejore su cuadro, pero sí creo que podría replantearse el tratamiento farmacológico orientándose con examen clínico y neurofisiológico. De hecho, la rehabilitación neurológica es fundamental para que pueda aprender a adaptarse a un nuevo estilo de vida.
Mi mano derecha vuela hasta la rodilla de Odei y la aprieto suavemente. Él posa su mano sobre la mía con afecto.
El doctor prosigue:
-Señor Hoffmann, debe empezar la rehabilitación de manera urgente. Le adelanto que no va a ser fácil porque se trata de un proceso doloroso y vamos a poner en práctica un método innovador que no sé si va a funcionar con éxito. Usted es joven y estoy seguro de que se va a esforzar al máximo para recuperarse. Nos vemos el lunes.
-Gracias doctor- digo porque Odei es incapaz de decir una palabra.
Salimos de la consulta y caminamos hasta la salida. Permanecemos callados mientras asimilamos la situación. Bajamos despacio por las escaleras y Angelika está esperándonos. Nos montamos en el coche y arranca. No pregunta nada porque presiente que algo va mal al ver nuestras caras.
Conduce hasta la casa de Odei con sigilo y nos bajamos. Le doy la mano a mi chico cuando nos subimos en el ascensor. Angelika teclea un código y la puerta se abre. Nos deja a solas en el salón. No sé cómo reaccionar, ni qué decir, ni qué hacer... Me siento a su lado en el sofá y lo abrazo con fuerza. Él me estrecha entre sus brazos y las lágrimas rodan por sus mejillas. Noto cómo suspira con angustia en mi cuello y me siento desolada. Yo no me puedo derrumbar delante de él también así que reprimo el llanto.
-Odei, tú eres fuerte y puedes con todo.
-Voy a esforzarme al máximo por ti y por mí. Por nosotros.
-Lo conseguirás- susurro junto a su oído.
-Te amo canija.
-Yo también te amo.
Nunca fui consciente de que él abriría las grietas de mi mundo...

El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora