Capítulo 28

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Intento borrar a Odei de mi cabeza. Ha sido el percance más inesperado de mi vida. Ojalá tuviese una bola mágica para ver mi futuro, para que me diga si Odei va a formar parte de él, para saber si merece la pena arriesgarme e ir a buscarlo. ¡Me estoy volviendo loca! Necesito verlo ya.
Sin pensarlo reservo un billete de avión para Ohio. Son las dos y mi vuelo es a las cinco. Volveré el domingo por la noche y así no perderé clases. Preparo una maleta pequeña y guardo mi documentación. Me doy una ducha rápida y me visto con unos pantalones pitillo negros, una blusa blanca, unos botines oscuros y una cazadora de cuero. Dibujo una línea negra alrededor de mis ojos, rizo mis pestañas y me pinto los labios de morado oscuro. No es el tono que suelo usar pero hoy me apetece tener un aspecto más rebelde. Mis dientes parecen mucho más blancos y me gusta la imagen que me devuelve el espejo.
¡Wow! Parezco una chica totalmente diferente.
Agarro la maleta y bajo a recepción. Un taxi me recoje y me lleva al aeropuerto. Esta vez no tengo que facturar el equipaje y paso el control de seguridad sin problema.
Media hora más tarde, ya estoy montada en el avión rumbo a Ohio. Tengo doce horas de vuelo por delante y decido dormirme mientras escucho música con mis auriculares. Suena una canción de Adele e inevitablemente me acuerdo del día que conocí a Odei. Esta es la canción que sonaba en la radio cuando me llevaba de vuelta a casa. Parece que fue hace años y han pasado apenas cuatro meses. ¡El tiempo vuela!
¡Han pasado tantas cosas!

Aterrizo a las cinco de la mañana que en Ohio son las once de la noche. ¡Maldito jet lag! La cabeza me va a explotar y aunque he dormido durante todo el trayecto estoy agotada. Cambio mi idioma de alemán a inglés. ¡Qué caos!
Llamo a un taxi y le pido que me lleve al hospital.
-¿A cuál?
-¿Cómo que a cuál? ¿Cuántos hay?
-Muchos. Más de lo que pueda imaginar.
¡Mierda!¿Ahora qué hago?
-Esto... al hospital donde están ingresados los agentes del FBI que han resultado heridos del asalto.
-Si no me equivoco es el OhioHealth Riverside Methodist Hospital.
-Perfecto- digo imitando el acento americano.

Llego al hospital y pregunto en recepción por Odei Hoffmann. La chica me mira con el ceño fruncido y me dice amablemente que no me puede dar información. ¡La mato!
-Es urgente, por favor- digo con voz amable.
-Lo siento señorita pero no puedo ayudarle.
¡Todo está en mi contra! Me acuerdo de Angelika y decido llamarle.
Lo coge al instante y dice:
-¿Melisa?
-Sí. Dime cuál es la habitación de Odei por favor.
-¿Cómo?
-Angelika por favor ayúdame. Te lo suplico.
-157- murmura con pesar.
-Gracias.
Cuelgo y le pregunto a una enfermera dónde está esa habitación. Me señala un pasillo y avanzo. Miro los carteles desesperada: 150, 151, 152, 153, 154, 155, 156... no veo el fin. El corazón me late con fuerza y cuando llego a la puerta 157 cojo fuerzas y agarro la manivela. Cuando entro dejo la maleta en un rincón y me acerco a la cama. Hay una mujer junto a la ventana y se gira para mirarme. Debe tener unos treinta años, es rubia y alta y me mira con ojos tristes.
Le tiendo la mano y me presento en alemán:
-Soy Melisa.
-Encantanda. Soy Angelika.
-¿Puedes dejarme a solas con Odei?
-Por supuesto.
Me giro y el alma se me cae a los pies cuando veo a Odei tumbado en la cama de hospital. Tiene el brazo derecho escayolado y muchos rasguños en el cuello. Está pálido y tiene unas ojeras enormes. Tiene los ojos cerrados y parece un ángel. Me acerco hasta él y me siento en la cama. Agarro su mano y las lágrimas resbalan por mis mejillas. Odei se percata de mi presencia y parpadea despacio hasta abrir los ojos.
Mueve el cuello con dificultad y murmura con voz apenas audible:
-Melisa
Me inclino y le doy un beso en la mejilla.
-¿Qué te ha pasado Odei? Menudo susto- digo consternada.
-Ayúdame a levantarme y dame agua por favor.
-Claro.
Pulso un botón para elevar la camilla y le pido que se agarre a mi cuello para colocar la almohada. Hace lo que le pido con mucho esfuerzo. ¡Mi chico! Era capaz de llevarme en brazos como si nada y ahora casi no puede moverse.
Le doy agua con cuidado y él traga con dificultad. ¡Pobrecito!
Dejo el vaso sobre la mesa y me siento a su lado de nuevo. Él posa su mano sobre la mía y me tranquilizo.
-Cuéntame qué te ha pasado.
-Melisa, vine a Cincinnati para entregar unos documentos en la sede. Dio la casualidad de que ese día asaltaron el edificio. Dos de mis compañeros han muerto y hay muchos heridos.
-Lo he visto en las noticias. ¿Qué te ha pasado a ti?
-Ya estoy mucho mejor pero he estado una semana en cuidados intensivos porque la bala perforó mi pierna.
-¿¡La bala!? ¿Te dispararon?- pregunto sobrecogida.
-Sí. Me tuvieron que operar para extraer la bala y sufrí una hemorragia intensa. Además, la herida se infectó y bueno... ya sabes.
-¿Te ha dañado tejidos?
-Por ahora no lo sabemos seguro al cien por cien. Tengo que hacer rehabilitación para volver a caminar.
-¡Dios mío!
-Melisa, tranquila. No podemos hacer nada más que esperar.
-Odei, pensé que no te volvería a ver nunca. No sabes lo mal que lo he pasado- sollozo.
-Ven aquí pequeña.
Me inclino hacia él suavemente y me estrecha entre sus brazos. Me apoyo en su pecho y noto su respiración. Una sensación de paz invade mi cuerpo. Alzo la barbilla y él me besa con delicadeza.
-Te amo- murmura.
Las lágrimas de felicidad rodan por mis mejillas y Odei las atrapa con sus dedos.

El caso más difícil de resolver eres Tú 🖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora