𝚇𝙸𝙸

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UNA VEZ afuera, todo lo que tenían que hacer era cruzar la calle. Sin embargo, al llegar a la entrada de la casa de Takemichi, se encontraron con la última persona que Mikey quería ver en ese momento.

Se miraron fijamente como si quisieran matarse durante algunos segundos, con Mika sin saber qué hacer en el fon y Takemichi entrando en pánico en la misma posición mientras los amigos del mencionado observaban todo desde el balcón.

— ¿Hah? ¿Qué haces aquí? — le preguntó primero Mikey.

— A mí me gustaría saber qué haces tú aquí. — Draken contestó.

— Vine a visitar a Takemicchi.

— Yo también.

Ninguno de los dos parecía querer calmarse, por lo que desde aquí las cosas sólo podían seguir escalando.

— ¿Hah? Takemicchi es mi perra; él no tiene nada que ver contigo. ¿Verdad, Takemicchi?

— ¿De qué estás hablando? Él es mi perra, ¡¿o no?!

— Esto no puede terminar bien. — Mika se movió de atrás de Mikey a un lado de Takemichi; necesitaba mantenerse a una distancia segura y a él definitivamente no le iban a hacer nada.

— Fuera del camino, imbécil, o no te dejaré pasar. — ordenó Mikey.

— ¿Hah? No, tú muévete, enano. — contestó de vuelta Draken.

— Esp... ¡Esperen un segundo, ustedes dos! — Takemichi intervino.

— No creo que sea buena idea que te metas en esto. — le susurró Mika, pero él no pareció escucharla.

— ¡No sé qué está pasando, pero no pueden pelearse! ¡¿Pueden ustedes calmarse por un momento?!

Justo cuando las cosas estaban a punto de empeorar, fueron peor que a que si hubiera empeorado. Suena ilógico, pero Takemichi hubiera preferido que las cosas hayan escalado hasta que lo golpeen por intervenir que lo sucedió después porque por un momento pensó que tenía esperanza.

Mikey se alejó unos cuantos pasos de donde estaban y tomó la bicicleta de Takemichi con una mano.

— ¡¿Mikey?! ¡Esa es mi amada bicicleta modelo Hayate! — gritó, desesperado por salvar el objeto. Sin embargo, Mikey no lo pensó dos veces antes de lanzar la bicicleta en dirección a Draken, quien la esquivó fácilmente y provocó que se rompiera contra una pared cercana. Takemichi gritó y corrió hacia el objeto que ahora yacía en el suelo hecho pedazos. — ¡Mis recuerdos!

— ¡¿Estás loco?! — Draken tomó un bate que estaba a su alcance.

— ¡¿Draken?! ¡Ese es el bate con el que hice mi primer homerun en cuarto grado! — el rubio teñido volvió a gritar, pero esos dos estaban demasiado llenos de ira. Draken partió el bate en dos muy fácilmente y ambos comenzaron a lanzarse las cosas de Takemichi entre ellos, mientras él les gritaba que se detuvieran, hasta que se quedaron sin nada para lanzar y Hanagaki quedó devastado por todos sus recuerdos destruidos.

𝙳𝚎𝚊𝚝𝚑 𝙶𝚕𝚊𝚛𝚎 - 𝚃𝚘𝚔𝚢𝚘 𝚁𝚎𝚟𝚎𝚗𝚐𝚎𝚛𝚜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora