𝚇𝚇𝚇𝙸𝙸𝙸

58 9 49
                                    

༻༺

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

༻༺

LA PELIRROJA estacionó su vehículo frente al pequeño local donde había quedado en verse con Hanma y Kisaki después de la reunión de los altos mandos. Ya que ella no formaba parte de ese pequeño grupo, no podía estar presente, pero la calmaba saber que al menos ellos estaban allí y le informaban con útil precisión lo que sucedía.

Bueno, Kisaki entraba más en su descripción de "útil". La única información que retenía Hanma eran chismes y su obvia obsesión por el chico de ojos gris azulado, que ahora también se había expandido hacia ella. Aparte de eso, era un idiota sin remedio.

Aunque para Mika, todo el mundo lo era.

Dio un suspiro profundo, y al ver el vaho salir de su boca — producto de la baja en la temperatura — se decidió por fin a entrar al establecimiento. No había estado del mejor humor últimamente, pero tampoco podía darse el lujo de sentir demasiado, y eso aplicaba también para el enojo. Era la regla de oro en su vida que nunca debía romper, y no iba a dejar que un desacuerdo con Takemichi la hiciera romperla. Era su amigo, después de todo. Preferiría poder hablarlo con él para resolver el asunto, sin embargo, ninguno de los dos iba a cambiar su opinión. Por lo tanto no había nada que pudiera hacer.

Abrió la puerta del edificio, un pequeño restaurante, escaneando el interior en busca de los chicos. No obstante, en vez de ella haberlos encontrado, fueron los dos jóvenes quienes se dieron cuenta de inmediato cuando entró. Era algo que a ambos les parecía curioso acerca de Mika; el como su sola presencia en una habitación podía notarse con tanta facilidad, aún si no la habían visto entrar directamente. Al menos así era desde su punto de vista. Su aura misteriosa y, de alguna manera, irresistible, era atrayente. Tanto que aunque quisieran era imposible ignorarla.

— Mika. — al escuchar su nombre salir de sus labios, reaccionó. Kisaki fue quien llamó su atención para hacerle saber dónde estaban parados, y le indicó con su mano que se acercara. La fémina avanzó a paso tranquilo hacia ellos, y sin darse cuenta, atrajo la mirada de más de una persona. Ella era así, después de todo. Dejaba una impresión fuerte en la gente con sólo pasar a su lado.

Era algo que Kisaki admiraba de ella.

— ¿Cómo fue? — preguntó, casi con indiferencia en su voz. Como si le importara poco.

— Parece que Takemichi quiere aplastar a los Black Dragons. Está por allá hablando con Chifuyu; deben estar planeando algo ya que Draken no les dio permiso de hacer nada. — señaló, indicando con exactitud su posición. No los habían notado todavía. — Sé que no has estado bien, pero esto nos podría favorecer. Creo que nos conviene fingir ayudarlo; al menos por ahora. Así tendríamos forma de vigilarlo y mantenerlo bajo control mientras avanzamos con él.

— Si tú lo dices...

— Pero dame tu opinión; así imposible trabajar contigo. — se arrepintió de hacer ese comentario al sentir la mirada fulminante de la fémina sobre él.

𝙳𝚎𝚊𝚝𝚑 𝙶𝚕𝚊𝚛𝚎 - 𝚃𝚘𝚔𝚢𝚘 𝚁𝚎𝚟𝚎𝚗𝚐𝚎𝚛𝚜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora