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—...No necesito ser salvada. No por ti, de todas formas. He vivido así toda mi vida y no tengo planeado cambiar pronto.
— Mika, aunque digas eso... no hay forma de que seas feliz viviendo así.
— Tal vez lo soy. No lo sabes.
— Pero, ¿por qué seguir así en vez de buscar una solución?
— Porque no existe solución. No sé vivir de ninguna otra forma, y mi trabajo... es algo que nunca entenderías; algo que no te puedo contar.... algo que nadie puede cambiar. A estas alturas, el único que me podría ayudar es Dios, pero no creo que me tenga cariño después de todo lo que he hecho. No intentes ayudarme; no hay salvación para mí.
— No digas eso; nunca es muy tarde para que cambies de actitud.
— Una buena actitud no me sirve de nada en mi situación.
— Aún así, yo-
— Takemichi, no soy buena persona. No quiero ni merezco que me ayuden, y aunque alguien lo hiciera, tampoco hay forma de lograrlo. Decir que quieres salvarme... es una pérdida de tiempo. ¿Quieres desperdiciar el tiempo que tienes aquí en eso?
— Que digas eso es prueba de lo mucho que necesitas ayuda. No importa cuántas veces digas que no, estoy convencido; te salvaré también.
— Entiendo... desgraciadamente, las opciones inventadas no son válidas como respuesta a mi pregunta, así que... tendré que apartarte de mi camino. — él entendió a la perfección su amenaza, a pesar de que jamás pensó que sería amenazado por ella para empezar. — Es una lástima, Takemichi, pero es la verdad. — sin embargo, por primera vez, no estaba asustado de Mika.
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La mañana siguiente, Mika se levantó con lentitud. Ya que estaba en casa de Izana, él la estaba abrazando como koala y no parecía tener planes de soltarla.
