𝚇𝚇𝙸𝙸𝙸

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MIENTRAS pasaba todo eso, la situación en general se volvía más complicada. Después de haber defendido a Mikey, la opinión sobre Kisaki se hacía más positiva y él parecía tener la ventaja.

Hasta que Baji se apareció finalmente y lo golpeó en la cabeza. Sus lentes rotos quedaron en el suelo y la herida le comenzó a sangrar.

— ¡Kisaki! ¡Voy a molerte a golpes hasta que quedes irreconocible! — Mika, que estaba detrás de él, inconscientemente llamó su atención al estar tan cerca de Mikey. Ella sólo le dio una mirada amenazante sin apartarla de la suya, que tampoco era muy amigable.

Uno de los secuaces de Kisaki terminó por lanzarlo lejos antes de que se pudiera hacer mucho más.

— ¿Estás bien, Kisaki?

— Sólo oigo zumbidos de esa maldita mosca... — se quejó al ponerse de pie. — Extermínenla. — Baji sonrió, pero pronto fue interrumpido por Chifuyu, quien trataba de bloquearle el paso.

Y aprovechando ese momento, Mika decidió actuar.

— Espérame un momento, Mikey. Necesito hacer una cosa. No me hagas caso sin importar lo que veas u oigas, ¿sí? Ignórame.

— ¿Tardarás mucho?

— No, tardaré apenas unos minutos. Luego volveré a ti.

— Entonces está bien; haz lo que quieras. No prestaré atención.

Era obvio que Kisaki estaba un poco... molesto por lo que acababa de suceder, así que Mika se encargó de tranquilizarlo.

— Calma, no es el fin del mundo. Yo me encargo.

— ¿Qué vas a hacer? — ella le dio una sonrisa.

— Ya verás.

— Hey, dame una respuesta clara por una vez.

— Deja de preocupar a tu linda cabeza y confía. — se dio la vuelta.

— Aunque te dijera que no, igual lo harías.

Caminó apenas unos cuantos pasos, hasta donde estaba Kazutora, y le dio una patada al mencionado.

— Despierta. — le ordenó, e inmediatamente lo vio abrir los ojos. — Todavía no termino de usarte.

— ¿Mika...? ¿Qué sucede?

— ¿Recuerdas lo que te pregunté ayer? — habló, aunque era obvio que sí recordaba. — Es hora.

— ¿Ahora? ¿Aquí?

— Sí.

—...¿A quién?

— Baji.

— ¿Eh? ¿Por qué? — Mika se agachó, se acercó al rostro de Kazutora y puso su mano sobre su propio pecho.

— Porque mis enemigos... — movió su mano al pecho del contrario. —...son tus enemigos. Y para ser un héroe, tienes que matar a tus enemigos. Así que, hazlo, Kazutora. Sé mi héroe.

𝙳𝚎𝚊𝚝𝚑 𝙶𝚕𝚊𝚛𝚎 - 𝚃𝚘𝚔𝚢𝚘 𝚁𝚎𝚟𝚎𝚗𝚐𝚎𝚛𝚜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora