𝚇𝚇𝚇𝚅𝙸𝙸𝙸

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༻༺El Pasado

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El Pasado

MIKA NO solía pensar en el pasado, sin embargo, últimamente se estaba sintiendo muy nostálgica. Pensar en sus sentimientos y por qué su corazón parecía estar congelado le llevó a preguntarse cuándo comenzó a ser así. ¿Qué había causado que no sintiera ni una pizca de compasión, sin importar lo mucho que quisiera?

Fue así desde siempre. El día que Mika nació, no lloró ni un poco; incluso después de que los doctores hicieran su mejor esfuerzo por hacerla llorar y asegurarse de que estuviera respirando. Al no lograrlo, pero verla completamente sana, decidieron dejarlo estar, Mika no ha derramado una sola lágrima desde entonces.

Cuando tenía dos años de edad, su padre falleció, y tuvo que ver a su madre desmoronarse por completo al no poder aceptar esa pérdida. A partir de ese día, la mujer se volvió mucho más fría con sus hijos; especialmente con el mayor.

— ¡Yo NO pedí nacer en esta familia, y NO pedí tenerte a TI de madre! ¡Y te ODIO! ¡Ya perdí a papá, que era la persona que más quería, y me quedé sólo contigo! ¡¿Y sabes qué?! ¡JÓDETE! ¡No te soporto! ¡Prefiero MIL veces quedarme huérfano que tener que seguir escuchando tu MALDITA voz!

La mujer se quedó sin palabras durante un minuto entero ante la explosión de emociones de su hijo, y Shikei no desperdició ni un segundo yendo hacia la puerta, aún hecho una furia, dedicándose a salir a pesar de que su mamá le dijo que no.

— ¡Shikei! — le advirtió la mujer antes de que lograra cruzar la puerta, pero fue ignorada por completo. — ¡Shikei Tamashi, no te atrevas a cruzar a esa puerta! ¡Shikei, regresa en este instante! — la conversación se dio por terminada con el sonido de la puerta cerrándose de forma agresiva. Yua soltó un quejido, ya que se encontraba furiosa, y decidió dejar a su hijo hacer lo que le diera la gana después de eso. Tratar de razonar con él era inútil y ya estaba cansada de regañarlo por no obedecerla; era un fracaso. La suerte era que todavía tenía a Mika; que Shikei se las arreglara solo.

— Mamá. — la pequeña se acercó a su progenitora.

— Déjalo, no vale la pena. Ven, vamos a estudiar.

— ¿Por qué lo tengo que hacer?

— No te pongas desobediente tú también; es porque lo digo yo. — su amenaza no fue efectiva, puesto a que la pelirroja frunció el ceño ante las palabras de su madre. La mujer suspiró, poniéndose de rodillas frente a su hija, y acarició su cabeza con suavidad. — Mika, cariño, tú querida madre perdió a tu padre hace tres años ya, y tu hermano mayor también la ha traicionado con necedad y desobediencia. Tú eres lo que me queda, así que estudia para que te puedas convertir en algo que valga la pena.

—...Sí, está bien. — la realidad era que no quería, pero era su madre y le tenía mucho aprecio. Aún si detestaba seguir sus órdenes, lo hacía.

𝙳𝚎𝚊𝚝𝚑 𝙶𝚕𝚊𝚛𝚎 - 𝚃𝚘𝚔𝚢𝚘 𝚁𝚎𝚟𝚎𝚗𝚐𝚎𝚛𝚜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora