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– Sería una lástima entonces si hoy mueres...

— ¡Hay que irnos!. — exclamó Damián, así que rápidamente tomaron las llaves del coche de Charlie, su billetera, tres bolsas de productos, la caja registradora, y al verse ante la probabilidad de ser delatados Damián cargó a Gemma en su hombro y corrió con ella hasta el coche — ¡Ni pienses que nos vas a hundir! – exclamó mientras que la joven lo pateaba en un intento desesperado por defenderse

– ¡Acelera! — exclamó Leonardo a Richard mientras le entregaba las llaves del auto, con la presión encima ninguno de los otros dos cómplices se percataron de que llevaban en el asiento trasero a una nueva persona.

Huyeron con la frustrante idea en mente de que la policía pronto iba a llegar por ellos para capturarlos y dejarlos en la cárcel, atrapados en celdas distintas, especialmente Richard que era un prófugo con treinta y cinco años pendientes por cumplir de condena, sin embargo trataron de mantener la calma,— ¿Y ella para qué?, — pregunto Leonardo a mitad del camino, mientras la observaba por el retrovisor — Calvin no dijo nada de un secuestro ¿o si? — Damián la llevaba cargando en su mismo asiento cubriéndole la boca con un pañuelo

— Nos conoce, iba a delatarnos — la chica negó con la cabeza y con lágrimas en los ojos

— Bien, hablaremos de esto más tarde – dijo Richard tomando algunos atajos para no ser vistos en medio de la ciudad con tanta prisa en un vehículo robado.

No fue precisamente eso lo que sucedió, ambos chicos llegaron al edificio justo luego de asegurarse de haber dejado el auto lo suficientemente lejos como para que no los encontraran. 

Subieron todas las cosas hasta la azotea del edificio y después se quedaron de pie contemplando a Gemma tirada en medio de la acera — ¿De dónde nos conoce?, ¿y qué se supone que vamos a hacer con ella?

— Solo ten algo de fe en mi, hice un plan hermano pero debes ayudarme a cumplirlo, ¿esta bien?, necesitamos subirla

— ¡Damián te has vuelto loco!, ¡no puedes conseguirte una novia obligándome a retenerla en este sitio!

— ¡No quiero que sea mi pareja!, mira, solo tenemos que llevarla al último piso y allí te lo explicaré todo

— ¡De acuerdo!, pero dime Einstein, ¿cómo vamos a subirla? — preguntó Leonardo mirando sus desgastadas y débiles escaleras de emergencia que normalmente usaban.

Después de discutirlo durante varios minutos, ambos ladrones tomaron a Gemma de los brazos y piernas, ya que decidieron que la mejor idea sería subirla por las escaleras de interior — Leo.. – dijo Damián intentando recuperar el aire respirando muy fuerte — creo que esta es una muy mala situación

— ¿No... en serio, y me lo dices ahora? — recalcó su compañero sujetándose la espalda con ambas manos, — sigamos, solo faltan como tres pisos

— Espera, creo que la estamos lastimando - dijo Damián viendo la cara de dolor de la chica — quizás sería mejor cargarla que llevarla arrastrando por todos los escalones

Cuatro LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora