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— Y... ¿qué fue lo que pasó con tú familia y con la de Damián, saben algo sobre esto?

— ¿Estas de broma?, tuvimos que separarnos de ellos para que nadie de este asunto se acercara a hacerles daño, somos nosotros muertos y nadie más, un día simplemente desperté, le llame a Damián y le dije que escapáramos antes de que alguien más de nuestro al rededor resultara involucrado, ¿qué tal si ahora eramos nosotros quienes metían la pata?, ¿contra quien más se iban a ir esos criminales idiotas?

— Se escucha realmente terrible, y he visto el miedo en tus ojos desde el día en que nos reencontramos. — agregó ella justo antes de darle otro sorbo a su bebida — Me sorprende que todavía puedan permanecer dormidos por las noches e incluso sonreír

— Sí, exactamente, podrán quitártelo todo Gemma, pero mientras que aún tengas un hermano, un amigo o un cómplice leal, hazlo un motivo para sonreírle a la vida, ya que de lo contrario, solamente te hundirías 6 metros bajo tierra sin haber vivido — el silencio se creo nuevamente entre Leonardo y ella, ambos mirando sus bebidas y pensando, hasta que una melodía muy virtuosa empezó a sonar en el lugar. Leonardo volteó a ver a Gemma y la cuestionó - ¿Bailas?

— Realmente no estoy de animo

— ¿Es por lo que te dije?, solo olvídalo, aún no estamos en la cárcel y eso es lo que hay que disfrutar - una sonrisa se creo en los labios de Gemma, e incorporándose de su asiento avanzó hasta la pista de baile colocándose junto a Damián y la otra chica con quien él estaba.

Poco antes de las 12 de la noche regresaron al edificio, Richard los esperaba en la azotea nada contento con una mirada asesina, Leonardo fue el primero que se acercó a dirigirle la palabra – ¿Por qué no nos esperaste?

– Vi cerca a la policía, ustedes me conocen, nunca más volveré a una celda, mucho menos por un par de niños irresponsables

– ¿Irresponsables?, al menos tenemos más hombría que tu para enfrentar a la ley – fueron estas las palabras de Leonardo que hicieron a Richard enfurece y sacar una navaja de su bolsillo apuntando al joven directo al cuello, Gemma se cubrió la boca con miedo, mientras que Damián saltó en seguida en medio de ambos para poner distancia entre ellos

– ¡No juegues conmigo imbécil, recuerda quien soy y a quien estas tratando!

– Richard, – dijo Damián interrumpiendo – hay una dama en frente, no hagas esto, resuelvan sus problemas como humanos y no como un par de bestias salvaje, ¿esta bien? –  Richard miró a Gemma segundos antes de guardar el arma

– Hablaremos luego – dijo Leonardo dándose la vuelta yéndose al interior del edificio para evitar más problemas por esa noche.

Cuatro LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora