Pág. 24 cap 4

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Capítulo 4: El día en que casi nos atrapan.

A la mañana siguiente los tres despertamos en la azotea; nos habíamos quedado ahí dormidos mientras que hablábamos de lo maravilloso que sería viajar a París y a las Vegas algún día — ¡Leonardo no puedo creer que volvieras a atarme durante la noche!, — reclamó Gemma mientras que yo la ayudaba a desatarse — ¡ya madura!

— Te dije que no confío en las rubias, — en cuanto la solté ella camino hasta donde estaba mi amigo y le dio un "fuerte golpe" en el pecho; el la miró durante un par de segundos y luego estalló en risas, — ¿de verdad ese fue tú mejor golpe?, pff, te hace falta ir al gimnasio

— Hablando de eso, yo... necesito darme un baño, ¿tienen algún lugar donde pueda..?

— No, nosotros no nos duchamos Gemma — ella nos miro como una pequeña niña asustada así que intervine riendo

— El solo esta bromeando linda, por suerte este edificio aún recibe agua y luz, así que utiliza cualquiera de los baños, no tenemos toallas pero las camisetas del cajón de Leonardo siempre están disponibles — él me miró seriamente pues en ningún momento me dio la autorización de prestarle sus cosas a Gemma

— Gracias Dam

— De nada, son mis camisetas; — dijo Leonardo — y cuando salgas de la ducha quiero que subas lo antes posible aquí porque te enseñare a dar buenos golpes, nada de esos que lanzas como jugadora de ajedrez, un cacha zapes podría hacerlo mejor incluso con los ojos vendades, y hasta eso, lo digo sin ofender

— Oye yo creo que ya deberíamos de prestarle un arma, ¿qué tal si la necesita durante un delito?

— ¡Oh que buena idea!, ¡para que nos dispare a ambos y nos entregue a la policía!

— Ella es muy cobarde, ¿de verdad piensas que te va a disparar?

— ¡No, confío, en, las rubias! – fueron las últimas palabras de mi amigo segundos antes de dejar a Gemma irse de la azotea.

Después de un rato me dirigí a buscar a Richard, a pesar de sus conductas agresivas tiendo a verlo como un padre ya que muchas veces me ha dado buenos consejos e incluso su abandono reciente en la pastelería no quiere decir que lo haya hecho a propósito, su trabajo es difícil y nosotros lo complicamos a veces pero sé que sus intenciones suelen ser buenas, ya que somos su equipo de trabajo y en muchas ocasiones nos hemos divertido juntos, un ejemplo sería aquella ocasión en la que terminando una misión y nos avisaron que la policía estaba revisando las calles de nuestro edificio, así que optamos por desviarnos y perder algunas horas entretenidos en una feria, subímos a varios de los juegos mecánicos para finalmente irnos a cenar y quedarnos un rato en el juego de tiro al blanco con armas, nada mal, sobre todo porque fue una convivencia sana a diferencia de otras ocasiones dónde terminabamos ebrios y lavando los platos para pagar la cuenta de la noche anterior – Hey – dije acercándome a Richard, él estaba recostado en el suelo de la habitación con la vista perdida en el techo – ¿todo en orden?

– Que bueno que llegaste hijo, – dijo incorporándose de su lugar – necesitaba alguien con quien hablar

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