Pág 25

0 0 0
                                    

– Lo supuse, tengo una especie de sexto sentido que me dice cuando alguien está pensando en hacer alguna estupidez con su vida – Richard sonrío

– Nada de eso. Como sabrás... he tenido una vida difícil, mi padre era alcohólico, siempre fue violento conmigo y con mi madre, sin embargo antes de morir nunca fui a visitarlo, ni siquiera llegué a su funeral y hay veces en las que me arrepiento, siento que debí otorgarle mi perdón alguna vez y tratar de acercarme, eso pudo haber cambiado mucho el camino en donde ahora estoy

– ¿Pero...?

– El esta muerto Damián, yo soy un criminal prófugo de la justicia ya no hay nada que pueda hacer, tomé malas decisiones, muchas de ellas, y hace poco me enteré de que tengo una hija. – sacó una fotografía de su bolsillo y la miró muy feliz antes de prestarmela, la niña de la foto llevaba un vestido rosa, una diadema, zapatitos negros y una sonrisa adorable – Su madre me mandó esta fotografía, pero dijo que nunca me quiere ver cerca de ella, su argumento fue que no quiere contagiarla de mi pasado oscuro, Leonardo y tu no tienen la culpa, pero estos últimos días he estado de mal humor porque solo verlos me hace recordar y sentirme culpable por todas las decisiones que he tomado y me han traído hasta este edificio. Claramente hoy me puse a meditar que ustedes no son los responsables, simplemente, he sido yo, y quiero... poder estar con ella, quiero ser el hombre que la deje en la escuela el día de su graduación, pienso ser la persona que le explique que tan mal están los chicos de la cabeza y entregarla en el altar el día de su boda, he pensado en convertirme para ella en el padre que nunca tuve – sonreí

– Animo hermano. – dije devolviéndole la fotografía – Probablemente ella un día quiera conocerte, lo sé porque si fueras mi padre yo lo haría, que emoción conocer a un asesino, – agregué bromeando, lo cual a él pareció no gustarle mucho – lo siento, me callo.

– Damián, en caso de que yo muera antes de conocerla, por favor, averigua todo sobre ella y hablale de mi, ¿esta bien?, es lo único que quiero pedirte – asentí temiendo no poder cumplir con su petición, sin embargo supuse que estando muerto nunca iba a saberlo, así que preferí no comentar nada más sobre el tema.

Gemma y Leonardo estuvieron practicando sus golpes hasta la una de la tarde, luego de que ella salió de la ducha; y en cuanto terminaron totalmente sudorosos y despeinados yo les propuse relajadamente ir a cometer nuestro siguiente delito, — ¿Qué dice la agenda? — pregunté a Richard mientras me cambiaba la camisa por una sudadera y escondía mi bandit mask dentro de uno de los bolsillos

— Banco

— ¿Qué?, ¡están locos!, ¡un banco tiene suficientes cámaras de seguridad!, ¡lograran arrestarnos si entramos ahí!

— Oye, tranquila, estaremos cubriendo nuestra identidad con estas cosas, además llevaremos tatuajes falsos, tardarán en darse cuenta de quienes entraron ahí

– Sobre todo porque la policía de nuestro país es tan mediocre, yo le calculo que podrían tardar hasta unos cien años en encontrarnos

— Guantes de látex en las manos y listo, el robo perfecto

— No vamos a decir ni una sola palabra para que no se graben nuestras voces y no nos localicen nunca

— No creo poder hacerlo muchachos, lo lamento, pero no

— ¡Gemma!, — exclamó Leonardo a puntando el arma directo a la frente de ella mientras tenía puesta la bandit mask — piensa en lo que te dije ayer, varios de los policías, ya están sobornados.

Cuatro LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora