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— Oh por supuesto, siempre traigo uno de repuesto — mientras que la fémina abría su bolso para buscar el objeto Damián le dio a Gemma un discreto y leve codazo en su brazo para que ella entrara en acción

— ¡Ya!, ¡espere!, ¡creo que ahí lo veo! — exclamo Gemma acercándose al enorme bolso de la dama para introducir su mano; logró sacar el mapa, junto con algunos anillos de oro y la billetera

— De verdad, muchas gracias por su ayuda — dijo Damián estrechándole la mano a la mujer para mantenerla distraída un poco más de tiempo

— Descuiden, no tienen nada que agradecer muchachos, a su edad, yo también me escapaba con mi novio de las excursiones, siempre terminábamos en verdaderos líos o vagando por los callejones, pero eso no importa, porque finalmente él y yo estuvimos casados por un largo... tiempo, supongo que ustedes dos planean hacer lo mismo

— ¿Qué?, — preguntó Damián sorprendido — no no, es que ella y yo, solo somos amigos — Gemma asintió sonriendo

— Pero.. ¿por qué?, si los dos harían una muy bella pareja

— Mmm... no lo creo — respondió Damián riendo, llevando su imaginación a las exageradas reacciones de celos que podría tener Leonardo si viera tal cosa

— ¿Pero por qué no?, vamos dense un beso, podría ser que son la pareja ideal y nunca van a saberlo si no lo intentan — Gemma miró a su cómplice preocupada, a lo que él solo le ofreció una cara de resignación y se acercó a la boca de la chica.

Se trataba de un beso tan simple, pero tan dulce, y a la misma vez tan romántico en el ambiente, que ninguno de los dos implicados contaba con que Leonardo estaría recargado frente a uno de los árboles del parque observándoles junto con Richard, y al presenciar tal escena, miró con enfado hacía el suelo, después camino hasta donde ellos dos estaban mientras que su colega de mayor edad intentó traerlo de vuelta con palabras — ¿Qué están haciendo? — les preguntó muy molesto deteniéndose junto a Gemma, ella lo miró muy preocupada y con cierto asombro

— Amm... ¡Mario!, — dijo Damián señalándolo — que bueno que llegaste, guíanos hacia donde esta el resto del grupo, nos separamos y venimos a conseguir un mapa — él se cruzo de brazos muy enojado mientras veía como la mujer robusta tras ellos dos lo saludaba

—  Sí, claro, — respondió Leonardo — vamos.

Durante el resto del día, Damián y Leonardo no volvieron a hablar, mientras que uno lo intentaba el otro lo evadía, y fue así como se mantuvieron durante tres días seguidos, solo hasta que una noche después de terminar con sus pendientes, tuvieron que regresar los juntos al edificio, fue en ese momento cuando Damián aprovecho y le dijo a su amigo en frente de Gemma — ¿Puedo hablar contigo?

— No quiero  — respondió Leonardo poniendo una goma de mascar en su boca

— Bien, no me importa, Gemma, ¿puedes retirarte un minuto? 

—  Claro, iré a darme una ducha — dijo ella incorporándose del suelo para ir hacía uno de los cuartos del edificio

— Oye...

Cuatro LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora