Capítulo 11

191 20 5
                                    

Narra Ella

No recordaba haberme levantado con tantas energías y felicidad después de semanas llenas de tortura.
Thomas se encontraba a mi lado y no solo desayunaríamos juntos como si fuésemos pareja, sino que me llevaría hasta la agencia y también me traería de vuelta para volver a quedarse conmigo.
No iba a pensar que el día de mañana tendría que irse a casa, porque ahí es donde vivía, pero ya le había dicho que era bienvenido cuando quisiese.

Sin más, habíamos llegado al lugar, y cada quien fue por lo suyo.

Hoy seguiríamos con el taller de actuación, el cual, para información de ustedes, tenía una duración de cuatro horas. Las dos horas sobrantes las utilizábamos para realizar el programa de la agencia. Hoy serían las dos primeras. Además, tendríamos una visita de el grupo de menores para un intercambio de experiencias y actividades.
Me pareció muy interesante aquello. Creo que sería bastante entretenido convivir con niños, teniendo en cuenta que yo me encariñaba rápidamente.

—Ustedes conocen muy bien la dinámica, porque se las expliqué el día de ayer. Me gustaría que puedan ser muy responsables y activos a la hora de interactuar con ellos—nos explicó George. Él era nuestro coordinador.

Después de esperar algunos minutos más, por fin las puertas se abrieron, permitiéndonos conocer a los tan aclamados niños. Definitivamente algunos eran un poco más altos que yo, sobre todo los varones.

—Hola—dijeron al unísono, provocando la risa de algunos aquí.

—Muy bien, chicos, distribúyanse donde vean conveniente—les informó George—Pero separados, por favor—había una niña algo dispersa. Era bastante bonita. Llevaba un libro en su mano y parecía no ser tan cercana al resto—Voy a pasar lista al nombre de cada uno, así que como en la escuela, levantarán sus manos. La diferencia aquí es que sus nombres estarán al lado de el de sus parejas, con los que trabajarán. ¿Estamos atentos?—todos soltaron un "sí" como respuesta.
Comenzó a llamar nombre por nombre. Ninguno se me hacía familiar, excepto el de mis compañeros, porque a ellos los veía todos los días—Lara Drucker—la misma niña que había visto hacía no mucho, levantó su mano—Ella Hunt—bien, estaría junto a la niña de mirada misteriosa—Júntense, por favor—nos hizo una seña.

—Hola—le dije dulcemente y con una sonrisa—Bueno, ya sabes mi nombre—ella asintió algo seria.

—Lo sé—habló por fin—Y tú el mío—su voz era bastante bonita. Ni muy aguda, pero tampoco grave.
Sentí algo de calor en mis mejillas cuando la descubrí analizando mi rostro—Mmm, es extraño—la miré nuevamente.

—¿El qué?—solté algo confundida.

—No, nada. Todo está bien—esta vez sonrió, y un par de lindos hoyuelos se formaron en sus mejillas rosadas—Creo que estuviste algo distraída. George ya nos dijo qué hacer para comenzar—aclaré mi garganta.

—Oh, lo lamento—sin esperarlo me tomó del brazo y con cuidado me dirigió hasta una de las sillas, colocándose frente a mí.

—Bien—se revolvió el cabello—Tenemos que "conocernos"—hizo comillas con sus dedos.

—¿Por qué el supuesto?—pregunté enfocando mi atención en ella.

—Porque de todas formas eso no sucederá. Eso nos tomaría meses, ¿no crees?—niña inteligente, pensé.

—Te doy la razón, pero podríamos preguntar cosas sencillas y ver qué tal nos va—propuse entusiasmada. La verdad se me daba bien conversar con personas de distintas edades. No era un ser extrovertido, pero podía hablar sin problema alguno.

—Entonces yo iniciaré—dijo segura y yo asentí—¿Cuántos años tienes? yo tengo doce—vaya, no era tan pequeña entonces.

—Diecinueve—respondí—¿Qué leías?—me atreví a preguntar.

AfterlifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora