Capítulo 37

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Narra Ella

Yo soñé con que una niña —de rostro aún desconocido— me llamaba para anunciarme la muerte de Hailee. Ésta soñó con que una niña también la llamaba, llevándosela a un punto perdido. Hailee despierta volando en fiebre, y minutos después, Lara nos llama desesperada para saber cómo es que se encontraba.
No quise dejar pasar su conmovedor "te amo". También me sentí trastocada, pero me inquietaba muchísimo el saber que la situación tenía completa relación, por más irreal que sonara. Parecía un rompecabezas.
Hailee nos había separado una cita con la psicóloga, pero la llegada del fin de semana lo sentí correr con una lentitud que nos estaba matando, sobre todo a mí.

—Buenos días, Inés—Hailee ingresó tirando de mí. Parecía estar muy nerviosa, cuando la que estuvo más al pendiente de la situación era yo, aparentemente.

—Buenos días, linda. Pero—nos miró a ambas—parece que podrías romperle un brazo a tu...—su vista fue directa a nuestras manos entrelazadas.

—Mi novia—respondió Hailee muy segura. Yo no disimulé mi sorpresa.

—¿Cuándo me lo pediste?—le susurré.

Ella se quedó pensando algunos segundos hasta que la doctora prosiguió. Se le salió decirlo, y fue muy natural. Pensé en lo preciosa que era. En fin.

—Entonces... Ella Hunt—me señaló y asentí—Bien, es un gusto conocerte—me sonrió amable—¿Les gustaría relatarme los hechos de una vez?—ambas asentimos efusivas—Ya veo—ensanchó su sonrisa.

—Creo que comenzaré yo—giró a mirarme—Así vamos paso a paso, como si fuese una historia—acaricié su mano para darle el pase—Bueno—aclaró su garganta—Estaba caminando por un gran jardín, que en mis sueños ya ha aparecido muchísimas veces. Habían casas alrededor que parecen de hace un par de siglos atrás—Inés iba tomando apuntes—El punto es que parecía estar cumpliendo algún tipo de rutina, pues todo ocurría tranquilamente. Caminaba y caminaba, con un libro en la mano y una cesta de flores. De pronto comenzó una melodía que alguien a lo lejos canturreaba—Hailee arrugaba un poquito sus ojos, según creía que para ir recordando—La seguía y la seguía. Mientras más cerca sentía que estaba, la voz comenzaba a sentirse más lejana una vez que me detenía, donde según yo creía que la encontraría. De pronto la oí llamarme—

—¿Por tu nombre?—consultó Inés.

—Solo pedía que la acompañara—la psicóloga le hizo una seña para que continuase—Luego vi su figura correr delante de mí, pero nunca dio la cara. Tal vez le sacaba varios centímetros. No creo que tuviera más de diez—suspiró—Me cansé de correr y comencé a sudar, pero ella tomó mi mano y me decía que continuase. Parecía que algo le daba mucho miedo—Inés dejó su libreta a un costado—Sin embargo, cuando creí que por fin habíamos hallado el lugar, comencé a caer, a sentir que verdaderamente ya no podía respirar más. Entonces la oí llorar—

—Es cuando creo que mi parte de la historia continúa, pues si analizamos la situación, podría tratarse de la misma niña, que me llamaba para salvarla—miré hacia donde estaba Hailee—Ella murió en mi sueño. Y al despertar fue cuando la encontré volando en fiebre y con la respiración irregular—humedecí mis labios—Al minuto ingresó una llamada de Lara-

—Lara Drucker—recalcó Hailee.

—Ella estaba llorando. Nos contó que tuvo una pesadilla en la cual Hailee se ponía muy mal, y que eso la levantó angustiada—creo que habíamos concluido con lo que teníamos para decir.

—Santo cielo—expresó Inés un tanto perdida en las paredes de su consultorio—Lara es la niña de el sueño de ambas, ¿eso no es obvio?—bebió de su taza de café.

AfterlifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora