Narrador omnisciente
Ella había programado su alarma para las cinco y media como siempre solía hacerlo, pero no se había percatado de la cantidad de veces que estuvo sonando, y ya a la quinta, el reloj marcaba las siete en punto.
Se lamentó con todas sus fuerzas, porque ese día demoraría más que nunca. Previamente al maquillaje, debía quitar la inflamación de sus ojos por haber llorado el día anterior. Lucían como dos picaduras de mosquitos, y le era muy molesto que hasta iba a tener que sostener el hielo en el trayecto, porque considerar cambiarse, peinarse y lo más importante que era desayunar, le quitarían mucho tiempo. Así fue como decidió únicamente arreglarse y ya pasaría por un auto rápido para recoger algún aperitivo.Es que esa chica iba tan preocupada, cuando lo único a tapar eran las ojeras formadas. De ahí, podía seguir viéndose muy espectacular, pero qué se le hacía.
—Siete y cuarenta, no puede ser—tomó su bolso, una toallita con un hielo adentro, y salió para entrar a su auto e irse por fin.
Agradeció al cielo que no había nada de tráfico, por lo que mientras su pedido se alistaba, fue maquillando su rostro, hasta conseguir un look natural, pero que resaltase sus facciones.
Todo, desde que sus ojos luzcan como antes, hasta que la hora iba exacta, todo estaba bien. Incluso tuvo tiempo de entrar a uno de los baños de la agencia para cepillar sus dientes. Sin embargo, cuando sus pasos la dirigían hacia el auditorio, pudo divisar a aquel que había vuelto su vida una completa pesadilla, James.
Caminaba como siempre, con el atuendo pulcro, y con esa sonrisa seductora, pero elegante. No parecía ser el hombre de aquel crimen tan tremendo. Él avanzaba ajeno a su pecado. La condena no le pesaba ni un poquito.
La pantalla de su teléfono se encendió y vio que tenía un mensaje de Hailee:
"Ella Ella, espero que estés mejor. Me preguntaba si ibas a venir".
Sonrió por algunos segundos, y se sobresaltó al ver que ya daban las ocho y diez. El ensayo iniciaba ocho en punto, por eso siempre se recomendaba estar media hora antes. Podía oírse exagerado, pero esas eran las reglas.
Al levantar su rostro para seguir caminando, él ya no estaba. Solo esperaba que no la haya visto.
Por otra parte, Hailee hacía temblar sus piernas y volteaba hacia la puerta del auditorio cada tanto, pero con continuidad, porque comenzaba a preocuparse por Ella. Apenas iniciaba su horario, pero la chica solía mostrarse muy puntual, y temía a que se encontrase en un estado deprimente.
Su corazón dio un salto cuando la vio ingresar por la gran puerta. Llevaba el cabello desatado y algo húmedo. Tenía las mejillas bastante rosadas, pero a leguas se notaba que eran parte de sí misma, de la sangre se subía de manera acelerada, igual que su caminar algo torpe, mientras susurraba muchos "lo siento" por debajo. Además, sus labios se veían tan bonitos y brillantes, a diferencia de aquellos ojitos casi verdes que predicaban mucha pena y nostalgia. No iba a ser para menos, pero tampoco lucía derrotada, y eso le causaba alegría a la mayor.
—Pss—No había caído en cuenta que la joven ahora se encontraba situada a su costado. Tal vez su perfume le había embriagado—Hola—le dijo por lo bajo, con esa dulzura y ese fascinante acento inglés.
—Hey—esperaba no haber estado demostrando demasiada obviedad con aquella tonta sonrisa—¿Cómo te sientes?—Hailee le preguntó por lo bajo.
—Mmm—respondió la menor—Ayer Thomas... Hoy James—suspiró con tristeza.
—¿Qué te hizo ese—Hailee despertó la atención de más de uno cuando sin querer elevó su voz y a su vez el cuerpo despegándose de su butaca—Eh—volvió a tomar su lugar. No estaba segura de si su vergüenza fue por las miradas que se habían posado en ella, o el tacto de Ella devolviéndola a donde se encontraba—Perdón, es que—
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Afterlife
RomanceSeason two: Open me carefully... ❗️: no abrir si aún no lees la primera temporada.