Narrador omnisciente
A Ella nunca le gustaron las historias de sirenas. Nunca le parecieron divertidos los castillos de arena, pensaba que habían demasiados granitos, y si los contaba se haría muy tarde y tal vez el sol tocaría el mar, y la camioneta de sus padres no estaría más. Le aterraba el sonido tan relajante del agua, porque no podía ser cierto que ese monstruo destructor también gritara paz.
De todos modos ahí estaba, de la mano de quien día a día se ganaba su corazón. Él sabía de aquel miedo, ¿y por qué la llevó? tal vez lo había olvidado. Por mi parte, de seguro no tenía mucha imaginación, pero dejemos de lado la primera persona. No entra más en discusión.Y la tela sostenía sus cuerpos de chocar contra la arena, era de un color neutro, un azul noche que parecía ser negro. Sus manos estaban unidas, sus hombros chocaban y sus respiraciones no le ganaban a la voz del océano.
Thomas sabía que había ganado el corazón de una pequeña niña, porque Ella no era la mujer que se sabía cuidar sola y que pagaba las rentas a tiempo. Ella era una niña lastimada, una que caminaba solitaria. La que tenía las alas rotas, y ni siquiera había enderezado su cuerpo para poder elevarse. Reconocía sus debilidades y veía el miedo en sus ojos.
—Ella, aquí estoy—las manos de la chica sudaban frío, y si se sinceraba a sí misma, él no podía brindarle seguridad estando en ese lugar—Nada va a pasarte—su tacto era áspero.
—Bien—no podía agregar más a su "discurso". No quería lucir patética, tampoco exagerada.
La brisa tenía un toque salado. No le gustaba imaginar qué habría más allá de esas sábanas celestes.
—Te compré esto—Thomas le extendió una cajita de Tiffany and Co. Adentro llevaba una pulsera que tenía el símbolo de una estrella—Yo llevo la otra—le mostró una exactamente igual—Ella la acarició con cuidado.
—Es preciosa—le dijo suspirando. Tenía una nostalgia que se había posado en su pecho desde que llegó. No podía tener recuerdos de algo concreto, puesto que sus antiguos amores fueron de escuela, bastante infantiles—Muchas gracias—esbozó reposando su cabeza en el hombre de él.
Era ahora o nunca, pensó el mayor.
—Desde el momento en que te vi, supe que no existía sonrisa más linda que la tuya—Thomas abrazaba el cuerpo de Ella—Y con el paso de los días, de las semanas y ahora meses, confirmé aquello—la chica se aferraba a él mientras oía sus lindas palabras—No hay mujer que me haga sentir mejor que tú. No hay mujer que me haga salir de la rutina y me mantenga despreocupado, porque estará a mi lado. No hay mujer que cure hasta las heridas más pequeñas que existen en mi interior—ella suspiraba con el corazón conmocionado—Es como si... es como si de pronto el pequeño Thomas que odiaba ir a la escuela, el que fue criado por su padrastro, me sonriese desde el pasado—la menor se acomodó para tomar el rostro del hombre entre sus manos—Tú me haces muy feliz, Ella—el par de ojos estaban humedecidos—Y no sé si quiera esperar más, por eso me sincero contigo esta noche—tomó un poco de aire—Quiero dejar el pequeño secreto y hacer de mi amor por ti una realidad. ¿Te gustaría ser mi novia?—El corazón de Ella quería seguir besándole y explorar más allá, bajo un título que selle compromiso y fidelidad.
Su cabeza le enviaba algunas alertas, pero si seguían jugando a los "amigos con beneficios", entonces podrían salir dañados. Qué mejor que oficializarlo todo y no limitarse más.—Vamos—le dijo la castaña, para así volverse a la habitación en la cual se habían quedado ese fin de semana.
A besos llegaron y se tumbaron en la cama.
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Afterlife
RomanceSeason two: Open me carefully... ❗️: no abrir si aún no lees la primera temporada.