Capítulo 8

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Narra Hailee

Tanto mis padres como Griffin, aceptaron dejarme sola hasta el domingo por la noche, ya que el lunes regresaría a mi rutina y querían despedirse.

Vaya que esta casa tenía historia. La compra la había hecho hace casi un año ya, pero era tan grande que nunca me hubiese imaginado estando sola. Además, se lo debía a mis padres. Gracias a ellos soy lo que soy y tengo lo que tengo. Es lo menos que podía hacer.

Por otro lado, el tener todo este espacio interminable para Niall y para mí, se había vuelto una locura. No solo hicimos el amor en mi habitación, sino que en la sala de cine, en la cocina y en la piscina. Claramente no nos veríamos por largas semanas y teníamos que aprovechar al máximo nuestra reunión.

El comedor se sentía vacío. Yo tenía un fuerte apego al término "familia", y tal vez por eso sentí que en algún momento me gustaría llevar nuestra relación a ese punto, en donde no solo seamos los dos, sino que un par de pequeños se encuentren merodeando por el lugar.
Aunque no estaba segura de poder ser una buena madre, creo que tendría que aprender a trabajar mejor conmigo misma, sobre todo por el lado de la responsabilidad. Si en algún momento decidía tener una personita, entonces tendría que estar preparada para ofrecerle lo mejor.

—¿En qué piensas tanto?—Niall acarició mi mano, devolviéndome a la realidad.

—Solo somos tú y yo—Él sonreía atento—¿No crees que hace falto algo o tal vez alguien más?—pregunté sin darle vueltas al asunto.

—No te preocupes, Haiz. Tampoco es como si quisiese alejarte de tus padres. Ellos vendrán pronto—claramente no había sido muy directa.

—Me refiero a...—me acomodé en mi lugar—¿Te imaginas esas dos sillas con una niña y un niño?—señalé visualizando la imagen en mi cabeza.

Niall se atragantó.

—Tranquilo, alza tus brazos y respira—le dije golpeando su espalda suavemente—Por Dios, casi me matas de un susto—suspiré y volví a mi sitio.

—Lo siento—dijo tomando un poco de agua—Ya estoy bien—respiró—Y con respecto a lo que dijiste—

—No esperabas eso, ¿verdad?—miré hacia mi plato de comida.

—N-no es eso—tomó mi mano—Es que creo que aún nos falta mucho por vivir—levantó mi mentón—Ya habrá tiempo de pensar en ello—dijo restándole importancia—Seguro que para ese entonces ya habré aprendido a quererlos—mis ojos se abrieron con sorpresa.

—¿No te gustan?—negó con la cabeza. Sabía que era muy común que no todos se lleven bien con una criatura, sobre todo si este usaba pañales y su forma de comunicarse era a través del llanto, pero por alguna razón sentí una punzada pequeña—Entiendo. Yo tampoco soy la persona más paciente del mundo, pero los niños son bastante lindos, en mi opinión—probé bocado.

En fin, qué puedo decirles, solamente me quedó desviar la conversación. No me estaba gustando tocar este tema, pero por el hecho de que precisamente a él no le agradaba. Yo podía hacerlo con gusto.
Tal vez tenía razón y éramos muy jóvenes para pensar en eso, aunque mi intención había sido pensando en un futuro no tan lejano.

No puedo mentir, había quedado con un sinsabor, porque me hacía mucha ilusión que Niall le dé más cuerda a esta idea mía, pero prácticamente la cortó y sin cuidado. No iba a molestarme porque sería inmaduro, pero no reprimiría ese dolorcito que comenzó a habitar en mi pecho.

Varios sonidos desesperados del timbre y una alerta por aquello había sido notificado. Sabía muy bien de quién se trataba.

—¿Quién toca de esa forma?—se quejó Niall, y yo acaricié su muslo derecho antes de dirigirme a abrir.

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