Capítulo 22

235 23 22
                                    

Narrador omnisciente

El lunes había llegado como un abrir y cerrar de ojos. Estaba muy fresco por la mañana, pero los rayos del sol se colaban por el cielo tan celeste, a través de las blancas y esponjosas nubes. Era de esos días en que salías de casa con un hoodie y si no llevabas algo bastante ligero por debajo para poder usar bajo el sol, entonces ibas a necesitar urgentemente correr hacia alguna tienda que esté llena de aire acondicionado.

Ella se había preparado un delicioso desayuno, que no iba a dejarla con el estómago a explotar, pero iba a tenerla satisfecha y con muchas energías. Un mini bowl de frutas, leche de almendras y una tostada con palta/avocado/aguacate—como prefieran llamarle—

Su apartamento se sentía algo vacío sin la presencia de Thomas, y cuánto le hubiese gustado que él la pudiese acompañar, y desearle suerte antes de partir a trabajar. Sin embargo, tenía que poner la mejor sonrisa, después de todo estaba cumpliendo un sueño. Además, lo que sucedió la última vez la dejó bastante desconcertada y muy desconfiada de su persona, pero no se negaría así misma lo que aún sentía por él.

Decidió soltar un largo suspiro y se fue hacia su tocador para realizar su mini rutina facial de mañana, para finalmente aplicar un poquito de maquillaje que resalte sus facciones y disipe un tanto su palidez.

Llevaba prendas cómodas, pero no demasiado relajadas como para reflejar desinterés. Un crop negro, Wide jeans negros y por si las moscas, una denim jacket.

Se vio una vez más al espejo y un par de lagrimitas se escaparon.

—¿Realmente estoy aquí?—puso una mano sobre el vidrio—Pequeña Ella, creo que vamos por el camino correcto—

Antes de salir, tomó un disco de algodón chiquito y retiró las lágrimas bajo sus ojos.
Añadió loción de vainilla y un perfume Marc Jacobs, para por fin subirse a su auto y dirigirse al auditorio de la agencia.

Por otro lado, Hailee estaba en un alboroto, que ya ni siquiera sabía qué ponerse para vestir, teniendo en cuenta que salió de sus sábanas a las 5:30 de la mañana.

Finalmente, con la ayuda de su madre, pudo desayunar tranquila y organizar sus pertenencias.

Llevaba una camisa Ralph Lauren de color celeste con rayas blancas delgadas, y un jean negro que iba algo holgado. Para completar el look, utilizó unas converse negras, y un maquillaje bastante sobrio, pero con ese estilo medio bronceado que tanto le gustaba, y con las mejillas rosadas.

—¡Mierda!—maldijo desesperada al darse cuenta que en el auto solo llevaba su teléfono y un paquete de mentas, pero el ceño fruncido se desvaneció cuando recordó quién podría prestarle un cargador para su teléfono—¡Ya, Hailee!—se dijo a sí misma mientras manejaba. Ella misma se echó a reír por lo que acababa de hacer.

Cuando estaba cerca del gran edificio, sus manos comenzaron a sudar. Iba tan a la expectativa de todo lo que se avecinaba, que no podía andar con total claridad y tranquilidad. Se iba a adentrar a un mundo diferente, en el cual cumpliría un gran rol, porque tendría la labor de representar, pero además de ser ella misma quien sea capaz de verse desde afuera. Ya no sería actriz únicamente, sino que también productora.

Los elevadores se abrieron y su ritmo cardíaco aumentó como los pisos que subía.




















































[...]






























































AfterlifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora