you're my story (Draco Malfoy)

26

⚜️⚜️

Harry tomó el sombrero y nada se le ocurría.
—Potter...— murmuró el platinado.— Creo que se la manera de destruir el diario.

—¿Para que querríamos destruir el diario?— preguntó el azabache sin entender nada.
—Por qué de esa manera Leah volvería, y Tom, se iría. ¿No crees?— preguntó este de manera bastante obvia.

Harry asintió y cuando miró de nuevo el sombrero, la espada de Gryffindor apareció.
—Wow.— soltó este ahora preparado para atacar al basilisco.

—No seáis ridículos.— dijo Tom apreciando a su temible mascota.— No lo podréis matar si ni sabéis usar una espada, diría que sois demasiado... predecibles.

Harry rodó los ojos. Ignoró el comentario del chico y suspiró.
—Bien, ¿que sugieres Malfoy?— preguntó esté batallando con el feroz animal.

El platinado el cual se encontraba al lado de Leah con el diario tragó hondo.
—Los colmillos del Basilisco tienen veneno, capaz de matar a un humano en minutos.— dijo según lo que había leído.

—¿¡Y eso qué!?— exclamó el azabache.
—Tonto, su capacidad de destruir objetos que luego son imposibles de reparar incluso con magia, y el hecho de que el veneno de basilisco es muy potente incluso después de muerto, lo colocan dentro de las sustancias más peligrosas conocidas dentro del mundo de los magos.— explicó este de tirón.

Harry entrecerró sus ojos hacia el platinado pensando en lo listo que era y que le recordaba a Hermione cuando se ponía pesada con temas que no le interesaban en absoluto.
—Aha.— respondió este.

—¡Necesitamos veneno de basilisco para destruir el diario!— le gritó Draco finalmente.
—¿¡Y por que no le lanzas algún hechizo!?— gritó este.

—¡Idiota! La piel de un basilisco tiene características similares a la de un dragón, capaz de repeler hechizos. Todo el mundo lo sabe, no serviría de nada.— explicó este con algo de miedo del bicho gigante.

¿En serio estaban discutiendo en ese instante? Tom no se lo podía creer. Miraba al platinado y después al azabache viendo como estos tenían una conversación de lo más normal.

Fue cuando Harry en ese instante, atravesó la cabeza del basilisco, pasando así la espada por toda la boca de este, infectándose de veneno.
—¡No!— gritó el heredero viendo a su querida mascota.

—¡Si!— dijo el platinado tomando la espada de las manos del Gryffindor.
—¡No! ¡No lo hagas!— pedia Tom sin resultado alguno.

Draco enterró la espada con veneno en el diario que pronto empezó a destruirse, y así, con la cara de Tom.
—¡Funciona!— exclamó Harry tapándose el brazo, pues tenía una herida del basilisco.

Y finalmente, el diario, terminó por destruirse, provocando que Tom desapareciera por completo y despertando a Leah de golpe.

—Leah.— dijo Harry contento al igual que Draco no obstante, no mostró ningún gesto al respecto.

Ella miró a ambos chicos y pestañeó varias veces para volver a mirarlos raro.
—Vosotros dos... estáis... ¿juntos? Nah, debo estar soñando.— dijo ella bromeando.

El azabache se tiró a abrazarla dejándola aún más en shock. ¿Y todo eso?
—¡Idiota idiota idiota! ¡Como se te ocurre ser poseída por un diario!— le gritaba este sin separarse de ella.

—Es bastante probable que ella no lo pudiera detener... y que no lo haya hecho a voluntad.— mencionó el platinado mirando el lugar.— ¿Podemos irnos de aquí? Tengo frío.

—Tiene razón Harry, no podía separarme del diario. Yo no quería hacer esas cosas, pero Tom me obligaba.— dijo la chica algo avergonzada.
—Si, ahora podemos irnos, ¿verdad? Este sitio me está dando escalofríos.— volvió a insistir el platinado.

La chica se levantó y miró a Draco el cual estaba con las manos en los bolsillos.
—Si... es lo que sienten las gallinas.— dijo está molestándolo, fingiendo que era un fantasma.

—No hagas eso.— dijo esté rodando los ojos.
—"Uhh" soy un fantasma y he venido a... ¡comerte!— decía ella siguiendo con la broma.

El platinado miró a otro lado intentando ocultar la sonrisa que se le escapaba, pues la situación empezaba a ser de lo más cómica.
—Um...

Tanto Leah como Draco miraron al azabache el cual los miraba raro. La verdad es que había pasado a ser un momento bonito entre hermanos a no existir. Pensó Harry viendo como la chica ahora le estaba dando más atención al Slytherin.
—Tenemos que irnos.— dijo ese ahora empezando a caminar hacia la salida.

—¿Que le pasa ahora?— preguntó la chica en susurro mientras seguían al azabache.
—¿Que te voy a contar yo? Tu eres su hermana.— mencionó Draco encogiéndose de hombros, también susurrando.

Cierto, pero como ya había dicho Ron, Harry y Leah nunca habían tenido la confianza suficiente como para hablar de lo que les pasaba. ¿Que debía hacer la chica ahora?

Cuando los tres chicos salieron sanos y salvos, el Gryffindor miró a los Slytherin quienes aún peleaban y se estaban molestando entre sí.
—Bueno, supongo que nos veremos por ahí.— mencionó con algo de incomodidad.

—Harry...— le dijo ella parándolo.
—¿Si?

Leah lo abrazó como agradecimiento por todo lo que había hecho, siendo correspondida por este.
—Gracias, por todo.— le dijo con una sonrisa amigable.— Puede que hasta no seas tan pringado.
—Oh cállate y vete con tu noviecito Malfoy.— le picó este sorprendiendo a los dos chicos.

—Ni muerta soy novia de este.— exclamó ella con cierto asco.
—Si, como si yo quisiera... ¡iugh! No se ni que hago aquí con vosotros dos.— dijo esté separándose metros de la chica.

—¿Eh?— preguntó Harry sin entender el repentino comportamiento de estos dos.

—¡Bien que estabas aquí!

—¡Si pues ya no!

—¡Eres un idiota!

—¡Cállate!

—Atrévete.— le retó la chica.— Vamos, mi amigo puño derecho hace tiempo que quiere pegarle a alguien.
—Salvaje.— anunció el platinado rodando los ojos.

Tanto Leah como Draco se miraron con odio para irse cada uno por su cuenta dejando a Harry muy confundido y algo perdido.
—Pero... Malfoy...— empezó a decirle este.

El platinado se giró y empezó a caminar hacia el lado por donde se había ido Leah.
—Si, ya se donde está mi sala común, Potter.— dijo rodando los ojos.

—¡Dile a Leah que no tarde en ir al comedor!— le anuncio el azabache con intención de molestar.

Draco al escuchar eso entrecerró los ojos y se fue hecho furia a su sala común, a la cual la chica acababa de entrar.
—¡Chicos!— exclamó Blaise.

Leah miró a Draco y rodó los ojos.
—Genial, ¿que haces siguiéndome?— preguntó molesta.— ¿Es que acaso no tienes nada mejor que hacer que molestarme?

El platinado la miró curiosamente en ese instante. Al verla tan molesta y picada, una pequeña sonrisa se le escapó, provocando más a la chica.
—Es muy divertido, ¿sabías?

—Si, ¿y sabías también que quedaría bien? Tu cabeza calva como no te calles.— respondió esta para irse a su cuarto sin decirle nada más a nadie.

Blaise y Theo quienes estaban ahí, se miraron entre sí y se encogieron de hombros.
—Si... parece que vuelven a ser los mismos.— murmuró el castaño viendo como el platinado cerraba los ojos, intentando mantener la calma y también se iba a su cuarto.

—Tal para cual.