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Era el último día de curso para todos, lo que significaba que los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons se tendrían que ir al igual que todos los alumnos de Hogwarts ya que empezarían sus vacaciones de verano.

Todo había estado más normal de lo que parecía. O al menos aparentaban estarlo.

Leah no estaba bien. Pero nadie parecía preocuparse. Nadie le preguntaba que le sucedía o si se encontraba bien. Volvía a ser invisible, y en cierta parte, lo agradecía.

Se sentó sola en el tren vuelta a casa y empezó a leer un libro que la abuela de Theo le había regalado y nunca tuvo tiempo de abrir ni el interés.

De repente, la puerta del compartimento del cual ella estaba sola se abrió dejando ver a Draco muy decidido.
—Oh, ni hablar.— murmuró ella dispuesta a irse de allí.— No pienso hablar contigo.

—Vas a escucharme, Potter, por favor.

La chica frunció el ceño y no dijo nada. Se mordió la lengua para no perder los estribos con él. No tenía ganas de discutir con nadie, y menos de gastar energía.
—Sobre lo que dijiste el día de la prueba... sobre el que no debe ser nombrado.— empezó a decir mientras la miraba atentamente.

—No tengo tiempo para esto.— insistió ella.— Y no te molestes en inventarte alguna excusa barata, lo sé todo.
—No, no lo sabes todo, yo... yo no tenía esa intención contigo, todo eso de que tenía que ser tu amigo, vale, si, al principio si pero luego no me importó nada de eso.

—No puedo creerte, lo siento Malfoy.— dijo ella finalmente tomando sus cosas dispuesta a irse.
—No lo sientas, pero es verdad. ¿Crees que estaría aquí ahora mismo si no lo fuera?

—¡Me da igual! Me da igual que estés aquí o que lo que me digas es verdad. No entiendo porque intentas hacerte el inocente conmigo cuando estoy segura de que no darías la cara por mi en público. ¿De que sirve todo esto Draco?

Leah pasó por su lado y cuando estaba a punto de irse, miró al chico el cual estaba sin palabras.
—Creo que ambos estaremos mejor si dejamos de jugar. Así que, deja de hablarme y de buscarme, y menos a solas.

—¿Sabes? Ni siquiera se porque lo hago. Créeme, quiero mantenerte lo más lejos posible pero siempre acabo preocupándome por ti, cuando no debería.

—¿Por qué?
—¡No lo sé! Solo que, no puedo verte mal, y si, soy un idiota porque me importa la imagen que doy. Me importa lo que piensen de mi porque quiero ser el Malfoy que mi padre me ha enseñado a ser.— explicó este.— No deberías importarme en absoluto, pero lo haces. Más de lo que pensaba.

Leah dejó el libro encima de una de las mesas que habían ahí mientras procesaba lo que acababa de escuchar.
—Yo... no se, no se en quien confiar, ¿sabes?

—No hace falta que confíes, yo te creo. Todo lo que dijiste sobre Voldemort.— murmuró este.
—Entonces ayúdame.

—No puedo.
—Si puedes, puedes hacer lo correcto.

—Tu no decides que es lo correcto para mi. Mi prioridad es mi familia. Y lamentablemente, no puedo hacer nada.

La chica negó, estaba tan confundida y rota que no podía pensar con claridad.
—Bien, si tan importante es tu familia para ti, lo entiendo. Pero no esperes que seamos amigos. Ahora, eres una amenaza para mi, y no dejaré que tú y tu familia lastime a la mía.

Draco suspiró y sonrió tristemente hacia ella.
—¿Qué pasa ahora?— preguntó ella.

—Nada, solo que no entiendo como es que quieres proteger tanto a tu hermano cuando esta claro que él no haría lo mismo por ti. Ni siquiera te cree.
—Lo mismo digo por tu padre. ¿No crees?— preguntó ella ahora volviéndose a girar para marcharse de ahí.

—No sabes nada sobre eso.
—Oh, claro que si, estuve presente cuando prefirió salvarse el pellejo antes de salvarte a ti delante de Voldemort, wow, que gran amor de padre.

Dicho eso, Leah se fue dejando solo a Draco quien se sentó con cierta rabia en uno de los asientos que habían allí.
—¿Por qué has sido tan estúpido? ¡Idiota!— se dijo a si mismo mientras se daba golpes en la cabeza pensando en lo vulnerable que había sido.

Las vacaciones de verano habían llegado, y la chica deseaba con todas sus fuerzas que Theo la invitara a su casa, pues no iba a auto invitarse.
—Ahí estás.— dijo la voz de su hermano encontrándola.— ¿Te encuentras mejor?

Ella no respondió, solo apartó la vista y decidió ignorarlo, ganándose una mala mirada de Harry.
—Vamos a casa.— murmuró este.

—No tan rápido Potters.

Ambos chicos se giraron, viendo como la familia de pelirrojos los miraban sonrientes.
—Hemos pensado que... podéis quedaros estas vacaciones con nosotros. ¿Que decís?— preguntó Ginny emocionada con la idea.

Leah miró a Harry quien sonriente aceptó con gran gusto y alegría. Ella por otra parte se quedó estática al no saber que hacer.
—Oh vamos, no te vas a quedar con esa cara de muerta todo este tiempo ¿o si?— le preguntó George a la chica quien suspiró.

El gemelo abrió sus brazos, dejando que Leah apoyará su cabeza en el pecho de este, dejándose abrazar cariñosamente.
—Estoy cansada.— murmuró ella.
—Por eso iremos a la madriguera y podrás descansar.

Y así, los chicos fueron con los Weasley quienes los acogieron como si fueran de la familia.
—Cuanto tiempo Leah, ¿qué tal has estado cielo?— preguntó Molly mientras los recibía a todos.

—Lo mejor que he podido señora Weasley... gracias por dejar que nos quedemos.— explicó ella algo incomoda.
—Llámame Molly querida, no te preocupes.— mencionó está con una sonrisa cálida.

Mientras que Ginny se quedó con su madre explicándole todo su curso, Harry y Ron subieron escaleras para encerrarse en su cuarto.

Leah se quedó inmóvil viendo la buena relación madre e hija que tenían y le dieron ganas de llorar.
—Tu vendrás con nosotros, señorita Potter.— dijo una voz por detrás de ella llevándola escaleras arriba.

—¿O deberíamos decir campeona del torneo de los tres magos?— preguntó Fred con una sonrisa divertida.

A Leah no le dio tiempo de responder cuando entró en el cuarto de los gemelos viendo los productos que habían creado. Analizó todo y se dio cuenta de lo mucho que se esforzaban día a día, tratando de hacer reír a todos.
—Chicos...

—Mande.— dijeron estos dos ordenando un poco el desorden de la habitación para que fuera habitable.

—Lo he pensando bastante, y... quería ayudaros con vuestro negocio.— dijo finalmente esta sorprendiendo a los chicos.
—¿Y como quieres ayudarnos?— preguntó George mientras barría el suelo.

—Puedes vender con nosotros, seguro que con esa carita nos compran más productos.— bromeó Fred ganándose un escobazo del otro pelirrojo.

La chica rio mientras se sentaba en la cama de George. Los miró y algo nerviosa se preparó para darles la noticia.
—Creo que el dinero del premio del torneo... os servirá para montar vuestro negocio. ¿Que os parece?— dijo algo tímida.

Ambos pelirrojos no respondieron. Se miraron entre sí para volver a mirar a la chica la cual esperaba alguna respuesta.
—¿Y bien?

—Nos estás dando... ¿el dinero del torneo?— preguntó Fred ahora en shock.— ¿Por qué harías eso?
—No tienes que...— empezó a decir George.

—Pero quiero y puedo. Así que... si. Os estoy dando todo el dinero del torneo.— interrumpió ella finalmente.— Y no quiero discusiones, así que o lo aceptáis, o lo aceptáis.

—Creo que lo aceptamos.
—Si, lo aceptamos.

—Bien.
—¡Perfecto!
—¡Muchas gracias!

A continuación, ambos pelirrojos abrazaron a la chica agradeciéndole lo mucho que les serviría para empezar a hacer negocios con ello.

Y verlos tan contentos, hizo que Leah se sintiera un poquito mejor. Al fin y al cabo, Fred y George nunca han desconfiado de ella... se sentía bien cuando estaba con ellos, y quería agradecerles de alguna manera.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora