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—Profesor Snape...

Tanto Bellatrix como Draco se miraron algo extrañados pensando en la intención del pocionista.
—Severus...

El anciano miraba a Snape esperando a que el profesor lo matara de una vez por todas. Al fin y al cabo, ese era su plan desde el principio.

Que Harry viese su muerte y tomara venganza por su propia mano.
—Alto ahí.

Dumbledore no contaba con un pequeño detalle. Un pequeño gran detalle como lo era Leah. La chica que terminaría con todo en un segundo.
—No sabes las ganas que he tenido de hacer esto. Al fin, se acabo tu tiempo Albus.

Draco no pudo procesar nada cuando la chica pronunció las palabras de la maldición imperdonable delante de todos, matando al director, haciéndolo caer por la ventana de la torre.
—Leah.

La chica miró como Harry salía de su escondite con la mirada perdida. Acababa de ver como su propia hermana mataba a alguien, y no solo alguien, sino al director, Albus Dumbledore.
—Era lo mejor que podía hacer, ese viejo quería llevarte al mismo matadero, y si no te vas, te vas a arrepentir.

El azabache sacó su varita preparando a atacar a su hermana pero el platinado quien se temía esto, tomó a la chica de la mano para separarla e irse rápidamente de allí, dejando a Harry con su tía.

—¿¡Como se te ocurre hacer algo así!?
—¡Tu ibas a hacer lo mismo!

El platinado quien bajaba las escaleras se paró por completo tomándola de las dos maños y mirándola fijamente.
—Estaba intentando salvarte el culo.
—¿Por que?

—¡Porque te quiero! ¡No estoy dispuesto a que te expongas a más peligro!
—¿Qué?

Draco abrió los ojos como si hubiera visto el fantasma de su abuela y rápidamente empezó a escaparse de la chica, y a ignorarla.
—Draco. ¡Draco espera!

Leah le seguía como podía mientras el chico cada vez se encontraba más lejos. Cuando quiso doblar el pasillo, se chocó con Ton el cual iba con Hermione buscando a Harry.
—¿Te encuentras bien?— preguntó esté intentando sujetarla.

La Slytherin por otro lado se zafó rápidamente y de manera brusca se fue corriendo no sin antes dejarle un mensaje.
—¿Te quieres apartar idiota? Ve a comerle el culo a mi hermano.

El platinado salió rápidamente del castillo con intención de irse d rallo lo más cauteloso posible como le había indicado su madre. No sabía cómo había pasado pero le acababa de decir sus sentimientos a la chica.

Se le habían escapado, y ahora moría de vergüenza.
—¿Eres consciente de lo idiota que eres? ¿Como se te ocurre decirme semejante cosa e irte sin más y sin darme una explicación clara?

Leah se encontraba enfrente de él prohibiéndole el paso, poniéndolo más nervioso aún.
—¿Quieres apartarte? Me das miedo.

La chica no podía creérselo. Rodó los ojos y mirando atrás que no hubiera nadie, tomó la mejilla del platinado y estampó sus labio con los de este en un apasionado beso, al principio confuso. Luego, todo fluyó.

¿Era el mejor momento? Claro que no era el mejor momento, pero ambos estaban hartos de tener que seguir con una farsa de tanto tiempo que no merecía la pena.
—Eres la persona mas tonta que conozco, Draco Malfoy.

El platinado, aún en shock, negó mientras trataba de procesar lo sucedido.
—Así que... es recíproco.

—¿Es que no era obvio?
—La verdad, no. Probablemente eres la mujer más complicada que he conocido nunca, ¿sabías? Además, eliges los peores momentos, asesina.

Leah intentó no reír ante aquel comentario, sin aviso previo, volvió a besar al chico pero aquella vez de menos duración.
—Tenemos que irnos.

En aquel instante, vieron como los mortifagos, quienes destruían Hogwarts se acercaban dando la orden de irse de allí lo antes posible.

Al aparecer en la mansión Malfoy, Leah suspiró pesadamente al sentir como la mirada tenebrosa de Voldemort la observaba a cada paso que daba.

Snape, quien también los había acompañado, algo callado como de costumbre fue hacía el supuesto señor oscuro, comentándole algo en privado.

Leah sabía que la única razón para matar era nada más que conseguir la varita del director. Sabía que Voldemort no dudaría en matar a quien fuese su propietario ahora.
—Eh.

La chica sin expresión alguna miró a Draco el cual le preguntaba con las facciones que sucedía.
—Estaba pensando... algo.

—Puedes contármelo si deseas. ¿Que te preocupa?— al mencionar aquello, ambos subieron las escaleras de la mansión yendo directamente al cuarto del chico.

Leah empezaba a ponerse ansiosa y algo preocupada al pensar lo que pasaba por su cabeza en aquel instante. El platinado por otro lado quería que la chia entrara en su habitación para tener más privacidad.
—No... no, espera.

Ambos se encontraban en la puerta de este.
—Draco, antes de que yo... apareciera, y de que Snape lo hiciera. ¿Que pasó con Dumbledore?

El platinado entrecerró los ojos. No quería que Leah se enterará que tenía mucha debilidad por ella. No era plan.
—Nada, hablamos de tu hermano, no mucho más. ¿Por qué la pregunta?

Este intento tomarle la mano a la chica la cual se apartó de inmediato.
—¿Lo desarmaste?

—Claro.

—¿Qué?

—¿Cual es el problema? ¿Quieres hablar mejor dentro..?

—No. No puedo, yo... no puedo.

El platinado se quedó helado ante la frialdad de esta en un momento. Pensaba que aquellos tiempos de individualidad se habrían acabado. Se equivocó. Entró a su habitación sin ni siquiera pensar en donde iría ella y cerró con llave.

Lo que no sabía, era que Leah estaba más que preocupada por el chico. Fue directa al despacho de Lucius encontrándose con el alma vacía de Narcisa.
—Siento... haber entrado así.

—¿Ha pasado algo? ¿Te encuentras bien cariño?— preguntó la mujer acercándose a esta sin ningún tipo de temor.
—Es Draco... no quiero que te asustes.

—Claramente voy a hacerlo siesta en peligro.
—Y no lo está, aún, bueno... mientras yo lo pueda proteger.

Narcisa la miraba atentamente y Leah suspiró pesadamente.
—Antes de que yo matara a Dumbledore, Draco lo desarmó, siendo ahora el propietario de la varita de saúco, lo que significa...
—Que Voldemort...

La mujer no acabó la frase. Puso sus manos en su corazón y Leah, para consolarla la abrazó como pudo. Ver una madre sufrir por un hijo así era demasiado doloroso.
—Pero todo ahora está bien, Voldemort no sabe nada de eso.

—¿Qué?
—Digo, que no pienso decir la verdad. No dejaré que maten a Draco, Cissy. Para Voldemort soy la propietaria de la varita, y así se quedará.

Narcisa miró preocupada a la chica, abrazándola y temblando le acarició suavemente la mejilla y sonrió débilmente.
—Esto que estás haciendo por mi hijo... Leah, no sabes lo agradecida que estoy y estaré siempre. Gracias.

—Es lo que debo hacer.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora