Me gustas... Gustacio

Secretos

Horacio

Baje la ventanilla no sin antes cubrir mi desnudez. Al bajar la mi mirada se topo con mi reflejo en las oscuras gafas de Conway.

– ¿Donde está el otro gilipollas? Sabéis que hay putas cámaras subnormales. Si tan calientes vais al menos esperar a llegar a vuestra puta casa. ¿Donde se esconde el otro anormal? –

Conway movió la cabeza intentado ver el interior del coche.

– No está... – Mi voz salio temblorosa, temo que si sigo hablando lloraré, aún así seguí. – S...se ha ido... debi detenerlo cuando tuve oportunidad... no creí que llegaría a tanto... no quiero que le hagan daño... Conway ¿Que debería hacer? Por favor dime que hacer para recuperarlo sano y salvo... –

Me aferre al brazo de Conway que estaba posado en el borde de la ventanilla y comence a llorar como un niño. Al principio Conway parecía incómodo pero luego sentí como daba torpes golpecitos en mi cabeza a modo de consuelo.

Una vez con los pantalones y la chaqueta de Gus puesta, salí del coche y nos sentamos en la sala de descanso del CNI.

Conway me tendió un café, le di las gracias y sorbi con cuidado el caliente líquido.

– ¿Estas más calmado? – Pregunto Conway encendiendo un cigarro al lado de la ventana, esta prohibido fumar pero a Conway no le importa. Asentí ante su pregunta.

– Bien cuéntame, porque Gustabo estaría en peligro y a donde mierda fue ese imbecil después de hacerme pasar tremenda vergüenza. Sabes lo bochornoso que fue que esta mañana al llegar me llamase el de las cámaras de seguridad y me mostrase como entráis al coche y seguido comienza a moverse de manera muy rara el auto... cualquiera con dos dedos de frente sabe lo que pasó, no intentes engañarme, por suerte le pedí que lo borrará.–

Me recorio una corriente eléctrica, borro todo... entonces borro seguramente la parte en la que Gus salía del coche... mi única pista.

El teléfono de Conway sono justo cuando estaba a punto de hablar.

– ¿Si? .... ¿Esta consciente? ... Bien echo, seguro que también tiene que ver... voy en camino, prepara mis instrumentos que van a haber doble de gritos. – Conway colgó y me miró sonriendo de manera espeluznante, como siempre.

– ¿Paso algo? – Pregunte desde mi desconocimiento.

– Tienen a otro posible... mejor dicho, a otro de esa ridícula organización. Al hermanito del que tenemos. Lo han pillado con bastante dinero sucio, rondando el aeropuerto, llevaba armas y droga en el coche. –

– ¿ Cuanto? – Intente sonar lo menos alterado posible.

– Un arma corta y una larga. 80 pastillas y 1 millón y medio de dinero sucio. Ni robando todos los badulaques de la ciudad consigue esa cantidad en sucio. O trapicheos duros, o el todo del banco... calculo que daría dependiendo de cuantos sean 1 o 2 millones por cabeza. –

Comence a mordisquear el borde del vaso de cartón, cada vez más nervios.
Vi como Conway se dirigía a la puerta.

– ¿A donde va? – Le pregunte levantándome de un salto.

– A "conversar" muy amablemente con el. – Su sarcasmo es aterrador.

– Voy con usted. –

– En este estado... no deberías darte una dicha y ponerte algo de ropa limpia. –

Me mire y luego a Conway.

– Por favor déjeme ir con usted. –

El señor de traje ante mi suspiro y siguió su camino, no lo dejó pero aquello significaba una si.