Familia

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Gustabo

Colgué e ignore miles de llamadas y mensajes del viejo verde, seguramente hayan encontrado ya el coche.

Por mucho que quiera tener una conversación con Conway, no puedo. Primero porque con Conway no se puede tener una conversación y segundo estoy a pocas horas de llevar a cabo "La operación".

Dentro de unas horas estaré en una reunión falsa y todos menos uno estarán fuera de Los Santos... a lo mejor son dos los que no salen de Los Santos, al menos vivos.

Pase por delante de la sala de reuniones de la sede. No tuve de otra más que volver a este lugar con esas personas que una vez considere gente de maxima confianza.

Es realmente difícil pasar por delante de Sergismundo o Nadando sin querer atacarles. Puedo olvidar algunas cosas pero jamás perdono y mucho menos doy terceras oportunidades... debo de decir que ambos llevan más de tres oportunidades dadas por mí.

– Gus... – Me llamo Sergismundo.

Por cosas del destino mí teléfono sonó justo a tiempo para evitarme hablar con él. Hice como si no lo hubiese escuchado y conteste el teléfono, yéndome  en dirección contraria, de la que él venía.

– ¿Hola? – Pregunté al responder. La línea se quedó unos minutos en silencio, los minutos que tarde en llegar a la azotea y sentarme lejos de la puerta en un lugar resguardado del viento.

– ¿Gus? – Hablo una débil y dulce voz.

Deje caer el cigarrillos apagado que sostenía entre mis labios. Mierda, debi haber revisado el número antes. No es que no quiers hablar con Horacio, es solo que siento que me distraeré y si lo hago puedo perder más que la vida en esta operación.

Podría colgar ahora y centrarme, pero en lugar de eso subí a la azotea y me senté en un rincón.

– ¿Horacio? ¿Que tal? – Intente aparentar normalidad.

– ¿Que tal? Pues como crees que este en un hospital con mil vendas y tuvimos conectados a mí. Eh, dime Gus, como estarías tú si no solo tuvieses que soportar esto, si no que también no puedes ni tirarte un pedo tranquilo, me persiguen hasta al baño. Tengo a Conway encima de mí 24/7 no me deja ni respirar. Y aparte de esto, lo primero que leo en las noticias es el bulo de que estoy entre la vida y la muerte. – Expreso molesto.

– Ya... ¿Qur has comido hoy? – Intente cambiar de tema.

– Oh, pues verás, sopa insípida de hospital, pechuga de pollo cocida en agua y sal, agua y un yogur de limón. Como verás soy la envidia de todos. – Dijo con un tono irónico – Casi olvido el trozo de pan integral. – Añadió.

No pude evitar soltar una risa divertida.

– Créeme soy jna persona que ha pasado meses enteros en hospitales y degustado deliciosos platos que ofrecen, llenos de sabor y delicatessen. Conway te abra cambiado a un habitación V.I.P ¿Verdad? Lo hacía conmigo cuando mi hospitalizados duraba más de un mes. – Respondi divertido al recordar las miles de peleas que me hicieron acabar en el hospital.

– Lo se... ayer estuvimos hablando de ti–

– "¿Estuvisteis?" – Pregunté.

– Conway y yo, por si no lo sabes, ahora es mi sombra, somos vomo uña y carne, arma y bala, tú... y yo. – Bajo la voz.

– ¿Sois mejores amigos? No sé cómo tomarme que mí novio tenga como mejor amigo a un hombre de mínimo ciento ochenta años, amante de la sangre y un potencial psicópata entrenado por el gobierno. Pero adelante, invitarme si hacéis alguna pijamada. – Bromeó.

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