Cuidado

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Horacio

Abrí los ojos me costó enfocar bien al principio, parpadeé un par de veces, sentí como me movía, más bien alguien me movía.

Las luces del techo pasaban con velocidad una tras otra, hombres y mujeres con mascarillas estaban a cada lado de mí.

– No puede pasar a partir de aquí. – Dijo una voz desconocida.

Moví ligeramente el cuello y vi a Conway cada vez se hacía más pequeño hasta que una puerta se cerró y bloqueo mí visión, volví mi mirada al techo y el cansancio volvió a apoderarse de mí.

Gustabo

Salí de la ducha con la toalla enrollada en la cintura y un dolor de cabeza horrible. Anoche no pude dormir bien, no se si el viejo a visto o no el email. Aunque tampoco es que haya nadie que quiera dañar a Horacio... Al menos que se atrevan.

Me vestí y recogi las pocas cosas que tenía. Baje a la recepción para entregar las llaves y que grata fue mi sorpresa de encontrarme con un grupo de personas regañando a la recepcionista.

Eran tres chicas bastante jóvenes y tres vejestorios de aspecto horrible, todos olían a alchol y uno de los hombres tenía una sustancia blanquecina ensuciando su nariz.

– Señor, si alguien le amén... –

– ¡Escúchame zorra! Mis hermanos y yo hemos pagado dinero por pasar una noche tranquila con nuestras chicas y anoche en plena diversión, un gilipollas silto un grito amenazandonos a los seis. Ahora o nos devuelves el dinero o llamas a tu superior, si eliges la segunda opción pediremos el reembolso y tu despido inmediato.– Hablo uno de los payasos.

Me recoste contra una columna que había cerca, estos eran los cerdos de anoche. Examine a las chicas, estaban incómodas se notaba que solo querían largarse a sus casa.

– Señores, me disculpo si hubo algo que no fue de su agrado, el encargado no está disponible en estos momentos. En primer lugar les pediría que pagarán lo que deben, llevan 2 días aquí hospedados, hay varios cargos a sus habitación, alchol y... – El hombre de la nariz manchada dio un golpe en la mesa.

– Te estamos diciendo que hemos sido amenazados en su puto motel de mierda y tu nos hablas de cargos y pagar, veremos si llamando a la policía solucionamos esto. Es más llama al hijo de puta que lo hizo y que se arrodille. – Dijo como pudo.

Solte una risita, estaban tan enfrascados en la conversación que ni se dieron cuenta.

– Señor... sin pruebas no podemos hacer mucho, los demás huéspedes dijeron que no oyeron nada, es más se quejaron de que el ruido venía de sus habitaciones. –

– ¿Nos estas acusando para ocultar tu error? – Grito el otro vejestorio.

Vale, acabemos con este show, me quiero largar y no puedo si están entreteniendo a la recepcionista. Busque en mi mochila y saque una placa policial a nombre de Brown. Se la robe en algún momento de mi vida, aún recuerdo el regaño que le dio Conway, casi lo despide. Que buenos momentos en los que me metía con ese payaso, no sé porqué la conservo, debería tirarla, si Conway o Greco el cual también lo regaño, se enteran estoy perdido.

Ya no tengo autoridad para usar placas y mucho menos detener a alguien, de pisar la comisaría ni hablemos, pero estos payasos no lo saben y si van a la comisaría a reclamar algo Brown se las va a llevar todas.

– ¡Y no me digas que... –

– Cierra la puta boca vejestorio. – Lo interrumpi. Esta vez si se giraron a mirarme.

– ¿Y ti quien coño... espera, tu voz me suena. Tu eres el cabron que grito. – Se me acerco uno de ellos apuntándose con el dedo a milímetros de uno de mis ojos.

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