Huida

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Gustabo

Ya nos encontrábamos todos en el punto que nos correspondía. Mientras Nadando y yo somos acompañados por nuestros "falsos" compañeros— Literalemente— hacia el lugar donde se tendría la supuesta reunión.

Por otra parte los verdaderos compañeros estaban repartidos cada uno en un punto de la ciudad con un helicóptero preciamente estacionado y bien escondido, cada uno de los helicópteros venia con un conductor discreto y de pocas preguntas.

Ver tantos helicópteros por el cielo llamaría mucho la atención de la policía, por ello Nadando y yo debemos ser la distracción perfecta y aguantar todo lo posible para que ellos puedan alejarse de aquí con éxito.

Una vez fuera de la zona de peligro será fácil encontrarse con los distintos intermediarios que les darán pasaportes y documentos falsos, además de un violeta de avión a sus destinos, de los cuales no hay registros.

No podemos jugarnos a que los sigan buscando... obviamente estarán de por vida en busca y captura ya sea por el FBI o la interpol. El caso es que están jodidos, pero como le dije a Yun...

"Yun Kalahali estará en busca y captura, pero Shai Len ¿no? intenta empezar de nuevo y no te quedes estancado en el 'nos volveremos a reunir', vive una vida lejos de todo esto, suerte amigo mío."

Jama creí que vería a Yun llorar tanto como cuando nos despedimos, me removió algo dentro de mí ya sea tristeza o asco por el llanto, el caso es que lo removió... Y tuve que contarle a última hora— solo a él— que en realidad Horacio estaba vivo. Si hay alguien en quien aún confíe, es en Yun.

Antes de la reunión pase por una hamburguesería y me pedí la hamburguesa más y grasienta del local, junto con patatas y unos doce nuget y por último una coca-cola.

Si esta va a ser mi última comida, que sea la que más me voy a gozar.

– No se como puedes comer en una situación así. – Me regaño Nadando.

– No se como puedes tener la cara de hablarme después de lo que hicisteis. – Conteste.

Nadando que estaba apoyado en el capó del coche, me miró y me dio una sonrisa triste.

– Ya lo sabes ¿verdad? – Preguntó aún con jna sonrisa.

– Si... supongo que te habrán informado de que tus perritos están sin ozico... y sin vida en general. – Dije encogiendome de hombros y mordiendo la deliciosa y grasienta hamburguesa.

– Lo se, al igual que se que los mataste tú. La pregunta aquí es... ¿Porque no contaste nada a los chicos? Habría sido tu oportunidad para volveremos en contra y tomar las riendas de la organización. –

– Por poder, podría matarte ahora mismo y culpar al FBI. Pero ya no me interesa, quieres la organización, quedatela... aunque de ella ya no queda nada. Entre tu y yo no existe ya el rencor dejaré el pasado atrás, mientras tanto tú dejame en paz. – Mentí con la mirada clavada en mi comida.

– Si tu sed de sangre está tan calmada significa que tu chico sigue vivo... sabía que esos idiotas no completarian el trabajo. –

– ¿Decepcionado? – Pregunté con una sonrisa más amenazante que amable.

– No... sabía que Horacio sería capaz de escapar de ellos. Aunque tú actuación en la casa me hizo dudar, ahora al ver tu calma, tu y yo solos, tu poseedor de un arma y en medio de la nada... Que no me matarás es la prueba de que él está bien. –

– Vaya... que listo eres. – Sije con ironía.

– No soy tan listo si no se el porque no me has matado ya... o echo algo. Te conozco Gustabo no dejearas que esto pase así como así. Solo te advertire, ahora que has dicho que no necesitas a la mafia no te puedes retractarse y si intentas quitarme mi liderazgo, pelearme con garras y diente. No te olvides que me respaldan los Italianos.–

Me gustas...   Gustacio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora