Incomodo.

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Narra Horacio

Me desperté en una habitación cuya existencia desconocía, mire por la ventana y el paisaje de fuera tampoco me sonaba, fuera no había casi sol, llovía sin cesar. Me levante y me dirigí a la puerta, ya me había pasado esto de emborracharme y acabar en una casa desconocida pero... no recuerdo haber llegado al bar.

Recori la grande casa hasta llegar a una cocina un flashback me hizo recordar que estaba en casa de Gustabo... - Vale entre a su casa a hacerle algo de comer luego fuimos a ... - Pensaba en voz alta mientras hiba hacia la sala. - Oh si recuerdo estar hablando, yo esta sentado aquí y el ahí... - La imagen de Gustabo sonriendo apareció en mis recuerdos y por unos instantes me quedé totalmente embobado todo hiba bien hasta que mis ojos giraron y vi una pared que me trajo otro flashback. - No... me ... jodas... -

Dirigí mis manos a mi cresta ahora desordenada y tiré de ella sintiendo dolor para así comprobar que no era un sueño que yo realmente hice eso.... Le dije a Gustabo todo eso... yo... adiós a mi fachada de tipo duro ... puto alchol ...

Lloriqueando me di un par de golpes leves contra la pared con los ojos cerrados hasta que en vez de sentir de nuevo el duro golpe contra mi frente impacte contra algo blandito, abrí los ojos lentamente y subí la mirada hasta aquellos ojos azules todo parecía desaparecer en el momento en que mis ojos y los suyos se encontraron, yo seguía con la frente sobre su mano... no sabía que hacer la vergüenza y la timidez me invadieron... Muy bien Horacio dijimos ir despacio con el, enamorarnos poco a poco y luego una espectacular declaración... Jooo! ¿Porque siempre soy yo el que se declara y de la peor manera y situación posible...

Mientras en mi mente me subía en mi mísera suerte, los ojos azules se despegaron de los mis para pasar a bajar la mirada por todo mi cuerpo y volver a subir hasta ellos, luego subir a mi frente y volver a mis ojos en completo silencio. - Horacio me estas aplastando la mano. - Sorprendido al darme cuenta levante la cabeza rápidamente, no sabía donde meterme. - Oye la próxima vez que te pille intentando derrumbar una pared de mi casa a cabezazos te doy yo uno a ti perraco. - Oh... pero...perdón... - No pasa nada pero... vístete y ven a desayunar. -

Mire hacia abajo y entonces si quise que la tierra me tragara, llevaba una camiseta y la ropa interior y ni hablar de mi cara y mi pelo que no podía ver. - Emmm .... si... - Salí casi corriendo hacia la habitación donde desperté y cerré la puerta, con miedo me acerque al espejo y todo era catastrófico, ayer use algo de maquillaje que hoy tenía marchándo toda mi cara, al rededor de mis ojos estaba negro, la comisura de mi boca un tanto roja y mi pelo parecía un nido de pájaros, como dije ya había despertado en casas agenas antes y con peor aspecto y la verdad no me importaba que me viesen así total ya no los volvería a ver y si lo hiciese tampoco o me importaría mucho pero el.... no... ¿Cómo voy a enamorarnos si me a visto así?

Un toque en la puerta me sobresalto. - ¿Si? - Oye guarro el desayuno está echo y ahí dos pesados abajo que quieren verte. - Eh... yo... voy... - Bueno no tardes. - Cuando oí sus pasos alejarse me metí en el baño y me di una rápida ducha desprendiendome del olor a alchol y del maquillaje, me puse la ropa que llevaba ayer y me seque un poco el pelo con la toalla al ya no me veía tan mal. - Horacio, Horacio, Horacio como es que te puede Gustabo vamos solo te ha visto terriblemente mal... y seguramente el maquillaje que llevaba en mis ojos se hubiese deslizado por mis mejillas mientras lloraba, dios debi estar horrible delante de él... cambio de planes tu mantente seguro de ti mismo. - Hablé a mi reflejo y luego reuní el valor de bajar.

Al llegar pude ver a Conway y Volcov sentados en la mesa mirándome serios. - Hola... buenas... - Salude con timidez ya que la mirada de Gustabo que estaba en el sofa estaba sobre mi. - Horacio ¿sabe lo preocupados que estábamos por ustedes dos? - ¿Eh? - Mire a Volcov confuso. - Ruso dejalo desayunar primero y luego lo regañas. - Usted calles que es aún peor. - ¿Yo que hice? - Pudisteis haber avisado de que no vendríais nos dejasteis ahí esperando hasta las tantas y estabais aquí los dos. - Eh no me eches la culpa yo le dije a Horacio que hos avisase. -

Me gustas...   Gustacio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora