Extra part 2

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Horacio

Desde que nací nunca tuve nada como los demás niños. No tenía un padre que me enseñase cosas como montar en bicicleta, jugar al fútbol, que me llevase a clase los dias de lluviao que me regañase por sacar malas notas.

Tampoco tuve una madre, alguien que me abrazase por las noches y me contase cuentos, que me cambiase de ropa o que me castigará por haber hecho alguna travesura.

Me crié con otros niños a los que no podía considerar mis hermanos ¿Cómo podría hacerlo si en cuanto una familia aparezca todos se lanzarán deseando salir de aquí sin mirar atrás? No, no eran mis hermanos, solo niños que compartían mi mismo destino. Las hermanas no daban ningún tipo de trato espical por más pequeño que fuese, el amor maternal nunca estsba en ellas, aunque lo intentasen fingir no era lo mismo. Nunca tuve atención para mi solo, era  un simple niño de ciento treinta que vivían allí.

Aunque lo intentaban yo seguía sintiéndolo como un amor artificial, nunca ada fue mío, nací sin nada que perder y pensé que moriría de la misma forma. Mi vida estaba tan oscura a una edad tan joven, aunque por fuera era energético y sonriente, por dentro sentía que me marchitaba.

Hasta que ese niño rubio y ojos fríos apareció en mi vida, en ese momento no lo sabía, pero yo lo había empezado a amar desde el momento en el que se convirtió en mi luz. Desde la primera vez en la que nuestros ojos se cruzaron.

Cuando nos besamos por primera vez sentí el cielo abrirse y recibirme de una forma agradable y calida.

Había vivido en un constante invierno hasta que el chico más frío de aquella clase llegó para hacer arder mi vida.

Mi mundo se volvió gris cuando nos separaron. Pero era diferente, ya no era todo oscuridad, ahora había un pequeño rallo d respetando que iluminaba mi camino hacia la salida.

Me arrepentí en ese momento y me sigo arrepintiendo de todos los hombres con los que me acosté intentando apagar esa esperanza o reemplazarla por alguien alcanzable, él para mí era el mayor de los tesoros y yo no me sentía merecedor, me sentía sucio, creía que él se alquería al verme, pensé que el sexo lo arreglaría, pero su nombre nunca dejaba mi mente y mi cuerpo se apagaba, solo quería que aquello acabase rápido para ir a llorar a mi habitación mientras recordaba al que fue y será siemore mi luz.

Cuando lo creí todo perdido y con el miedo de ser mirado con odio, fui en su busca y sus ojos me dijeron lo que su boca no, me estaba esperando.

El mundo volvía a tener sentido, yo volvía a tener sentido.

Lo quería, lo quise, lo quiero y lo queré de por vida. Nadie puede tapar el agujero que me dejó cuando creí perderlo para siempre, estaba tan desesperado y me sentía tan mal, solo quería que me abrazase y si no podía ser en vida seria en el más allá. De no ser por la buena gente que conocí jamás me habría soportado aquel duro golpe.

Me dolía tanto que desee no sentir nada incluso me odie por desear no haber conocido a aquel perfecto chico que agitó mi mundo, aquel que me enseño lo que es la felicidad, el que me hizo adicto al amor y su roce. Pensé algo horrible y sobre todo, sabía que era mentira.

Soy adicto a él, lo confirme cuando la vida lo volvió a poner ante mi. Ni quería soltarlo, ahora tampoco quiero, ni lo haré. Mucha gente se sacrificó por mi, porque ellos lo sabían. No podía vivir sin él.

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