Capítulo 13: La Esmeralda

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Los murmullos en las clases no cesaron durante el resto de la clase. Todo ser que portaba el uniforme de esta institución hablaba sobre Peter y Beatriz. En realidad no me extrañaba que nadie se guardara su patética opinión, ellos eran la pareja alfa y cliché de la escuela: un amigable deportista y la zorra que aparenta ser tímida.
Al caminar por los pasillos, miraban a Pet cuchicheando sobre sus heridas sin disimulo alguno.

Oliver también se llevó lo suyo, tenía el labio inferior partido y un ojo morado. Escuché que el entrenador de hockey no les permitirá a ninguno de los dos jugar en el equipo durante el próximo mes, sabia que eso era horrible para Peter, él adoraba matar el tiempo con una bola de chicos sudados. Y la culpa de todo la tenía esa maldita flexible, esperó no cruzármela por ningún lado porque estoy segura que le voy arrancar esas coletas marrones con mis propios dientes.

- ¿Quieres ir a comer algún lugar?- le pregunté a Peter mientras guardaba mis apuntes de la última clase en la mochila.- Fuera de la escuela-añadí con una sonrisa- para que no tengas que ver a nadie, podríamos ir a April...

- No.-me cortó con un tono enfadado - Si me voy creerán que soy un cobarde y que Oliver me intimidó.

Cerré la puerta del casillero con fuerza. Esa era la diferencia entre él y yo, siempre estaba preocupándose por lo que dicen los demás . Sigue sin entender que hagas lo que hagas no le vas a agradar completamente a alguien porque la gente solo busca resaltar tus defectos, cuando alguien conozca realmente como eres y te acepte así, sabrás que es tu amigo.

- Entonces vamos al comedor.- le dediqué una sonrisa que mostraba todos mis dientes mientras avanzábamos.

Atravesamos el lugar platicando de cosas triviales como las recientes películas o nuevas bandas que son un fiasco. Intentaba mantenerlo con la mente ocupada en otra cosa para que olvidara a Beatriz, creo que además de sentirse traicionado por que su gran amor lo engañó, se siente humillado por qué una chica le puso los cuernos. Hirió su corazón y su ego masculino.

Vislumbré a lo lejos como unas chicas se acercaron corriendo en nuestra dirección... Corrección, se acercaban con Peter. Negué con la cabeza, no llevaba ni un día de soltero y ya tenía a la siguiente línea de espera.

- Peter, cielo.- dijo una chica haciendo una voz compasiva.- Nos enteramos de lo que pasó -¿Estas bien?

Su mano le empezó a sobar el hombro en un débil intento de trasmitir confortación. Fruncí el ceño mientras las observaba, esas chicas eran mas resbalosas que la propia mantequilla.

- Estoy bien, gracias- musitó con cortesía. Parecía desganado, sus ánimos se fueron a la basura gracias a que le volvieron a sacar el tema.

- Enserio, no puedo creer que Betty hiciera algo así -dijo una de las del grupito, hablaba como si tuviera una papa debajo de la lengua.

- Ya lo se - concordó la otra, negó con la cabeza haciendo que sus extensiones baratas me golpearan el rostro. - ¡Pobre de ti, cariño! -le acarició una mejilla a mi amigo y él se apartó despacio con una leve sonrisita para no ser grosero.

- Debe ser horrible después de esos meses saliendo- una de ellas me dio un empujón para plantársele en frente, y estoy segura de uno de sus pechos puntiagudos estuvo apunto de sacarme un ojo.

De todos modos no tengo tanta hambre, puedo dejar que bote a estas chicas desesperadas el solo. Activaré el modo planta o miraré fijamente a las demás personas para ver si las atrapo en una situación incómoda como rascándose o algo así.

- Sabes que somos tus mejores amigas y cuentas con nosotros para lo que sea ¿verdad?- inquirió la chica deshaciendo el abrazo para mirarlo a los ojos.

Las joyas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora