Sentía que estaba en el planetario, al alzar la cabeza se cernía ante mí un imponente domo de cristal que permitía vislumbrar el cielo nocturno estrellado. Era increíble la cantidad de lujos que tenía esta casa para estar tan lejos de la civilización y los servicios públicos. Unas figurillas doradas en forma de espiral con flores sostenían la gran cúpula circular que era el techo del comedor, era como estar acampando sin la necesidad de dejar la casa.
La música inundaba el ambiente, tocada por una esbelta chica con un elegante violín color oro que combinaba con la decoración. Reconocí la canción inmediatamente La vie en Rose una pieza hermosa pero sentía que algo le faltaba, el arco estaba clavado en las cuerdas y sus manos se movían mecánicamente pero hacia falta esa chispa en su ojos que destaca a los músicos.
Entraron al salón exactamente ocho mujeres, tenían la misma complexión delgada y el mismo uniforme de sirvienta negro con blanco. Empujaban pequeños carros con bandejas de comida caliente que impregnaban el lugar con un olor fuerte a especies.
Mi estomago se revolvió, lo último de lo que tenía ganas ahora era de cenar. Los nervios y el agotamiento me quitaron el apetito, solo tenía unos enormes deseos de tumbarme sobre el húmedo césped a ver las estrellas y meditar que había hecho mal, como cuando era niña y las cosas no salían como esperaba.Colocaron frente a mí unas charolas con tapa redonda, dándole misterio al platillo. A cada lado de los platos hay una línea de cubiertos de plata tan pulidos que podía ver mi reflejo; la cara pálida, manchada aun con un hilo de sangre en el labio. Me enjuagué la tierra para que no se infectaran las heridas, pero seguramente tendré un par de moretones mañana.
- Espero que no les importe -comenzó Gabriel mientras se acomodaba la servilleta en la pierna.- no suelo mezclar a mi familia con negocios pero mi esposa cenará con nosotros esta noche.
Nadie dijo nada, todos estábamos cabizbajos, con la vista clavada en la mesa, sin probar bocado o mascullarle una respuesta. Éramos como unos niños molestos por ser atrapados haciendo algo incorrecto.
- ¿Esta casado?-pregunté levantando la cabeza. Me estaba comenzando a hartar eso de jugar a que el gato me comió la lengua.
- Bueno, no le doy el título de "mi esposa" a quien sea.- bufó arqueando una de sus cejas rubias.-¿es muy difícil de creer que pueda encontrar amor?
Alec rió entre dientes.
- ¿Ahora nos vas a hablar de lo bellas que son las relaciones?-sus ojos azules bailaban con diversión.-¿a eso nos trajiste, Baker?
Gabriel chasqueó la lengua con reprobación.
- No se que es peor, muchacho, tu insolencia o tu arrogancia.-declaró sin rastro de empatía.- Además, si mi memoria no me falla, ustedes fueron los que vinieron a mí...aunque les agradezco, no son los cobardes que imaginé escondiéndose tras las faldas del consejo.
- Por supuesto que no.-dictaminó Alec. Su expresión era sombría y calculadora.- nos sometimos a un gran riesgo, porque dudo que podamos salir de aquí por nuestra propia voluntad ¿o me equivoco?
Gabriel levantó una copa larga por encima del hombro una chica se acercó a servirle un líquido azul tan obscuro que parecía negro. Sus delgados labios blanquecinos le dieron un pequeño sorbo y formaron una mueca.
- Quieren hacerme ver como el malo de la historia, ya veo.-murmuró con un brillo peligroso en sus ojos.- no es personal, lo único que necesito que uno de ustedes se quede conmigo para hacer un par de tareas.
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Las joyas del tiempo
Teen FictionEn el mundo existen sólo cinco joyas preciosas que se crearon para viajar en en tiempo. Estos elementos están malditos por el brujo que los creó. El portador de la joya tendrá un poder inimaginable más allá del universo mágico pero también será acre...