Bajamos cuidadosamente del coche, tratando de no resbalar con el suelo cubierto de fango y moho. A decir verdad, al jardín de Camelia le sentaba mejor el invierno que esta primavera lluviosa. Su fuente estaba descuidada, sucia y seguía rota desde esa vez que Alec la usó para mojarme.
El pasto crecía de manera irregular, cubría las pantorrillas de Peter y a mí hasta a la rodilla. La humedad se filtraba por mis medias, el frío me calaba los huesos de manera que mis movimientos eran lentos e inseguros.
Antes de llegar al umbral teníamos la piel enrojecida, en especial la nariz, respirar dolía. Nos deshicimos del calzado lleno de lodo; los sacos empapados, quedando solo en esa delgada camisa de vestir blanca con corbata.
Peter llamó a la puerta varías veces sin obtener respuesta. En el séptimo timbrado se me agotó la paciencia.- No abren -los dientes castañeteaban- ¿Por qué no abren?
Un relámpago iluminó el cielo, la tormenta se había apaciguado dejando una ligera llovizna pero el frío era brutal.
- ¿Oyes eso? -pegó la oreja al cancel.
- No oigo...
- Cállate -me silenció con un ademán, entrecerrando los ojos mientras inclinaba la cabeza- Es música.
Dejé escapar un grito de consternación, pegando el dedo al timbre una y otra vez hasta que se entumió.
Él se balanceó sobre sus talones dudoso.
- Hoy toca entrenamiento, dudo que lo hayan cancelado porque ya tienen al ónix.-su ojos avellana se dirigieron de inmediato a la cochera, allí se encontraban el auto rojo de Alec y la fea camioneta de Sarah.- Están aquí, tal vez estén ocupados ¿Quieres regresar?
- No condujimos casi dos horas hasta acá para ser botados.
- ¿Condujimos, Lana?
Resoplé, mirando las gruesas capas de pintura seca debajo de las uñas. Escondí la mano buena entre los pliegues de mi falda.
- Tú entiendes el punto, no habré desperdiciado mi tarde por su música alta solo debemos tocar más fuerte ¿no? Max ya debe estar adentro.
- Aja -Peter se mordió el interior de la mejilla, tratando de ocultar una sonrisa sarcástica- Y Alec también.
Enrojecí, y no tenía nada que ver con la temperatura baja.
- No es eso, necesito arreglar mi brazo -toqué el yeso, maldiciéndome al instante por el abrumador dolor.
- Claro - aflojó su corbata- ¿Sabes, Lana? Deberías dejarlo por la paz, él no es tu estilo. Podría presentarte a un amable mesero de aspecto asexual... ¡Lucas! El delgaducho que trabaja el April, también le gusta dibujar -su sonrisa se desvaneció- aunque son personajes de caricaturas japonesas; varones desnudos para ser exactos - se aclaró la garganta, intentando quitarle incomodad al momento.- ¿Y qué hay de Blas? El que solía quemar hormigas con lupas. Te gustaba.
- Lockwood -dije sería - teníamos siete años, ni si quiera sé dónde está ahora. Me estás sugiriendo cristianos y tímidos ¿Por qué no alguien del equipo de Hockey? -jugué, sabiendo lo que me esperaba.
- ¿Por qué no mejor un convento? -gruñó, cruzándose de brazos- Todos esos son imbéciles inmaduros buscando compañía de una noche. Además, no quiero perder amistad con ninguno -aseguró, llamando al timbre una vez más.- Lucas no sería tan malo, él es igual que un lindo cachorro callejero -pareció meditarlo- hay que bañarlo, alimentarlo y quizá un par de vacunas.
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Las joyas del tiempo
Fiksi RemajaEn el mundo existen sólo cinco joyas preciosas que se crearon para viajar en en tiempo. Estos elementos están malditos por el brujo que los creó. El portador de la joya tendrá un poder inimaginable más allá del universo mágico pero también será acre...