La calle estaba desierta, igual que un pueblo fantasma. El aire invernal hacia crujir las ramas de los árboles, provocando una macabra melodía que se mezclaba con el canto de los grillos y otros animales que salían por la noche. Mi paranoica imaginación comenzó a ver rostros escondidos entre los arbustos: ojos afilados como cuchillas penetrándome sin disimulo, narices puntiagudas aspirando sonoramente, y bocas...bocas que carecían de labios, y formaban una siniestra sonrisa. Sacudí la cabeza apartando esos pensamientos «sólo son arbustos y basura, Lana» -me recordó mi subconsciente. Las personas tendemos a creer tanto algo que se vuelve verdadero, aparté la vista concentrándome en las residencias.
Los vecinos de Camelia deben de estar plácidamente dormidos, o puede que muertos porque hemos estado en la mitad de la calle por media hora y nadie se ha dignado a salir a ver porque hay tanto alboroto.Helen y Camelia duraron quince minutos exactos poniéndose de acuerdo sobre cuáles eran las palabras correctas que debían decir para poder llegar al lugar y asistir a la dichosa fiesta.
Los que sabían citar el conjuro de memoria fueron los que lo pronunciaron :Camelia, Max, Helen, Eliot y para mi sorpresa también el abuelo. No representó un reto, ellos lo habían hecho anteriormente, sin embargo, la única preocupación era que no llegáramos todos juntos. Ahora entendía el sistema de compañeros que Helen nos colocó, si alguno llegaba solo, nos daríamos cuenta enseguida de que alguien no cruzó como era debido.- Júntense de las manos.-ordenó Eliot dando un paso al frente. Formábamos un perfecto semi-circulo y cada uno estaba al lado de su respectiva pareja de viaje, Helen nos acomodó de manera que formáramos un patrón: fuerte, débil, fuerte, débil...Camelia con Peter, Eliot con Sarah, Mónica con Helen, Alec con Max, y por insistencia yo terminé bajo la tutela de mi abuelo.
- No voy a tocarlo.-Alec miraba con fingida repulsión el brazo de el peli-verde, éste se llevó una mano al pecho fingiendo indignación.- Me gustaría ser compañero de Sarah.
Al oír su nombre, la castaña lo miró como si fuera un sucio bicho que le arruinó la suela de los zapatos cuando lo aplastó por pura diversión maligna. Todos la contemplaban esperando una rápida respuesta, debíamos llegar pronto, según Eliot estábamos con media hora de retraso.
Sarah se inclinó hacia el oído de Peter y le susurró algo en voz queda.
- Ella dice que no quiere volverte hablar nunca.-le dijo a Alec con una sonrisa divertida, al parecer disfrutado jugar al traductor.
Alec gruñó igual que un animal rabioso.
- Deja de comportarte como si tuvieras diez años, Sarah.-le espetó con el rostro transformado en una mueca de exasperación, como si ya hubiera intentado controlar su temperamento y ahora volvía a salírsele de las manos.- No puedes vivir enojada por siempre.
Repitió la acción del principio, acercándose con pereza al hombro de mi amigo para susúrrale otra vaga respuesta.
- Dice que tú comenzaste con esto poniéndote de su lado.-ladeó la cabeza procesando la información.- Y que si sigues molestándola no dudará en contar sobre tu extraña obsesión con las cirugías plásticas clandestinas.
- Yo no dije eso.-protestó la joven.
- No estoy para sus idioteces.- los cortó Camelia mientras se frotaba el puente de la nariz con los dedos. Le dedicó una mirada hostil a Alec, y este tomó a Max del brazo sin la necesidad de que le dijeran nada. - Esto se puede salir de control-siguió diciendo-, quiero que no se suelten, pase lo que pase. Mantengan silencio y mucha concentración mientras recitamos el hechizo, porque no hay segundas oportunidades, este tipo de viajes son peligrosos si no se hacen con cuidado.
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Las joyas del tiempo
Novela JuvenilEn el mundo existen sólo cinco joyas preciosas que se crearon para viajar en en tiempo. Estos elementos están malditos por el brujo que los creó. El portador de la joya tendrá un poder inimaginable más allá del universo mágico pero también será acre...