Diego: ¡Anahí, están aquí tus chicos!
Oí la voz de Diego desde el piso de abajo. Yo estaba terminándome de poner el uniforme.
Anahí: ¡Ya bajo!
Había pasado una semana desde la promesa de Alfonso y Christopher y debía de reconocer que había sido como quitarme un gran peso de encima. Sonaba poético y tonto, pero había visto la luz al final del túnel. Desde entonces, mi comportamiento con ellos había cambiado. No era cariñosa, ni amorosa, como ellos querían; pero tampoco era borde. Al fin y al cabo, me habían dado la oportunidad de volver a ser quien era. Solo tenía que esperar a que pasarán tres meses y todo volvería a su estado natural.
Diego: ¡Eres una tardona! - se burló mientras se comía una manzana.
Le saqué la lengua y salí de la casa. Ese día habían venido los dos en el coche de Alfonso y me extrañó bastante. Ambos estaban apoyados en el capó.
Chris: Princesa, el carruaje la espera.- bromeó. Esa frase acabó volviéndose algo especial. Me lo decía cada mañana.
Yo reí negando con la cabeza y dejé que Christopher me abrierá la puerta del copiloto.
Alfonso: ¿Te has abrochado el cinturón? - se preocupó.
Anahí: Sí, papá. - me burlé.
Christopher se desternillaba de risa en los asientos traseros.
Alfonso: ¡Que graciosilla estás esta mañana!
Miré a Alfonso y en vez de tener el gesto malhumorado, estaba como... radiante, tranquilo, sereno... No sabía muy bien como definirlo, pero sin duda alguna no tenía cara de estreñido.
Anahí: ¡Será porque me he despertado contenta!
En esa semana los había conocido un poco más y sabía bien sus puntos débiles para sacarlos de quicio. No entendía porque, pero nada me gustaba más que llevar a Alfonso al límite.
Subí las piernas en el sapilcadero y me reacomodé. Noté como le daba un tic en la frente y me miraba de reojo, pero siguió conduciendo, aunque veía con que fuerza apretaba el volante. Atrás, oía como Christopher se esforzaba para no partirse de risa.
Al ver que eso no bastaba, decidí cambiarle la música. Puede soñar extraño, pero a Alfonso le encantaba al música clásica. ¿Pueden creerlo? Es un mafioso que en su tiempo libre además de blanquear dinero, escuchaba música clásica.
Dejé una cadena de música rock y la subí casi al máximo, mientras daba golpesitos con el pie en el salpicadero al ritmo de la música.
Vi como se ensanchaban sus fosas nasales. ¡Sí, lo tenía!
Alfonso: ¡¿Puedes quedarte quieta?! - gritó, mientras apagaba de golpé la radio y me bajó con mucha fuerza las piernas.
Anahí: ¡Qué gruñón estás hecho Alfonso! Deberías ir a terapia para canalizar esa ira que tienes.
Me miró y sonrió de medio lado.
Alfonso: O podemos repetir lo del día del laboratorio. No sé tú, Christopher, pero a mí me desahógo mucho.
¡Joder, ahí me había pillado y él lo sabía! Pasó a sonreírme con suficiencia.
Alfonso: ¿Te has puesto roja? ¿Qué pasa, nena? ¿Te gusta ser el gato, pero no el ratón?
Giré la cabeza y me puse a ver por la ventanilla. Ya veíamos la fachada de Chilton.
Chris: No seas tan cruel, Alfonso.
Anahí: Si vas a reprenderlo, que sea sin reírte.- le epeté a Christopher.
Los dos se rieron a más no poder y yo cada vez me enfurruñaba más. Se estaban riendo a mi costa. Serán... Así que cuando Alfonso aparcó, me bajé y cerré con fuerza; porque otra cosa que a él le molestaba era tratar mal a su coche. Así que me apoye encantada sobre el para ver su reacción. En cambio, sonrió de medio lado.
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PONNY Y BARKEN [COMPLETA]
Teen FictionAlfonso me empotró contra la taquilla, haciéndome daño en la espalda. Ahogué un gemido de dolor y le mantuve la mirada lo mejor que pude. - Me parece que no lo entiendes Anahí. No había nadie por el pasillo por si necesitaba chillar, suplicar por ay...