PONNY Y BARKEN [COMPLETA]

2: Chilton Y Sus Dos Matones

Mi madre nos llevó el día siguiente a la escuela para que habláramos con el director. Para empezar, Chilton aparentaba riqueza y clase, pero algo me decía que "clase" iba a encontrar. Los alumnos bajaban de sus limusinas o directamente conducían coches súper caros que solo había llegado a ver en las revistas de mi hermano. Me dirigí a mi madre y le dije:

Anahí: Lo mejor es que entremos solos.

Sabía que la mejor forma de superar un año ahí iba a ser pasando desapercibida. Por lo tanto, cuanto más lejos estuviera de mi madre, mejor. Era capaz de ponerse muy histérica si le decían algo que no le gustaba o que por el contrario, le encantara. Además, no necesitábamos a nuestra "mamá" para una entrevista con el director.

Tisha: ¿Segura? - me preguntó con insistencia.

Yo asentí. Giré la cabeza y miré a Diego. Ojala fuese como él. Siempre conseguía estar tranquilo, o por lo menos, aparentarlo. Se enfrentaba a nuevas situaciones de mejor manera que yo. Le hice un gesto para saber si estaba preparado y cuando este me enseño su dedo pulgar, bajamos juntos.

Al entrar en el instituto, me quedé a cuadros. Parecía un museo y los jardines estaban muy bien cuidados. Cada vez que daba un paso más, pensaba que todo era muy surrealista. Parecía sacado de una foto de revista.

No sabía si Diego se había dado cuenta, pero yo sí. Todos los estudiantes nos miraban de arriba  abajo. La verdad era que me sentía un poco intimidada, como un pez fuera del agua. Ese no era mi ambiente, pero no era de las que se asustaban con facilidad. Se veía a leguas que eran niños de papá con mucho dinero. Las chicas llevaban bolsos de Chanel, Gucci... y joyas que brillaban tanto que hacían daño a los ojos. Los chicos, en cambio, fardaban de sus coches o relojes.

Tras dar muchas vueltas, conseguimos llegar a dirección.

Anahí: Buenos días - le dije al director.

Mi harmano y yo le estrechamos la mano y nos invitó a que nos sentásemos. Era un hombre bastante bajito y un poco regordete. Llevaba gafas y parecía simpático. Lo que ninguno podíamos imaginar era el interés que tenía hacia el dinero fácil o conseguir un estatus más alto.

Durante un rato, nos estuvo preguntando sobre nuestros estudios en España. Disimulábamos, pero estábamos que nos dormíamos de esa conversación tan aburrida y estúpida.
Nos hacía preguntas que ya podía verlas en nuestro expediente

Lo que más me sorprendió, fue como nos sacó de la sala del director y nos hizo seguirlo por los pasillos. Los estudiantes estaban recogiendo los libros de sus taquillas, hablando, enseñándose cosas por el móvil. Nuevamente nos miraban. Me imaginaba que era porque notaban con claridad que no pertenecíamos a su clase social, pero tampoco me preocupaba. Una virtud que tenía era que me daba absolutamente igual lo que pensaran de mí.

En ese momento, entró un grupo de chicos en el pasillo y todos gritaron de emoción, formando casi un corrillo alrededor de ellos. Las chicas les hacían fotos y suspiraban enamoradas. Los chicos los halagaban, diciéndoles que querían ser como ellos. Lo más triste de todo fue ver como el director se ajustaba la corbata y se echaba el pelo atrás para darles a ellos también una buena imagen.

El grupo de ellos empezó a avanzar y la gente les fue haciendo hueco. Vi que dos de ellos los lideraban porque iban por delante de todos, seguidos por el resto de detrás que parecían matones. Él de la derecha tenía una pinta de chulo que no podía con ellas. Tenía el pelo de color negro y unas gafas de aviador, que no entendía porque las usaba dentro de un edificio. Lo que más me sorprendió de él, fue esa expresión amenazante y dura que tenía en el rostro. Me di cuenta de que era peligroso y lo mejor sería evitarlo. Él de la izquierda era muy diferente a su amigo, tenía el pelo castaño y era más corto que el anterior. También tenía esos aires de  peligro y unos andares de mafioso. Eran bastante guapos y parecían muy fuertes, pero en cuanto se veía la expresión de sus rostros, cambiabas de opinión con bastante rápidez. Asustaban bastante.